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Reseña: What We Do In The Shadows

Entrevistas con los vampiros

What We Do In The Shadows (en español: Lo que hacemos en las sombras) es la rara ocasión en que un producto derivado llega a ser igual de genial o incluso mejor que la obra original.

Esta serie forma parte del mismo universo que la película neozelandesa del mismo nombre estrenada en 2014, escrita y dirigida por Jemaine Clement y Taika Waititi. Este último en ese entonces ya contaba con una nominación al Oscar por el corto Two Cars, One Night y conseguiría la estatuilla a Mejor Guión Adaptado por la fantástica Jojo Rabbit en 2020. Clement y él producen la ficción, y escriben y dirigen algunos episodios.

Mientras la película se centraba en unos vampiros que vivían juntos en Wellington (capital de Nueva Zelanda), la serie nos muestra el día a día de un grupo distinto en Staten Island (Estados Unidos). En ambos casos, la historia es contada por medio de las filmaciones de un falso documental —al estilo de The Office o Parks and Recreation— y entrevistas con los personajes.

El encanto de What We Do In The Shadows, que este año estrenará su cuarta temporada, radica en su habilidad para jugar con los estereotipos asociados a los vampiros de una forma que es ridícula, sincera y humana al mismo tiempo. Los personajes tienen cientos de años y matan personas para sobrevivir, pero también se preocupan por encajar en un mundo cuyos avances tecnológicos y costumbres les resultan abrumadores.

Una familia sobrenatural

El elenco principal está conformado por cuatro vampiros y un humano, viviendo bajo el mismo techo.

Los vampiros tradicionales —que no pueden salir al sol, beben sangre humana para subsistir y pueden transformarse en murciélagos— son: Kayvan Novak (Fonejacker) como Nandor, un guerrero del imperio otomano que se cree líder del grupo; Matt Berry (The IT Crowd) como Laszlo, un inglés obsesionado con el sexo y con pasarla bien por sobre todas las cosas, y Natasia Demetriou (Stath Lets Flats) como Nadja, una gitana griega totalmente harta de sus inmaduros compañeros de piso. Estos dos últimos, además, llevan cientos de años casados, y fue ella quien convirtió a Laszlo en vampiro.

Pero la serie introduce también un concepto distinto a la franquicia con Colin Robinson, personaje interpretado por Mark Proksch (Better Call Saul): el vampiro de energía, que se diferencia de los tradicionales en que puede salir a la luz del sol y que, en lugar de alimentarse de sangre humana, lo que necesita para subsistir es la fuerza vital (o ganas de vivir) tanto de personas como de seres sobrenaturales. La forma de conseguirla implica aburrir y frustrar a sus víctimas con extensas conversaciones sin sentido hasta robarles la voluntad de existir, lo que incluye a sus compañeros de casa.

Cierra el elenco Harvey Guillén (The Magicians) como Guillermo, el familiar humano de Nandor que está obsesionado con los vampiros. “Familiar”, en este caso, se refiere a la persona que se encarga de cuidar del ser sobrenatural. Una suerte de sirviente, el personaje lleva 10 años asegurándose de que Nandor y los demás cuenten con comida, además de cuidar la casa en la que viven (limpia, hace las compras, esconde los cuerpos, etcétera), todo con la esperanza de que Nandor lo convierta algún día.

De anhelos naturales

A pesar de sus elementos sobrenaturales, la serie se las ingenia para retratar situaciones y deseos bastante humanos en las historias que cuenta, siempre de forma cómica.

Guillermo, quien probablemente siente más que simple admiración por su amo, anhela ser convertido en vampiro por Nandor, pero este desvía el tema cada vez que surge, un poco por no estar interesado en lidiar con aquel por toda la eternidad, a pesar de no poder vivir sin él, y otro poco por evitar que tenga que pasar por lo mismo que él.

La vida eterna suena interesante en teoría, pero para Nandor y los demás a veces resulta algo sofocante y agotadora. Él, por ejemplo, busca constantemente formar algún vínculo afectivo como el de Nadja y Laszlo, ya sea con humanos, vampiros u otras criaturas sobrenaturales, sin mucho éxito.

Colin, por su parte, gracias a sus habilidades como vampiro de energía, ofrece una inesperada pero acertada crítica al mundo corporativo y capitalista de las empresas enfocadas en sacar ganancias a como dé lugar. Este es un típico oficinista de cubículo y sus poderes para exprimir las ganas de vivir de los que lo rodean lo convierten en un empleado ejemplar en su lugar de trabajo.

Pero no todo es libertinaje, muerte y diversión para el grupo, pues deben responder a “el consejo”, un grupo de vampiros que imponen reglas de convivencia, aunque no se las toman muy en serio, pero con los que chocan constantemente. Estos personajes tienen la particularidad de ser interpretados por actores como Wesley Snipes, Tilda Swinton y el mismo Waititi, quienes repiten roles que interpretaron en otras películas icónicas de la cultura popular y en algunos casos hasta a sí mismos.

What We Do In The Shadows, aunque no lo parezca, es, en esencia, un hábil estudio de relaciones interpersonales en situaciones más convencionales de las que se esperaría de una serie sobre seres inhumanos.

Cómo entablar, y mantener, relaciones afectuosas y amistosas; cómo lidiar con figuras de autoridad y cómo moverse en una tierra extraña (salvo Colin, todos los personajes son inmigrantes) son solo algunos de los ejes sobre los que logra generar hilarantes pero sinceras historias, con un humor inteligente que evoluciona episodio tras episodio.

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