Cultura

Presente y futuro del arte

El cruce entre lo analógico y lo digital

El arte y la cultura son reflejos de nuestras sociedades. En una realidad de crisis, su fuerza transformadora emerge para dar lugar a la creatividad y acortar distancias con el público.

“La poesía es un arma cargada de futuro”, dijo el poeta español Gabriel Celaya. Para seguir imaginando el porvenir del Paraguay y en específico de las artes y la cultura nacional, Diego Ayala Valdez se vale de esta frase.

Él es gestor cultural, escritor y editor; uno de los propulsores del espacio cultural alternativo Literaity. Aquella casona que por su ubicación geográfica (Chile casi Manduvirá) ya representa una disputa a las estructuras. Antro de escritores, escritoras, actores y actrices.

Cuando la pandemia empezó, estaban en pleno ciclo de poesía de verano Tertulia subtropical, en el que poetas emergentes de Asunción y otras ciudades compartían sus textos a un público sediento, no solamente de cerveza, sino también de poemas punzantes, cursis y existenciales.

“Como somos un espacio autogestionado, la imposibilidad de abrir nos afectó mucho. Tuvimos que suspender todas nuestras actividades. No sabíamos cómo sostendríamos el espacio en este panorama. Nos planteamos la posibilidad de entregar las llaves”, cuenta Diego, quien con sus compañeros, también se vio perjudicado en lo laboral.

Aplicaron a fondos de cultura que se abrieron en esos primeros meses. Lastimosamente, no quedaron. Pero como desde un principio les movió la filosofía de la autogestión, lo que hicieron fue nuevamente asumir ese espíritu. Así nació su primer programa virtual, Está todo cocinado, un guarara gastronómico y poético con el que buscan transmitir lo que se vive comúnmente en el espacio.

“Casualmente, el nombre hace un juego de parodia a la situación política y social del país a nivel gubernamental”, comenta Ayala. El programa empezó como un vivo de Facebook, gracias a compañeros audiovisualistas como Esteban Corti y Xime Zarratea, en el que mostraban los diferentes espacios y aparecían los integrantes de la comunidad, que compartían algún poema o canción y así generaban ese ambiente de cercanía.

Para seguir con sus programas y segmentos, Literaity apela a la búsqueda de auspiciantes y
mecenas. Los interesados se pueden comunicar por medio de sus redes como @literaity.

Con las pruebas, fueron mejorando la producción y la edición del programa, y añadieron segmentos como el de Poesía en tu casa, que en sí mismo funciona como un proyecto independiente y busca dejar registro de los escritores emergentes y contemporáneos del país. Las poetas Lourdes Benítez y Cinthia Martínez ya compartieron sus poemas.

“Nos dimos cuenta de que anteriormente hacíamos demasiadas actividades, pero no nos deteníamos a pensar en los registros. Ahora entendemos cuán importante es, así que tratamos de cuidar eso y de cubrir el trabajo y la inversión que requiere”, asegura el gestor cultural.

Junto a otros 10 espacios, Literaity forma parte de la Red de Centros Culturales del Centro Histórico de Asunción (Escucha), con la que intentaron acercarse a la Secretaría de Cultura para dialogar sobre alternativas. Sin embargo, no recibieron respuestas.

En todo momento recibieron apoyo y ayuda de amigos y amigas, gente perteneciente a la comunidad poética que creció en estos tres años de trabajar por las letras nacionales. Además, en julio fueron adjudicados por el fondo de emergencia de la plataforma Emergentes, llevada adelante por la Fundación Itaú y la Fundación Carlos Pusineri. Gracias a ese dinero pagaron el alquiler y adquirieron equipos como luces, micrófonos, etcétera, para mejorar las transmisiones y las producciones audiovisuales.

Para Diego y sus compañeros, la concepción de cultura que tienen guarda relación con el encuentro, el intercambio de experiencias y la construcción colectiva, por lo que no ven un futuro viable para Literaity solamente a través de lo virtual.

“Las plataformas digitales nos permiten acercarnos, sobre todo en este tiempo de crisis, pero no creemos que podamos subsistir así. Esperamos reabrir con los cuidados adecuados cuando empiece la fase 4”, menciona.

El centro cultural también está trabajando en el proyecto Literaity Ediciones, encabezado por Diego Ayala Valdez. En un mes aproximadamente presentarán una antología de poesía y cuentos de autores contemporáneos paraguayos. La idea es seguir desde esa perspectiva como una editorial independiente, sin dejar de lado los otros proyectos.

