Entrevistas

Expertos en el ritual nacional

El arte de asar

Samuel García es un joven emprendedor que, con menos de 30 años, ha logrado conquistar un mercado indiscutiblemente local: el de las parrillas. En esta nota exploramos su camino, su proceso y su amor por el asado bien hecho, a lo paraguayo.

Hay una escena que en nuestro país siempre se repite: es domingo, se acerca el mediodía y el carbón ya está encendido. De a poco desfilan los embutidos y cortes de carne, mientras la mandioca termina de hervir y la música suena en la radio. La conversación fluye con facilidad y el asador es el centro de toda la fiesta.

Definitivamente hay un antes y un después del día en que decidimos hacer un asado. El ritual, la paciencia para poner la carne, la temperatura perfecta, todo forma parte de una costumbre que pasó de generación en generación en este territorio, hasta que nos convertimos en referentes de este plato. Y cada uno, seguramente, tiene su propia historia alrededor del fuego.

La primera vez que Samuel García encendió una parrilla tenía 12 años: “Mi viejo me dijo que ya debía hacerlo cada domingo; me mostró secretos de cómo mantener el calor todo el tiempo, que una sola vez debés dar la vuelta y otras cosas más… Mi conexión más fuerte con él está ahí. Así aprendía sobre asado y sobre otros temas”.

Fotografía: Fernando Franceschelli. Tratamiento digital: Beto Sanabria Britos.

A él, y a muchos paraguayos, la parrilla le remite a la alegría, al compartir con familia y amigos. “Celebrar algo es un ‘hacé fuego y comemos un asado’”, comparte.

Con este precedente, no es sorpresa que Samuel haya elegido dedicarse a esto para vivir. En esta nota te contamos sobre su empresa, Dr. Parrilla, y su amor por el asado.

Cuestión de mirar el paisaje

A los 18 años Samuel estudiaba en Córdoba (Argentina) y trabajó como ayudante en una herrería. Dos años después volvió a Paraguay y tuvo que reinventarse: tomó todos sus ahorros y los invirtió en una máquina de soldar, un taladro y una pulidora. Esos fueron los inicios de su emprendimiento. Con el tiempo, el sistema, el tipo de material y los accionamientos fueron mejorando. Y así se convirtió en la mejor fábrica de parrillas del país.

Fotografía: Fernando Franceschelli. Tratamiento digital: Beto Sanabria Britos.

El proceso fue un camino de resiliencia. Samuel lo compara con la montaña peruana de la laguna Humantay, a 4200 metros de altura. “Es el ejemplo más vivo que tengo de emprender: tardás como cuatro horas en subir y de verdad es duro, y pensás muchas veces en retroceder, pero con cada 100 metros que avanzás, el paisaje es cada vez más increíble. Cada vez tenés un panorama más claro”, retrata.

“Hay que disfrutar el proceso de emprender, porque al llegar arriba te espera lo mejor, y ahí ves todo lo que pasaste. Se siente realmente satisfactorio”, remarca.

El camino no está exento de dificultades y miedos. Samuel cuenta que su sostén fueron su fe y su capacidad de creer en sí mismo: “Creo firmemente que tenemos lo que merecemos según lo que estamos dispuestos a sacrificar, de cuánto tiempo queremos invertir en nuestro proyecto de vida, salir de nuestra zona de confort o más bien expandirla”, afirma. Es, para él, el primer tramo de la subida del proyecto de vida.

Fotografía: Fernando Franceschelli. Tratamiento digital: Beto Sanabria Britos.

El fuego como legado

El asado paraguayo es un ritual social y cultural con una fuerte impronta en nuestro territorio. Esta idea es la que Samuel busca en cada uno de los productos de Dr. Parrilla, diseñados para durar, adaptarse y, sobre todo, propiciar el encuentro.

Su experiencia internacional lo ha llevado a observar las distintas prácticas, y considera que la diferencia clave está en el tiempo que en Paraguay se le otorga al fuego. “En otros lugares tiran un bife vuelta y vuelta; acá se cocina lento y se conversa”, resume. Las parrillas que fabrica buscan justamente eso: facilitar el tiempo compartido.

Desde el punto de vista técnico, el foco está puesto en los materiales, la ventilación, encendidos automáticos y un exhaustivo control de calidad antes de que cada unidad salga de la fábrica. Por eso, su apuesta es que cada comprador sienta satisfacción desde el primer asado, que lo recuerde positivamente.

Fotografía: Fernando Franceschelli. Tratamiento digital: Beto Sanabria Britos.

Con una mezcla de inventor, artesano y embajador cultural, Samuel busca posicionar a Dr. Parrilla como referente regional. La internacionalización es parte de esa meta. “Cuando montamos un producto paraguayo afuera, llevamos una forma de vivir. Es una herramienta de conexión entre culturas”, sostiene. Uno de los planes a futuro, bastante ambicioso, es llevar su producción a toda América Latina y Central. Están negociando para convertirse en una multinacional con franquicias en México y Panamá.

Su proyección es clara: consolidar una marca con identidad propia, con base en la tradición local y aspiraciones globales. Detrás del humo, el acero y las brasas hay mucho más que una simple grill; en cada Doctor Parrilla hay historia, familia y propósito. El proyecto nació del ingenio, la resiliencia y también de la nostalgia; del deseo de crear algo único, con su hermana como compañera de sueños. Hoy, esa llama sigue encendida en cada quincho que crean. “No es solo acero bien trabajado”, repite, “es corazón y respeto por quienes lo van a usar”.

Para experimentar la calidad y la pasión que Dr. Parrilla pone en cada producto, se puede contactar a través de su página web www.doctorparrilla.com.py o en Instagram y Facebook como @drparrillapy

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