Música

Bad Bunny

El trapero de las nuevas masculinidades

En honor al título de su último disco YHLQMDLG, Yo Hago Lo Que Me Da la Gana, el artista puertorriqueño, conocido por disputar espacios de masculinidad disidente dentro del trap, se vistió de drag para el videoclip Yo perreo sola. Su interpretación y performance desataron polémica en las redes sobre el lugar de enunciación y la apropiación de la lucha feminista.

Un niño está mirando la televisión, pasan dibujitos. De pronto, la programación se interrumpe y aparece un título que dice Yo perreo sola en turquesa. Él se acerca y toca con el dedo la pantalla, ya estamos dentro del video. Aparece Bad Bunny envuelto en un vestido rojo de látex, con botas y los labios pintados. Baila sexy, se le acercan algunos hombres sin remera y los empuja hacia fuera. Ahora perrea en un enterito naranja, pechos postizos y una peluca.

Cuando aparece en su tercer outfit sobre un descapotable blanco, rodeado de flores color pastel, el intérprete canta por primera vez: “Que ningún baboso se le pegue / La disco se prende cuando ella llegue / A los hombres los tiene de hobby / Una malcriada como Nairobi”. En la siguiente escena, Bad Bunny es rubia y tiene un mono negro apretado, baila con su alter ego y en ese juego de identidades se ve, de fondo, un letrero verde neón con la consigna feminista “Ni una menos”. Entran distintos cuerpos feminizados a bailar y el clip finaliza con un sobreimpreso que dice: «Si no quiere bailar contigo, respeta. Ella perrea sola».

El trapero puertorriqueño Benito Martínez, más conocido como Bad Bunny, se convirtió en ícono a partir de éxitos como Amorfoda, Soy peor o Mia, el tema que interpreta junto a Drake. Pero también se hizo famoso por poner en crisis los modelos de masculinidad hegemónica dentro del trap, el subgénero musical del rap que se originó en los 90, en el sur de los Estados Unidos.

El 27 de marzo de este año lanzó el hit Yo perreo sola, que se convirtió rápidamente en uno de los más escuchados del año y tiene más de 181.143.626 reproducciones en YouTube. Desde la letra de la canción, pasando por la estética del video, su atuendo, hasta las modelos que representan una diversidad de cuerpos y las consignas feministas, refuerza la idea de que el baile empodera y que las mujeres no necesitan de los hombres para hacerlo.

Sin embargo, el tema fue considerado por un sector del activismo feminista y usuarios de las redes sociales como una canción machista que cosifica a las mujeres y se apropia de las luchas de géneros. Por un lado, fue criticado por vender ideas que no representa, una suerte de pinkwashing (adoptar el movimiento feminista y LGBTI a su favor con fines lucrativos y de marketing) y por no incorporar a su producción a personas trans o travestis. Por el otro lado, uno de los más grandes cuestionamientos del último video fue la ausencia de Nesi, la cantante del coro de su canción.

La polémica instaló el debate sobre el machismo en el reguetón, un género musical que trascendió las fronteras de los boliches, tanto que ya es común escucharlo en el taxi, en el colectivo, en las salas de espera y en el supermercado. La pregunta que muchos y muchas comenzaron a hacerse fue: ¿Cómo es que la música que promueve la misoginia de una manera tan explícita suena en todas las radios, gana Grammys y llega a las listas de éxitos de todo el mundo?

El 27 de marzo de este año lanzó el hit Yo perreo sola, que se convirtió rápidamente en uno de los más escuchados del año y tiene más de 181.143.626 reproducciones en YouTube.

Letras que provocan

La influencia de un video musical, como productor de cultura visual, modifica la percepción y se sitúa en contextos próximos al conocimiento de lo que nos rodea, atendiendo a la capacidad de mostrar no solo lo que el artista y su entorno quieren transmitir, sino también estableciendo relaciones entre distintas categorías (género, etnia, clase, diferencia cultural, creencias, etcétera) que modifican los modos de ver y la producción de la propia realidad y sus significados.

La etnomusicóloga española Silvia Martínez, en una entrevista con La Diaria, de Uruguay, explicó que los géneros trap, reguetón, electro latino, bachata, salsa, cumbia, pop latino y otros tienen en común que son bailables, se identifican como de origen caribeño, son cantados en español, tienen una letra sexualmente explícita, una base electrónica y unos videoclips en los que “tiene que haber perreo, mujeres ligeras de ropa y una sensualidad muy explícita”.