Desde el centro cultural están convencidos de que sin la ayuda de instituciones como la Secretaría Nacional de Cultura, muchos sitios se verán en la obligación de cerrar sus puertas. Mientras puedan, seguirán resis-
tiendo desde su trinchera, que es la poesía, aquella que ayuda a proyectarnos, a creer y crear sueños y utopías,
a canalizar emociones y sentimientos, y que se vuelve imprescindible en este momento histórico.

Trabajar en red

“Creemos que la música y las artes en general son un componente primordial para incentivar esa reconexión social que nos permitirá seguir distinguiéndonos como seres humanos”, opinan Víctor Morel y David Messina, quienes llevan adelante Síncopa Producciones.

La productora nacional —dedicada a la promoción del jazz y afines, y organizadora de eventos como el Festival del Día Internacional del Jazz Asunción o el ciclo de música Jazzcional— tenía un calendario cargado de conciertos este año; incluso ya habían sido adquiridos los pasajes para los artistas internacionales que participarían.

Ante la realidad, hubo que replantearse las posibilidades. “Es indudable que fue devastador el golpe en cuanto a la economía de los espectáculos en vivo en el sector musical. En nuestro medio vimos un crecimiento sostenido en los últimos años de la industria del entretenimiento y específicamente en el sector musical eran muy importantes los ingresos que generaban los grandes festivales para toda la cadena de proveedores”, detalla David Messina, productor y promotor cultural.

En Síncopa decidieron participar del llamado de los Bonos Creativos de la Fundación CIRD y el Banco Interamericano de Desarrollo, cuyo requisito era usar componentes tecnológicos para el desarrollo de la propuesta. Los chicos salieron adjudicados con su propuesta del ciclo Jazzcional.

“Nos pusimos metas innegociables, y una de ellas era la calidad de sonido e imágenes durante la transmisión. Por eso decidimos utilizar como locaciones cuatro de los mejores estudios de grabación de nuestro medio”, comparte Víctor Morel, baterista de jazz y director artístico.

La idea también fue involucrar a una gran cantidad de trabajadores que pertenecen a la cadena productiva de un espectáculo: diseño y arte, producción, sonido, escenario, audiovisual, artistas, entre otros. Fue así que presentaron cuatro fechas de shows en vivo y en directo, a través de la plataforma Vimeo, con una diversidad de artistas y propuestas que fusionan jazz, rock, folclore y soul. Entre ellos se destacan: Toti Morel, Purahéi Soul, Juanjo Corbalán Cuarteto, y Andrea Valobra y Jazz Trío, que cierran el ciclo el lunes 31 de agosto a las 20.30.

Con la respuesta positiva del público, David y Víctor ya están ideando otras propuestas para llegar a distintos mercados e innovar en cuanto a presentaciones.

En palabras de Messina, el aprendizaje más importante en estos tiempos difíciles es la importancia de fortalecer el trabajo cooperativo y en red entre los distintos actores de la escena musical y creativa en general.

“La pandemia vino a dejar en claro la influencia de las nuevas plataformas de distribución de contenido, la modalidad ‘bajo demanda’ (on demand), el streaming y las herramientas a disposición de productores y artistas”, dice Messina.

Destaca además que esta alternativa online abre la posibilidad de llegar a un público más amplio, en cualquier parte del mundo: “Vemos como una ventaja la posibilidad de llegar al público en una época en la que cada uno busca la libertad de consumir contenido de acuerdo con sus tiempos”.

La productora seguirá explorando las opciones que les proveen las plataformas tecnológicas y trabajando de forma colaborativa, pero también consideran que el Estado y sus diferentes instituciones vinculadas al quehacer cultural tienen un rol muy importante en este escenario. Deberían abrir espacios para el diálogo y generar oportunidades, junto al sector privado, para incentivar la creación artística.

El punto donde convergen arte y tecnología

“Conjugar arte y tecnología es desafi ar a nuestras propias percepciones sobre lo que ya conocemos y a la vez da lugar a nuevos universos imaginarios”, piensa Alegría González Planás, una de las artistas participantes de la Expo Pop-Up Tech, organizada por la oenegé de derechos digitales Tedic.

La organización explora cómo las identidades, las violencias y ciertos derechos que tienen que ver con el género se manifiestan tanto en el mundo físico como en los espacios digitales. Con esta muestra, quisieron sumarle el componente artístico a esa relación.

Para desarrollar este proyecto tomaron como base el Manifiesto Cyborg, de Donna Haraway, explica Belén Giménez, de Tedic, en el que la autora plantea la unidad compuesta entre humano y máquina como metáfora para reevaluar la división entre hombre y mujer; como también las reivindicaciones de Sadie Plant, que apunta al vínculo entre las máquinas de telas y la programación para la feminización de la tecnología.

