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Habitar el espacio para construir memoria

Una mirada dentro del Centro Paraguayo de Estudios Sociológicos

Muchas veces, al caminar por el microcentro capitalino, pasamos frente a joyas que contienen en sí mismas un fragmento de la vida de nuestro país. Es el caso del Centro Paraguayo de Estudios Sociológicos (CPES), que alberga en sus paredes cientos de historias que hoy exigen ser contadas.

Por Laura Ruiz Díaz. Fotografías: Alegría González y Lisa Di Benedetto para Acción Archivo Memoria.

El primer espacio donde se difundieron y se estudiaron las ciencias sociales fue la universidad. En 1900, 10 años después de la fundación de la UNA, se creó la cátedra de Sociología en la carrera de Derecho y Ciencias Sociales, de la mano de Cecilio Báez, quien posteriormente sería presidente de la República. En 1960 nace la Universidad Católica, donde también se hacían estudios de esta disciplina.

Pero, de alguna manera, las ciencias sociales se circunscribían a estas instituciones. En 1964, en plena dictadura, se creó el Centro Paraguayo de Estudios Sociológicos (CPES), con el objetivo de generar documentos que permitan comprender mejor la realidad socioeconómica, cultural y política del Paraguay y de América Latina.

El CPES impulsó desde el comienzo cuatro líneas de acción: investigación, formación de investigadores, creación de un archivo documental y actividad editorial. Así, por ejemplo, la hemeroteca se conformó de una vasta serie de archivos periodísticos de los siglos XIX y XX, sistematizados en centenares de volúmenes para su análisis académico y científico. Además, crearon la Revista Paraguaya de Sociología (RPS), que celebró hace poco sus 50 ediciones. Fue el primer centro de estudios de ciencias sociales, con sus oficinas ubicadas sobre la calle Eligio Ayala casi Estados Unidos.

Refugio de conocimiento

Uno de los fundadores fue el doctor Domingo M. Rivarola, quien manifestó a los medios que “fue una iniciativa entre ocho o 10 amigos de formar un lugar en donde reunirse, debatir sobre las ciencias sociales, escribir sobre esos problemas y publicar”. Para conocer más sobre la historia de este espacio, nos pusimos en contacto con su hija, Mirtha Rivarola, quien hoy también es socióloga y forma parte de la comisión directiva del CPES.

“El CPES nace en un contexto adverso, en plena dictadura, cuando lógicamente cualquier pensamiento en lo social o una mirada distinta era complicado; pero también en América Latina había un resurgimiento de las ciencias sociales y sobre todo de la sociología crítica, que cuestionaba los problemas de la sociedad”, cuenta.

Así, el CPES buscaba discutir las problemáticas sociales desde un punto de vista académico-institucional. “Ya existían producciones anteriores, pero con la fundación del centro empieza a darse este estudio de la realidad desde la propia disciplina de la sociología”, afirma Rivarola.

En ese contexto también se formó una alianza con el Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales (Clacso) y, más adelante, con la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (Flacso). Mirtha resalta que “hubo un gran apoyo de la comunidad de América Latina. Constantemente venían a hacer cursos, charlas y seminarios que fueron, justamente, contribuyendo para que la ciencia social se institucionalizara”.

En palabras de la socióloga, las líneas de investigación incluyen estudios agrarios, con temas como estructura, cultura y organización social campesina; minifundio, colonización, tecnología y reforma agraria; educación, donde se abordan tópicos como las políticas de enseñanza, todo lo que implicaba el nivel superior y también con un énfasis en bilingüismo; estudios de género, con la publicación de una revista que trataba el tema; política, relaciones internacionales y economía, además de un énfasis en la investigación para crear políticas públicas. Y también, a partir de estos tópicos, se fue creando mayor conciencia sobre la situación del país en ese sentido.

Mirtha formó parte de este proceso, sobre todo en lo que se refiere a género. “Nos juntamos unas cuantas investigadoras a comenzar a leer un poco de género, y a mirar la problemática de la mujer en esta perspectiva; así se conformó un grupo de estudio que lanzó posteriormente una revista llamada Enfoques de Mujer para difundir estos procesos investigativos”, cuenta. Otras publicaciones que editó el CPES fueron la Revista Paraguaya de Sociología, Coyuntura Económica, Perspectiva Internacional Paraguaya y Ñemity, una publicación cultural bilingüe.

Los logros del espacio fueron muchos. De hecho, la Revista Paraguaya de Sociología se sigue editando ininterrumpidamente desde hace más de 60 años, pero se venía realizando con más esfuerzo por falta de una mirada enfocada en lo social desde el mismo Estado. “Cada vez hay menos recursos para las ciencias sociales”, reclama Mirtha. “También tiene que ver con que es una disciplina que como mira la realidad y es crítica a la misma, no siempre es muy bienvenida”, reflexiona.

