Claudia Delvalle y el arbitraje femenino en Paraguay
Hoy te contamos la historia de Claudia Stefania Delvalle, una de las pocas árbitras con insignia FIFA del país. Su vida consiste en hacer malabares constantemente entre sus trabajos, su maternidad y su pasión por el deporte.
Muchas veces tendemos a pensar que el fútbol es solo para hombres. Y no es para menos, pues este deporte fue históricamente un territorio dominado por el género masculino. Pero eso está cambiando.
En esta edición te compartimos la historia de Claudia Stefania Delvalle Fernández, que no solo rompió barreras, sino que anduvo su camino con la fuerza de quien sabe que su presencia en la cancha es más que un silbato: es un mensaje. A sus 34 años, esta paraguaya, madre, trabajadora, deportista y árbitra FIFA, logró lo que muchos consideraban imposible: ganarse un lugar en un espacio donde las mujeres eran, hasta hace poco, invisibles. “Siempre estuve relacionada con el deporte”, cuenta Claudia mientras recuerda sus inicios. Su hermana mayor fue quien la introdujo al handball, deporte en el que llegó a representar a Paraguay en dos ocasiones y formó parte de la selección nacional.
Muchos años más tarde, su pareja, Douglas, fue quien le lanzó el desafío que cambiaría su vida: “¿Por qué no hacés el curso de arbitraje?”. La pregunta resonó en su mente durante tres años, hasta que decidió aceptarla. “Lo tomé como un desafío personal”, afirma. “Este no es solo un trabajo, es un estilo de vida. Dejás de lado muchas cosas para enfocarte al 100 %”.

Claudia no lo dice con arrogancia, sino con la certeza de quien sacrificó tardes familiares, cumpleaños y momentos íntimos para correr detrás de una pelota en campos que, durante décadas, fueron territorio exclusivo de hombres. “Desde los prejuicios por ser mujer hasta la preparación física, todo fue un desafío”, admite, “pero la familia juega un papel fundamental. Ellos son mi soporte y mi refugio”.
Además de ser árbitra, Claudia tiene dos hijos y un empleo en una oficina. Culminó una licenciatura en Ciencias de la Información y se desempeña en un archivo. Su día empieza mucho antes de que salga el sol: el entrenamiento es a las 5.30, luego va a su lugar de trabajo y después se dedica a cuidar a Giuliano y Giovanni.
Para todos los árbitros, la preparación es bastante parecida. Ella decidió trabajar como asistente, en línea de banda, cuya función es la de juzgar el fuera de juego, además de ayudar al juez central en situaciones que lo requieran.
“Desde los prejuicios por ser mujer hasta la preparación física, todo fue un desafío, pero la familia juega un papel fundamental. Ellos son mi soporte y mi refugio”
El camino tampoco fue fácil en la cancha. Claudia recuerda partidos en los que los aficionados, acostumbrados a ver hombres con el silbato, la cuestionaban solo por su género. “¡Uf!, claro que sí”, exclama al hablar de la presión. Y agrega: “Para manejar esto, cuento con acompañamiento profesional en el área psicoemocional. La clave es el empoderamiento personal y la fortaleza mental”.
La realidad es que a Claudia ser árbitra le trajo muchos momentos de gloria. Uno de los más significativos fue cuando recibió la insignia FIFA, reconocimiento que pocos árbitros y árbitras logran obtener. “Es el momento más anhelado para cualquier profesional”, dice con una sonrisa que ilumina su rostro. Además, dirigió finales de campeonatos femeninos y fue designada para torneos nacionales como la Copa Paraguay.
El cambio en la cancha
Claudia es parte de una generación que transformó el deporte. Y esto sucedió no solo en Paraguay, sino en toda América Latina. “Cada vez hay más mujeres en roles de autoridad”, afirma. “Es notorio. Las niñas ya no solo juegan al fútbol, también arbitran, entrenan y dirigen”, comenta.

Este cambio no es casual. Claudia destaca que las federaciones comenzaron a fomentar espacios para mujeres, aunque reconoce que aún hay mucho por hacer. “Las oportunidades están dadas, pero debemos seguir trabajando para que la equidad sea una realidad en todos los niveles”, sostiene.
Un ejemplo es el del espacio ocupado en los medios. “Hoy en día los partidos del campeonato de primera femenino son todos televisados, al igual que de la categoría profesional. ¡Es un gran espacio ganado!”, reivindica.
Un mensaje para las que vienen
Para las jóvenes que sueñan con seguir sus pasos, Claudia tiene un mensaje claro: “Que se animen. Si es algo que verdaderamente les gusta, háganlo, luchen por sus metas y objetivos. Todo se puede con compromiso, disciplina y perseverancia”.
“El fútbol no es solo un deporte; es una oportunidad para crecer, conocer otras culturas y desarrollarnos como seres humanos”
Su historia es un testimonio claro de que tanto en el fútbol como en la vida, no hay límites que no puedan superarse. “El arbitraje es un estilo de vida que apasiona”, dice, “es un desafío constante, una superación partido tras partido”.
“Las mujeres árbitras podemos contribuir como inspiración para las futuras generaciones. El fútbol no es solo un deporte; es una oportunidad para crecer, conocer otras culturas y desarrollarnos como seres humanos”, concluye.
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