De todos estos géneros se habla, en general, cuando se critica el reguetón. Martínez hizo especial énfasis en la importancia de que todas estas músicas estén cantadas en castellano, ya que existen canciones con letras más escandalosas que zafan del examen antimachismo por tener líricas en inglés y un ritmo más electrónico (o menos latino). Como, por ejemplo, Blurred lines, de Robin Thicke y Pharrell Williams, lanzada en 2013, que dice: “Él trató de domesticarte / pero sos un animal, bebé, está en tu naturaleza / […] sos la perra más caliente del lugar”.

“Discriminar a alguien por escuchar reguetón o trap para mí ya es como discriminarlo por su orientación sexual. La música es para disfrutar y se puede hacer de la forma en que se te antoje.

DJ Rey Caniche.

Para la DJ Rey Caniche, el reguetón y los géneros latinos no hace más de cinco años estaban catalogados como “música mal echa”, a raíz del consumo globalizado de producciones en inglés en internet. “Yo en el 2010 consumía Tumblr, videoblogs de YouTube y nunca tenía referentes latinos, siempre eran anglosajones. Hasta el mismo reguetón hecho en Europa parecía sonar mejor, pero yo creo que es una cuestión de época. Este estilo, industrialmente, hizo una movida enorme para ser mundial y dejar de pertenecer solo a la comunidad latina. Ahora todo el mundo quiere bailarlo”, reflexiona.

“Discriminar a alguien por escuchar reguetón o trap para mí ya es como discriminarlo por su orientación sexual. La música es para disfrutar y se puede hacer de la forma en que se te antoje. El reguetón es un género al que se le puso fecha de caducidad. La gente decía que era algo que no iba a durar, que sería de un momento nomás, igual que lo que se dice ahora del trap. ¿Y a cuántos años estamos de que el reguetón apareció? Yo creo que vino para quedarse”, expone la DJ Mechi la Facha.

La DJ Dominika, por su parte, opina que este odio hacia el reguetón tiene que ver con una cuestión de clase. Según explica, las letras no son muy diferentes a las que aparecen en canciones de referentes del pop o el rock, pero que este género, junto con la música latina o underground como el trap o el hip hop, es discriminado porque se lo vincula a una clase social baja de la que varias personas quieren verse disociadas.

El 10 de mayo, Bad Bunny estrenó su tercer álbum de estudio, Las que no Iban a Salir, con 10 canciones inéditas. Presenta apariciones especiales de Zion y Lennox, Yandel, Don Omar, Nicky Jam, Jhay Cortez y Gabriela Berlingeri, su actual pareja

“Muchos creen que las canciones en inglés son lo más y niegan el reguetón, pero los ves bailándolo en las discotecas. A mí me parece que es una cuestión de clase, como que ese estilo es para la gente pobre e inconscientemente por eso recibe más críticas. Nicki Minaj puede decir lo mismo que Bad Bunny y su canción se baila en Barbarella sin problema, nadie se da cuenta”, reflexiona Dominika.

Traidores del patriarcado

Adoptar un estilo (culturalmente asociado a lo) femenino y el asentimiento ocasional a la fluidez de género no son nuevos cuando se trata de hombres en la música. Muchas escenas han fomentado el cabello largo y el maquillaje en nombre de la androginia, a la vez que permiten a los artistas encarnar estereotipos de estrella de rock hipermasculinos.

Cuando el DJ y programador musical Éver Durañona fue consultado sobre por qué considera que determinados referentes históricos —como Juan Gabriel, Liberace, Freddie Mercury, David Bowie, Elton John o Prince— trascendieron a la historia como grandes rupturistas de las características asignadas culturalmente a los hombres, mientras que ciertos públicos se ofendieron con Bad Bunny por vestirse de drag, él respondió que el artista está blindado por la industria.

“No sé si existe registro de un artista pop hetero cis que tenga tanto alcance en la cultura popular, con un discurso progresista, que cuestione los estereotipos masculinos y femeninos. Es un pibe de 23 años y está construyendo sus valores a la par de crecer como músico y de tener que producir para la industria. Encontrar el equilibrio ahí debe ser redifícil. No creo que se haya adueñado de los discursos de un colectivo, pero mucha gente lo tomó como un emblema”, sostiene Durañona.