La expo organizada por Tedic se pudo llevar a cabo gracias al apoyo del Fondo Prince Claus y al Centro Cultural de España en esta primera presentación. Desde la oenegé esperan desarrollar futuras ediciones para seguir profundizando los conceptos en cuanto a arte, tecnología y derechos digitales.

“Esas lecturas permiten refl exionar sobre la necesidad de que todas las personas e identidades ejerzan plenamente sus derechos en internet y los límites del género”, dice Belén, asistente de proyectos de la oenegé.

Cyborgfeminista: Expo Pop-Up venía gestándose desde antes de la pandemia y estaba concebida como una exposición física que se mostraría en centros culturales, galerías y espacios comunitarios, pero se transformó en un museo virtual. Asimismo, los procesos de formación también eran talleres presenciales que se convirtieron en webinars.

Fue un desafío trasladar todo eso a un formato online; sin embargo, habilitó la posibilidad de que se sumen personas que no residen en el país, como las paraguayas Naitsirc Ortsac y Jazmín Ruiz Díaz, o participantes de la región como Lupita Quispe, de Ecuador, y Pamela Castillo, de México.

“Entendimos qué conceptos de derechos digitales son los más cercanos a las vidas de los artistas en la región, y cuáles todavía se ven muy lejanos. Muchas obras tratan sobre las identidades, el cuestionamiento de los espacios, el deseo, los cuerpos, la memoria; por ende, se trabajaron ejes de género, libertad de expresión y privacidad, mas no tanto otros aspectos como biometría, inteligencia artifi cial, capitalismo de vigilancia, que sí cubrimos en la parte formativa del proyecto”, afirma la coordinadora.

Ofuscación se denomina la obra desarrollada por Alegría González, que explora la memoria colectiva a través de archivos que están actualmente alojados en el Centro de Documentación y Archivo para la Defensa de los Derechos Humanos.

Según Lucía Egaña, en el texto curatorial, Alegría no explora las zonas del terror nacional desde la obviedad de lo explícito, sino a través de materiales que suelen ser ofuscados en los archivos institucionales. Esquelas, notas, poemas, declaraciones y despedidas, clasificadas con nombres genéricos y códigos “neutrales”.

“¿Qué nos dicen (nombres de archivos como) R008F0074 o R008F0075 de un proceso histórico, político y social con implicaciones subjetivas e identitarias? Probablemente poco, y de esta forma el proyecto Ofuscación nos invita a preguntas en torno a la naturaleza de los archivos y a cómo se articula la memoria (o la desmemoria) a través de ellos”, propone Egaña.

Este trabajo es solo la introducción de la artista hacia otras perspectivas donde convergen estas disciplinas y a su indagación por la función social del arte, más aún si tenemos en cuenta la realidad que estamos viviendo.

Se puede visitar en la web https://expo.tedic.org. La misma contiene los trabajos de artistas de diferentes disciplinas como David Amado, Bastión Moral, Adriana Peralta, Jazmín Ruiz Díaz, entre otros.

La sugerencia de Alegría es producir y consumir de manera responsable. Cita a la fotógrafa ecuatoriana Isadora Romero para proponer la colectivización de la experiencia, en busca de una noción más completa de lo que sucede, para evidenciar las desigualdades que trajo consigo la pandemia.

Belén señala que una de las alternativas que surgieron de los encuentros de la exposición sobre el presente y futuro del arte es la cruza de lo analógico con lo virtual: “Experimentar con espacios digitales que permitan plasmar ciertos medios y conceptos que son mediados a través de las TICs; ver cómo de esta manera el arte puede llegar a más gente y no estar limitado a solamente cuatro paredes, o en todo caso, cómo resaltar algo que ya existe físicamente con algún componente virtual”, expresa.

Para la trabajadora de derechos digitales es imprescindible que creemos nuestros propios mecanismos y redes de apoyo por medio de la pérdida del miedo hacia las máquinas de poder; que conectemos esos cables submarinos de internet a nuestro cableado cultural, que burlemos la obsolescencia programada, que creemos personas no-binarias en línea, que reconstruyamos las computadoras y nuestro entorno, y hackeemos la sociedad para extirpar la desigualdad y la violencia. “Habitar la red con nuestros lenguajes, idiomas, creencias, conocimientos, cultura y vida, donde cualquiera pueda aparecer y transitar libre y segura”, finaliza.

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