Esto obliga a que los centros de investigación que trabajan en este ámbito tengan que buscar recursos de manera permanente y, generalmente, los estudios con foco en lo social quedan abandonados. “Sin embargo, entender la problemática de un país, lo que pasa con los grupos sociales y los cambios que hay en la población es fundamental para aplicar políticas públicas que respondan a la realidad. Hay una gran investigadora que dice que es imposible la democracia sin la ciencia social, porque justamente esta nos permite entender nuestra sociedad y los procesos democráticos”, manifiesta. Y finaliza: “En ese sentido es primordial seguir batallando por mejores recursos para que la investigación en ciencias sociales reciba justamente la importancia que se merece. Yo creo que es esencial para el país”.

La casa

Esta falta de mirada de las instituciones del Estado se sintió en el CPES y, de a poco, fue contando con cada vez menos recursos a partir de los 90 e inicios del 2000. En 2019, tuvieron que donar la hemeroteca, pues no tenían los medios necesarios para la conservación de los archivos. Esta carencia fue copando todos los espacios.

Al entrar al edificio, lo primero que llama la atención es su arquitectura. Como unos laberintos con las paredes llenas de historia, el CPES se alza en sus cimientos que también son las bases de las ciencias sociales. Ilustres de la sociología paraguaya como Carlos Pastore, Ramón Fogel y Lorena Soler pasearon por sus pasillos, y esos mismos corredores fueron escenario de las primeras reuniones de los grupos feministas.

A esta casa se acercó Paola Ferraro, que también tiene una conexión muy cercana, ya que su padre, Óscar Ferraro, trabajó en ese mismo lugar por 13 años. “A partir de la donación de la hemeroteca, tarea en la cual colaboré, me empezó a interesar el archivo y, sobre todo, el estado del mismo”, cuenta.

De a poco, se fue gestando una idea que muy pronto cobraría forma. Así como ella y Mirtha, muchas personas tenían un relacionamiento con el centro, pero desde lo afectivo. Más allá de la historia asentada en los libros, había una narración de las personas y de la misma casa que merecía ser contada. “Me interesaba mucho dar a conocer parte de las anécdotas íntimas que este lugar público tiene, el otro lado de la gran construcción histórica”, plantea Paola.

La primera idea fue una obra de teatro. Hizo una ronda de entrevistas con los fundadores, pero no conseguía captar esa historia afectiva. Entonces, nació la idea de las mingas, como un pretexto —sumamente necesario, vale decirlo— para encontrarse. “Para mí era muy importante abrir la casa, hacer que las nuevas generaciones se vinculen con el pasado”, dice. Y explica: “Observo no solo en las ciencias sociales, sino en todos nuestros procesos, que el arte e incluso la militancia política sufrió cortes generacionales muy violentos a consecuencia de la dictadura. Somos generaciones huérfanas de referentes”. 

Ese fue el principio del proyecto Acción Archivo Memoria. El nombre de las mingas, justamente, era Encuentro entre dos tiempos. “Vino gente más joven a ayudar a limpiar los recintos que estaban abandonados, la excusa era la obra de teatro, pero terminamos generando que también se apropien del espacio”, resalta.

“La minga fue un proceso para romper el relato oficial y empezar a contar la memoria desde lo afectivo; también para ver qué pasa si abrís la casa. Como si al hacerlo, ella expusiera su propia historia”, afirma. La obra de teatro surgió a partir de la propia experiencia y la protagonizan personas que se sintieron atravesadas por esta conexión con el espacio. Así, sucedió algo casi mágico: nuevas generaciones lograron identificarse con el mismo archivo y, en consecuencia, con la historia de un centro que fue clave a la hora de retratar la realidad paraguaya.

Una casa. Memoria-archivo del CPES

La obra de teatro se estrenará el 29 de setiembre en el local ubicado sobre Eligio Ayala y Estados Unidos. Los intérpretes son Kattia Sánchez Orué, Óscar Ferraro y Sara Campos. La dirección estuvo a cargo de Paola Ferraro, la producción fue responsabilidad de Vivian Genes y el asesor en dramaturgia fue Roberto Cardozo. Además, colaboraron en el proyecto Lisa Di Benedetto, Alegría González, Rebeca Zaracho, Rolfi Gómez y Mateo Mercado. La producción general recayó en las manos de Proyecto Acción Archivo Memoria y Tercer Espacio Colectivo. Para más información, consultar en Instagram la cuenta @accionarchivomemoria.

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