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Desde el Mercosur

Perspectivas de derechos humanos en la región

Conversamos con Remo Carlotto, el director del Instituto de Políticas Públicas en Derechos Humanos del Mercosur, sobre las perspectivas regionales que buscan la garantía de los acuerdos ya establecidos por nuestro país.

Por Laura Ruiz Díaz. Fotografía: Fernando Franceschelli.

Si hay una deuda que el Estado paraguayo tiene con sus habitantes es la garantía de los derechos humanos. Cada cierto periodo vuelven a ser noticia violaciones al derecho a la vida y la libertad; a no estar sometido a esclavitud ni a torturas; a la libertad de opinión y de expresión; a salud, educación y trabajo, entre otros. La gran mayoría de las veces, dependen directamente de la capacidad de pagar, lo que pone en peligro su concepción fundamental: que son para todas las personas, sin distinción.

A dos meses de la asunción del presidente del país, Santiago Peña, el director ejecutivo del Instituto de Políticas Públicas en Derechos Humanos del Mercosur (IPPDH), Remo Carlotto, hizo una visita oficial a las nuevas autoridades para fortalecer y dar continuidad a los proyectos en común en cuanto a garantías inalienables. La visita fue el 16 y 17 de octubre en Asunción y también participó Karina Valobra, asesora del IPPDH. En medio de su apretada agenda, se tomó unos minutos y conversó sobre esta situación.

Remo Carlotto, director del Instituto de Políticas Públicas en Derechos Humanos del Mercosur. Fotografía: Fernando Franceschelli.

Un continente golpeado por la desigualdad

Lo que sucede en Paraguay es lo mismo que pasa en toda la región: estamos inmersos en una profunda desigualdad. “No somos países pobres, sino países ricos con pueblos empobrecidos donde una minoría se enriquece y una enorme mayoría padece”, dice Remo Carlotto. Y explica que eso pone juego la vigencia de los derechos humanos y también la valoración de la democracia. Pero eso vamos a elaborar más adelante.

“El corrimiento de las fronteras de la explotación de la tierra, la expulsión de indígenas y campesinos de territorios ancestrales o de posesión de larga data son cuestiones que resultan preocupantes y deben ser respetadas, tanto desde el criterio de soberanía alimentaria como desde la cuestión cultural”, indica Carlotto.

“Hay que generar un crecimiento económico que se desarrolle en un proceso de distribución de la riqueza más equitativo y justo”

Esto no significa que no deban existir líneas de producción, sino que esta tiene que ser pensada con un motivo específico: para el bienestar de las grandes mayorías. “Hay que generar un crecimiento económico que se desarrolle en un proceso de distribución de la riqueza más equitativo y justo”, desarrolla. Según explica, y retoma la primera idea que trabajamos, nuestros países son sumamente ricos: recursos naturales, agua dulce, alimentos… Pero eso no se manifiesta en la gente. Por ejemplo, en el Chaco paraguayo las sequías se llevan vidas humanas y animales con temperaturas de hasta 60 °C de sensación térmica, sin agua potable. Eso es consecuencia directa de la inacción del Estado.

“Tenemos que modificar los procesos de distribución de la riqueza en nuestros países”, afirma con contundencia, para concluir: “Si no, vamos a generar otros problemas que serán violaciones de los derechos humanos y posteriormente se convertirán en graves violaciones de los derechos humanos, que es lo que sucede al poner como prioridad la superexplotación de los recursos naturales, por sobre los intereses de nuestros pueblos”, elabora el director del IPPDH. El desarrollo también debe ser democrático.

Escuchar la voz de la gente

La democracia llegó a Paraguay hace tres décadas; a Argentina, hace cuatro; a Chile y Uruguay, cinco. “Estamos frente a una revisión de los procesos que necesariamente nos lleva a una reflexión: primero, que democracia y derechos humanos son inescindibles en el desarrollo de la búsqueda de mayor igualdad, inclusión y respeto a nuestra diversidad y multiculturalidad; y segundo, la puesta en valor de la democracia como un sistema que mejor representa esa pluralidad”, remarca.

La presidencia pro tempore del Mercosur está en manos del presidente brasileño Luiz Inácio Lula da Silva y un objetivo que plantea, según Carlotto, en derechos humanos está fuertemente vinculado a la consulta pública sobre distintas materias. “Es decir, en el marco del proceso de integración de los países, tengamos en cuenta la voz de nuestros pueblos y sus representantes en la discusión de la agenda pública”, explica.