Mechi la Facha opina que están surgiendo nuevos modelos de masculinidad en artistas como Bad Bunny y que esto replantea ese escenario del reguetón. “Desde que se lo empezó a reconocer más ya te mostraba que desarrollaba un alter ego que exploraba su lado femenino, usaba ciertos accesorios y outfits. Me terminó de convencer porque creo que no es una persona que vende humo o se para con ciertos puntos de vista para tener seguidores”, dice.

“No sé si existe registro de un artista pop hetero cis que tenga tanto alcance en la cultura popular, con un discurso progresista, que cuestione los estereotipos masculinos y femeninos. Es un pibe de 23 años y está construyendo sus valores a la par de crecer como músico y de tener que producir para la industria.

Ever Durañona, DJ y programador musical.

En la misma línea, la comunicadora social, docente universitaria y realizadora audiovisual trans Cristina Rodríguez Romero opina que necesitamos aliados, o mejor dicho, “traidores del patriarcado”: “Esto también aplica para personas que apoyan la causa trans, el transfeminismo”, esto es, un feminismo que incluye a las personas trans del movimiento.

La deconstrucción de Bad Bunny como figura de masculinidad hegemónica fue progresiva. Sus looks más memorables viven en YouTube. Para la canción con la que saltó a la fama, Si tu novia te deja sola, su colaboración de 2017 con la superestrella colombiana del reguetón J Balvin, Bad Bunny se puso un conjunto de color rosa y lentes de sol del mismo color mientras rapeaba a la cámara con dos iguanas posadas en su hombro.

En el video casero de Estamos bien, de 2018, que presenta secuencias nostálgicas de él y sus amigos, se pinta las uñas de un color morado oscuro y las seca mientras lleva una chaqueta de jean, al igual que en Caro (2019). En este segundo clip, con 218.728.058 reproducciones, desdibuja los límites del binarismo hombre-mujer, a través de una semejanza por analogía con una persona no-binaria con expresión de género casi idéntica a la suya. Cuando reaparece Bad Bunny, las dos figuras se besan y funden sus géneros en una sola.

En el video dirigido por Fernando Lugo y Benito Martinez aka Bad Bunny, se rompen las marcadas líneas estéticas que han acompañado al trap y al reguetón, y cuyas historias, en la mayoría de los casos, no salen de su zona de confort de lujos, excesos y mujeres expuestas para el consumo. A veces mezclados, a veces enfocados solo en uno de esos conceptos, pero casi siempre aterrizados en alguno de esos clichés.

James Balvin dice en una entrevista para Complex sobre el “conejo malo”: “Un líder permite que los demás salgan del clóset en muchas cosas, porque salir del clóset no es solamente sexual. Hay muchas personas que están reprimidas porque no pueden ser lo que verdaderamente quieren ser. Caen en la estupidez social de seguir todos los paradigmas de lo que se supone que está bien o mal hecho, qué es ser femenino y qué es ser masculino. Si quisiera ponerme una peluca o pintarme las uñas, lo haría porque me gusta”.

El artista denunció el crimen de odio en el show que emite la cadena NBC, con una audiencia estimada en 11.000.000 de telespectadores solo en Estados Unidos. Pero ninguna otra intervención generó tanto ruido como la de su performance como drag en Yo perreo sola.

El día de la publicación de su álbum YHLQMDLG, Bad Bunny fue a cantar su tema Ignorantes al programa The tonight show de Jimmy Fallon para el que vistió una remera que decía: “Mataron a Alexa, no a un hombre con falda”. Se refería al transfemicidio de Neulisa Alexa Ruiz, una mujer puertorriqueña de 28 años. El caso de Alexa se viralizó en las redes sociales después de que se subiera un video denunciando que “un hombre vestido de mujer” había ingresado al baño femenino de un McDonald’s.

