Cine

Qué nos dio Argentina, 1985

El cine, un ejercicio de memoria

Argentina, 1985 contó una de las historias latinoamericanas más controversiales de los últimos 40 años; se llevó salas llenas, un Golden Globe, semanas enteras de trending topic en Twitter y, sobre todo, cientos de opiniones. Esta es una más.

Pocos sucesos marcaron tanto la lucha global por los Derechos Humanos como el Juicio a las Juntas en Argentina. No es para menos: detenciones arbitrarias, ejecuciones, exilios forzosos, torturas con el supuesto objetivo de obtener información, violaciones y abusos sexuales, 30.000 desaparecidos, alrededor de 500 bebés robados —separados de sus familias y apropiados bajo otra identidad—, y ni hablar de los bienes que fueron “chupados” por la dictadura cívico-militar comandada por Jorge Rafael Videla.

El Estado no solo se convirtió en un aparato represor. Además, se creó un sistema paralelo. Cientos de personas secuestradas se convirtieron en trabajo esclavo para los oficiales de la dictadura, como el caso de Emilio Eduardo Massera que, mientras estuvo al frente del centro clandestino de detención que funcionaba en la Escuela de Mecánica de la Armada (ESMA), obligaba a los detenidos a trabajar en su figura política. Estos debían hacer informes de prensa, materiales de comunicación, falsificación de documentos para los “servicios” (Fuerzas Armadas paralelas).

Bajo la propuesta de “combatir la corrupción, la demagogía y la subversión”, el Estado procedió a la aniquilación sistemática de todo militante, simpatizante o adherente del campo popular, de todas las personas cercanas y muchas otras que solamente tuvieron la mala suerte de ver, escuchar o preguntar de más.

Escena de Argentina, 1985.

El 10 de diciembre de 1983 se recuperó la democracia en Argentina y Raúl Alfonsín asumió la presidencia del país, con la estructura del poder de la dictadura cívico-militar intacta. Tres días después, Alfonsín ordenó enjuiciar a los máximos responsables de esos crímenes, y así inició el proceso judicial conocido como el Juicio a las Juntas.

El juicio es la piedra que apuntaló la democracia en un movimiento histórico de memoria, verdad y justicia, un ejemplo a nivel mundial de reivindicación política frente al genocidio de toda una generación, que vio en el activismo una esperanza para un mundo mejor. Este proceso formó parte de una lucha colectiva por la memoria de los desaparecidos.

Con todo ese contexto, ¡qué mucho esperamos el estreno de Argentina, 1985! Para quienes entendemos esta lucha colectiva como propia y lamentamos la muerte, persecución y tortura de nuestros padres, abuelos y compañeros históricos, era estar un pasito más cerca de un proceso nuestro.

En el filme, su director Santiago Mitre toma como referencia el hecho y narra la odisea del fiscal Julio Strassera y de su ayudante, el “inexperto” Luis Moreno Ocampo, al poner foco en el importante papel de la fiscalía en el juicio. 

Ricardo Darín en el papel del fiscal Julio Strassera.

¿La fotografía? Javier Juliá, el director del área, se lució con planos detalle y una colorimetría de época que nos remonta a los 80 desde el primer fotograma. ¿El trabajo de recuperación de archivo? Excelente.

Amamos a Ricardo Darín en todos sus papeles, y al encarnar a Strassera, definitivamente, dejó mucho de sí. El parecido físico entre Peter Lanzani y Luis Moreno Ocampo no deja de sorprender, y su personaje identifica a más de un joven con ganas de cambiar el mundo con su trabajo. 

Entonces, ¿qué faltó? Si tiene todo, es linda visualmente, un guión que funciona (en la inflexión entre tensión, terror y expectativa), llenó salas de cine, ganó sus merecidísimos aplausos y puso sobre la mesa el juicio histórico. Resulta que, como escribió el periodista Juan Pablo Cinelli, es “una película política a la que resulta oportuno abordar y discutir políticamente”. 

Peter Lanzani y Ricardo Darín buscan justicia en Argentina, 1985.

Cinelli habla del “cine clásico como vehículo político”. Defiende a Mitre porque “no elude plantear situaciones abiertas al debate”. Sin marcar culpables, el director se limita a narrar los hechos desde lo concreto. Por mi parte, creo —y espero no ser la única— que allí radica el error. Sí, es una película política y muchos hechos quedaron sin narrar. Las omisiones también son una postura. 

Omite, por un lado, un Congreso que derogó la Ley de Amnistía y también un hecho político clave, de la mano de Alfonsín: la orden directa del juicio militar —donde los responsables serían juzgados por sus camaradas, por más inverosímil que suene—. Y, si me preguntan, también me hubiese gustado un epílogo que tocara las leyes de Punto Final y Obediencia Debida, que el primer presidente de la democracia implementó para blindar a los actores de la dictadura. 

Otra laguna es la participación de los actores civiles en la dictadura, quienes, incluso hoy, hacen y deshacen las cosas en Argentina (igual que acá). Los que fueron tan bien retratados en la película La historia oficial (1985), en esta producción contemporánea brillaron por su ausencia. Si bien el guión no se centraba en esa parte del relato, pudo haber tocado el tema de refilón.

Ricardo Darín y Santiago Mitre, director de la película, en los Globos de Oro.

¿Qué nos dejó?

Esta semana, Argentina, 1985 volvió a ser nombrada porque ganó el Globo de Oro a Mejor Película Extranjera en representación, además de su propio país, de toda Latinoamérica. No fue su primer galardón, ya se llevó estatuillas de los festivales de Venecia, San Sebastián y La Roche-sur-Yon; y fue reconocida por el National Board of Review y los Premios Forqué. 

Pero no es solo eso. A quienes militamos en el campo popular en Argentina en algún momento, nos dio la posibilidad de poner nuevamente el tema sobre la mesa e inspirarnos a discutir qué consideramos que falta y cómo nos gustaría contar una de las historias más controversiales de las últimas décadas.

Y a nosotros (y acá quiero usar el ore exclusivo del guaraní), que vivimos en el país de Nomeacuerdo, donde damos dos pasitos y nos perdemos, nos brinda la posibilidad de pensar en otras formas de hacer memoria.

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