“Es crucial que formemos a los agentes del Estado en esta materia y con estos instrumentos para generar cambios reales”

La situación de los migrantes, el racismo, la xenofobia, las problemáticas que atraviesan los pueblos originarios en cuanto a la tierra y la conservación de su cultura y modos de vida, y la violencia de género son puntos clave que se trataron en las reuniones con representantes de instituciones que deberían ser garantes en nuestro país, especialmente el Viceministerio de Justicia. “Es crucial que formemos a los agentes del Estado en esta materia y con estos instrumentos para generar cambios reales”, sostiene.

Según explica Carlotto, esto está revestido de la experiencia traumática que tuvieron nuestros pueblos durante los periodos dictatoriales; y el fortalecimiento de las políticas de memoria, verdad y justicia es clave en ese sentido. “No todos los países han llevado procesos similares y venimos también a aportar desde la experiencia del instituto a fortalecer la demanda que los familiares de víctimas de los regímenes plantean a sus gobiernos”, añade. Esta causa es muy cercana a Remo, ya que su hermana, Laura Carlotto, fue secuestrada y desaparecida por las fuerzas represivas de la dictadura argentina cuando estaba embarazada. Su madre, Estela de Carlotto, fundó la asociación Abuelas de Plaza de Mayo para buscarlos. Allí el directivo empezó su labor en materia de derechos humanos e investigación desde muy joven.

Un espacio de encuentro

Las funciones del IPPDH tienen que ver con el acompañamiento, la asesoría y la propuesta. Tanto la Comisión Interamericana de Derechos Humanos como la Corte Interamericana de Derechos Humanos son un sistema de monitoreo, control, denuncia y sanción; esta institución supranacional, en cambio, busca trabajar en la agenda compartida entre los países de Sudamérica, especialmente del Mercosur.

“Nosotros decimos con mucha fortaleza que los derechos humanos no son una opción de los gobiernos, sino políticas de Estado a ser respetadas por cada uno de los países y deben tener el criterio de progresividad”, afirma Remo Carlotto. El proceso de integración regional también ha de estar marcado por una agenda común en este tema.

“Nosotros decimos con mucha fortaleza que los derechos humanos no son una opción de los gobiernos, sino políticas de Estado a ser respetadas por cada uno de los países y deben tener el criterio de progresividad”

El IPPDH se posiciona como un lugar de articulación y encuentro, lo que significa también un proceso de revisión crítica y autocrítica sobre el desarrollo de políticas: “No solamente la expresión de voluntad sino la concreción, que se transforme la realidad”. “Lo que antes eran procesos de liberación enmarcados en la construcción de la agenda de la justicia social, hoy se integran en una mirada de DD. HH., con compromisos que los países hicieron durante años de suscribirse a tratados internacionales en derechos (civiles y políticos, además de económicos, sociales, culturales y ambientales)”, detalla.

Estos compromisos deben ser una realidad tangible en el desarrollo de políticas públicas: “Es lo que pedimos a esta gestión de gobierno, pero también al Estado paraguayo en sus tres poderes para que articulen”. Así, la capacitación y formación en materia de derechos humanos de los agentes públicos es fundamental. “Los pactos y tratados a los que nos hemos suscrito deben ser letra viva en el día a día de las personas”, remarca.

“Lo que planteamos a los funcionarios es que nadie se realiza en una comunidad que no se realiza; ahí hay una clave para nosotros de pensar que el desarrollo individual y el colectivo están absolutamente vinculados, no se pueden escindir, no es posible que una porción mínima de la sociedad sea feliz mientras el resto sufre”, finaliza.

Remo Carlotto, director del Instituto de Políticas Públicas en Derechos Humanos del Mercosur. Fotografía: Fernando Franceschelli.

Son nuestros

A una semana del aniversario de la Declaración Universal de Derechos Humanos, que proclamó sus principios como “un ideal común para todos los pueblos y naciones”, es más importante que nunca recordar que estos son inalienables. En momentos cuando sectores negacionistas y de ultraderecha toman cada vez más poder, es importante recordarlo. En nuestro país, los negacionistas del cambio climático llegan al Congreso.

“No queremos regresividad de las conquistas, preocupan mucho los sectores que cuestionan el funcionamiento de la democracia, las nostalgias por las dictaduras y el autoritarismo. Tenemos que ser firmes defensores del criterio, de los derechos humanos, del Nunca Más (proceso de memoria argentino), pero también necesitamos un Nunca Más para los chicos con hambre y las graves violaciones a los DD. HH.”, afirma Carlotto. El proceso de diálogo que lleva adelante el IPPDH es fundamental para la integración no solamente desde el punto de vista económico, sino principalmente de los pueblos.

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