Amor a primer sorbo: El arte de catar vinos
Es uno de los principales referentes en nuestro país en el rubro, y si bien nunca se lo propuso como un objetivo, la vida lo fue llevando hasta esa pasión: los vinos. En conversación con Pausa, el sommelier Alejandro Sciscioli habla sobre este embriagador oficio que se mantiene en boga.
Por Karina O. Conteiro. Fotografía: Fernando Franceschelli.
Desde muy joven, Alejandro Sciscioli tenía muy claro que se dedicaría al periodismo para toda su vida. Pero, sin darse cuenta, el vino también se hacía lugar dentro de ella. “Todo esto empezó porque me gusta beber”, dice. No es para menos, Sciscioli cuenta que los primeros recuerdos que le vienen datan de los tiempos en que le regalaba a su papá una botella, que terminaban compartiendo, en un acto de amor entre padre e hijo. “Y no es que le prestaba mucha atención”, expresa sobre esos tiempos.
El llamado de la pasión
Alejandro llegó de Argentina a finales de los 90 tras concluir la carrera universitaria, y al tiempo comenzó a trabajar en algunos medios locales. Cuenta que a través de los años, nunca se propuso ser un especialista vitivinícola, hasta que tuvo la posibilidad de estar en el staff de la revista Alacarta, donde aprovechó su rol como periodista. “Ahí escribía mucho sobre gastronomía y vino, y me dije: ‘Yo tengo que entender de esto’. Y ahí empecé a leer”, rememora. En ese tiempo, en simultáneo, creó su página web Parawine, en donde se dedicaría de lleno a contar, divulgar y promocionar la cultura vinatera. “Me mantuve como periodista, pero esta vez en el periodismo de vino”, cuenta. Al tiempo, empezó a colaborar con otros medios impresos como High Class Gourmet.
Sin embargo, no fue hasta 2013 que decidió prepararse para ser sommelier. Por aquel entonces, el Centro Garofalo, en Asunción, ya contaba con esa especialidad en el país, con muy pocos inscriptos al comienzo. De hecho, solo se recibirían ocho personas de esa promoción, entre ellos Alejandro, quien egresó con medalla de oro. Cuando culminó sus estudios, en 2016, se encontraba en plena transición laboral: estaba dejando los medios y, de a poco, se introducía en el rubro de la cata, para dedicarse de lleno a su reciente carrera culminada. Ya para 2018, la transición se había completado. Alejandro se dedicó plenamente a vivir de sommelier, ofrecía consultorías o hacía capacitaciones tanto para empresas como para restaurantes.
Paralelamente, tiempo después, el Centro Garofalo se puso en contacto con Sciscioli para proponerle ser docente de la escuela. Alejandro cuenta que en el año 2020 egresó su primera camada de alumnos: un total de 15 sommeliers que terminaron sus estudios con una malla curricular formalizada y aprobada por el Ministerio de Educación y Ciencia (MEC). “Ahora tiene un nivel técnico. Una carrera formal”, sostiene.
Actualmente, se mantiene en contacto con el periodismo con un perfil que ya lo caracteriza al cien por ciento: como conocedor de la cultura vinera. Y además de su página web, se encuentra en la radio junto a su par, Sargus Pérez; ambos conducen el programa radial Music & Wine, emitido los domingos de 9.00 a 12.00 por Urbana FM.
Humildad y servicio
Sciscioli asegura que las cualidades que deben resaltar en un profesional del rubro son la capacidad de servir al comensal y poseer un sentido de humildad en todo momento, dado que el sommelier no debe sobrepasar en conocimiento o estar en una actitud de prepotencia, ya que ese no es el objetivo principal de un catador cuando está en una presentación o maridaje. “Hay que mantener siempre un perfil bajo y una conducta de genuina humildad”, comenta y hace hincapié en que el especialista es justamente personal de servicio, con la particularidad de que cuenta con una capacitación especial.
Los conocimientos que una persona debe manejar en profundidad son: los tipos de uvas usadas para la elaboración de un vino en particular, las regiones por excelencia donde se cultivan dichas uvas y la historia de distintos viñedos, así como también es importante actualizarse constantemente sobre las categorías y calificaciones que recibe un producto en los rankings y los premios obtenidos, además de aprender a maridar correctamente las botellas con la comida.
Cabe resaltar que no es necesario poseer conocimiento previo sobre vino si es que se desea introducirse al rubro de sommelier, ya que una persona debe estar constantemente actualizada ante las nuevas novedades o de lo que se habla. “Siempre ayudará la inquietud para leer publicaciones especializadas y participar, por ejemplo, de actividades de cata”, refiere. Para Alejandro, el aprendizaje nunca termina, ya que debe primar el conocimiento y la curiosidad ante todo, como base.
El público cada vez entiende más y mejor de qué se trata el trabajo de sommelier.
Alejandro Sciscioli.
La nueva vanguardia
Ante la demanda y el furor en los últimos años por la Expo Vino, cada vez son más los profesionales que se dedican a difundir y enseñar sobre esta apasionante industria, con cursos intensivos de corta y mediana duración para introducir a los interesados en lo esencial de la profesión. Pero si de estudios se habla, hasta el momento el Centro Garofalo es la única sede que tiene reconocimiento del MEC, además de contar con una malla formalizada y una carga horaria similar a una carrera técnica. “El público cada vez entiende más y mejor de qué se trata el trabajo de sommelier”, acota el profesional.
A pesar de su popularidad, el perfil de catador no cuenta con una gran demanda dentro del país, a diferencia de Argentina y Chile. De acuerdo con Sciscioli, son muchos los hoteles y restaurantes que aún no suman a su plantel la figura del sommelier, en comparación con las importadoras de bebidas que, de manera constante, apuestan por un profesional que sepa asesorar a la empresa, lo que permite abrir una posibilidad a futuro de ofrecer servicios a distintas firmas del sector gastronómico. “De a poco, la demanda de estos nuevos profesionales se incrementará”, expresa Alejandro.
Expo Vino
De un tiempo para acá, la Expo Vino, que anteriormente se llamaba Asunción Wine Experience (AWE), fue ganado lugar como apuesta segura tanto para las marcas como para los wine lovers, como los denomina Alejandro. Este 2022, el evento llegó a su decimotercera edición con un récord en venta de entradas; los pases se agotaron en cuestión de días tras su anuncio en marzo. El encuentro, como cada año, contó con la presencia de enólogos, expertos y ejecutivos de las distintas casas vinateras que se hicieron lugar para compartir sus conocimientos.
Y si bien Paraguay no es conocido como un país con cultura vinera, cada vez son más las personas atraídas a esta bebida, además de que el abanico de marcas que llegan al país se amplía constantemente. “La importancia fundamental radica en el hecho de que se puede hacer match entre consumidores e importadores”, cierra Sciscioli.
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