Tevé

Reseña: Grace and Frankie

Forzadas a empezar de cero

Dos mujeres totalmente distintas terminan formando un vínculo improbable luego de una revelación inesperada, en la hilarante y conmovedora serie de Netflix que este año llegó a su fin tras siete temporadas.

Abrupto despertar

Grace and Frankie llegó a Netflix en 2015 de la mano de Marta Kauffman (una de las creadoras de la emblemática Friends) y Howard J. Morris (Home Improvement) con una premisa bastante particular: dos mujeres mayores son abandonadas por sus maridos tras más de cuatro décadas de matrimonio, pues ellos desean formalizar una relación amorosa que ya lleva más de 20 años a espaldas de ellas. En el episodio piloto, las mujeres son citadas a una cena y esperaban el anuncio de que ambos, finalmente, se jubilarían de la firma de abogados que dirigen juntos, pero resultó que el cambio planeado era aún mayor.

La que podría ser una premisa digna de un pesado drama es abordado de forma inteligente y cómica, pero no por ello descuidada. Aunque a la primera temporada le cuesta un poco expresar sus ideas sin recaer en absurdos, después logra su cometido al retratar una trama con matices mejor definidos.

Grace, interpretada por una filosa Jane Fonda (Coming Home, Monster-In-Law), es una mujer de negocios retirada y con (posibles) problemas de adicción al alcohol. Frankie, encarnada en perfecta contraposición a Fonda por Lily Tomlin (Nashville, Tea with Mussolini), es una artista plástica hippie que prefiere dejar fluir las cosas antes que estresarse por ellas.

Cuando Robert, esposo de Grace (interpretado por Martin Sheen), y Sol, esposo de Frankie (interpretado por Sam Waterston), solicitan el divorcio, ambas mujeres reaccionan de formas bastante distintas: Grace se pone furiosa, siente que desperdició años de su vida siendo —según ella— la esposa y madre perfecta para, ahora, ser dejada de lado. Pero de entre tanta furia también surge una revelación: su relación con Robert era más bien de costumbre y seguridad más que de amor. Ambos llevaban años con vidas casi separadas, tanto así que Robert veía como un favor para Grace poner fin al matrimonio.
Frankie, al contrario, encuentra más bien tristeza y un corazón roto. Su relación con Sol era más estrecha y amorosa, por lo que ella siente que está perdiendo a su mejor amigo. Además, la personalidad gentil y dócil de Sol hace casi imposible que Frankie esté realmente enojada con él por mucho tiempo.

La unión hace la fuerza

A pesar de que Robert y Sol llevan varias décadas trabajando juntos (y antes de ser amantes, eran amigos), Grace y Frankie no tienen una relación más que levemente cordial entre ellas, y apenas se soportan una a la otra.

Pero cuando se ven arrojadas a esta particular situación, rápidamente descubren que no tienen a nadie más que a la otra. Sí, sus respectivos hijos e hijas intentarán brindar todo el apoyo que puedan, pero nadie más que ellas entienden lo que están pasando.

Es así como terminan viviendo juntas en la casa de playa que ambas parejas comparten y, con el paso del tiempo, forman un vínculo inquebrantable de amistad, comprensión y solidaridad. Grace y Frankie no solo se apoyan para sobrellevar un cambio radical en una etapa tan avanzada de la vida, si no que buscan la manera de sacarle el jugo a los años que les quedan.

A lo largo de la serie, su aventura muestra al televidente las vicisitudes que las personas mayores deben enfrentar, pero de las que muchos nos hacemos los desentendidos. Grace y Frankie desean y merecen vivir de forma plena, sin que su edad implique dejar de probar cosas nuevas o buscar una situación mejor. Mientras que el mensaje de la sociedad a personas mayores de 70 años es de modestia y desaceleración, de frenar en casi todos los sentidos, la serie transmite todo lo contrario: qué mejor momento que este para probar cosas nuevas, con la sabiduría que viene con la edad.

La serie muestra a ambas mientras intentan establecer nuevos vínculos amorosos, emprender negocios —a veces para el horror de sus hijos, como cuando inventan un vibrador para personas con artritis— y, también, enfrentarse a la realidad de que el tiempo es finito. Todo esto con un toque de comedia, sí, pero sin mostrarlo como algo “fácil”.

Como buenas amigas, Grace y Frankie discuten y se exigen mutuamente para sacar a la otra de su zona de confort, pero llegan siempre a la conclusión de que la vida mejoró cuando decidieron apoyarse mutuamente.

Realmente amor

Otro de los puntos fascinantes de la serie es el manejo de la relación entre Robert y Sol. El show no tiene miedo de mostrar las distintas aristas de tan difícil situación con éxito, y respeta los sentimientos de todas las partes involucradas.

Aunque el daño ocasionado a sus esposas es grande, la serie logra retratar lo duro que resulta para dos hombres mayores aceptarse como son y, finalmente, vivir sin esconderse, con todo lo que conlleva. Robert y Sol no son presentados como villanos, lo cual hubiera sido un camino más fácil, sino como seres tan complejos como Grace y Frankie. Ellos también están en la búsqueda de aprovechar el tiempo que les queda, pero juntos y sin esconderse.

Las opiniones variarán, pero el show, claramente, apunta a una historia de aceptación y perdón. Esto es más que obvio en su temporada final, en la que encontramos a los personajes en un punto totalmente distinto a ese primer episodio. Todos lograron crecer y adaptarse a sus nuevas circunstancias a pesar de las adversidades.

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