El artista denunció el crimen de odio en el show que emite la cadena NBC, con una audiencia estimada en 11.000.000 de telespectadores solo en Estados Unidos. Pero ninguna otra intervención generó tanto ruido como la de su performance como drag en Yo perreo sola. “A las luchas sociales que están un poco más sensibilizadas, siempre las denuncias que vienen de parte de un hombre millonario les hace ruido. Me parece que está bueno que personas tan populares, más allá de su género, den visibilidad a este tipo de consignas para generar un debate”, considera Rey Caniche. No se trata de verlo como un ícono, sino de que los planteos produzcan ganas de saber, preguntar e investigar.

Análisis crítico del «conejo malo»

Para la socióloga Alicia Elías, hay demasiado esencialismo en las acusaciones. “Muchas críticas que se le hacían giraban en torno a que el video no era feminista por la hipersexualización de los cuerpos femeninos. Ahí, en ese mismo punto fue donde me perdieron, porque en mi experiencia personal y de la mayoría de las personas que se crían en esta cultura católica y conservadora, ser sensuales es un desafío muy importante a esos cánones. Asumir la sexualización de mi personalidad es una afrenta a cómo se supone que yo sea o lo que esperan de mí como mujer”, analiza Elías.

Algunas mujeres que trascendieron en el neoperreo son, además de la pionera Tomasa del Real, la paraguaya Mi$$il y la cordobesa Ms. Nina. Con el trap están incursionando en el país las Milkshake (con Maestras del perreo), Mismaella y Cazzu (de Argentina).

¿Qué pasa con Nesi, la cantante del inicio de la canción que no aparece citada en ningún espacio? Éver Durañona explica que hay un negocio de compra de vocales. Existen empresas a través de las que se puede contactar a intérpretes para ciertas partes de temas. “Vos le escribís y decís que te cante, por ejemplo, dos lapsos, y le pagás mil dólares y regalías. Por esa razón, Bad Bunny no tiene la obligación de ponerla en los créditos”, explica.

En el fondo, pareciera que la crítica a Bad Bunny pasa por un discurso moralizante sobre los cuerpos que tienen permitido perrear y los que no, los que pueden o no trasvestirse o, ulteriormente, los que pueden o no esparcir consignas feministas.

“Bad Bunny no es feminista, o desconozco si lo es. Este es su arte, no sé si su intención es sentarse en una mesa con Silvia Federici y Judith Butler. Para mí es una victoria demasiado grande que una persona que tiene ese nivel de penetración global exprese que ‘Las mujeres mandan’ o ‘Ni una menos’ en un video. O sea, cuando se hace un eslogan, es para que se use”, sigue Elías.

Rey Caniche refuerza que esta clase de música —como el trap o el neoperreo— es necesaria como contracultura, así como años atrás ha sido el metal o el hardcore. En ese sentido, considera que son equivalentes al reguetón, históricamente. “Yo soy partidaria del perreo. Creo que el momento en el que más libre se siente una persona es bailando. Para nosotras es muy difícil sentirnos bien con nuestro cuerpo, por más que intentemos o nos instruyamos con teorías”, dice.

Bad Bunny no es feminista, o desconozco si lo es. Este es su arte, no sé si su intención es sentarse en una mesa con Silvia Federici y Judith Butler. Para mí es una victoria demasiado grande que una persona que tiene ese nivel de penetración global exprese que ‘Las mujeres mandan’ o ‘Ni una menos’ en un video.

Ali Elías, socióloga.

El baile como acto de resistencia adquiere otra connotación: ya no se trata de mujeres bailando para satisfacer un deseo masculino, sino de encontrar la autonomía en la expresión de la sexualidad a través de la reapropiación del género con cuerpos que eligen cómo, dónde y con quién moverse. Bailar gozosas también es una manera de corrernos de un lugar de víctimas hacia uno de empoderamiento.

En contra de los pronósticos de los medios de comunicación hegemónica— que acostumbran a justificar los femicidios con la forma en que las mujeres salen a bailar, lo que llevan puesto o la hora a la que vuelven—, el perreo es una forma de recuperar el placer. “Si no perreamos, no es nuestra revolución. Con el neoperreo que comenzó Tomasa del Real, empezaron a ser más las que se apropiaron de este género, como Ms. Nina, con un discurso superpoderoso. ‘Yo voy a llevar el short que yo quiera, la camisa como quiera’: se trata de darle fuerza a la mujer que quiere tener letras que la representen”, concluye Dominika.

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