Psicología

¿Por qué nos cuesta tanto marcar límites?

La complacencia tóxica

El impulso de agradar a los demás puede asegurarnos buenos momentos, pero ¿a qué costo? Los límites cumplen una función importante al resguardar nuestra salud mental y hasta nuestra identidad. Sin embargo, a menudo renunciamos a ellos —instintivamente, a veces— en un esfuerzo por conservar el agrado de quienes consideramos importantes.

Por Leticia Ferro Cartes. Retratos: Fernando Franceschelli.

Me encontré con las ideas de Klara Kernig leyendo sobre psicología. Ella se describe como una persona “complaciente en recuperación”. Dejó sus estudios de PhD en Biología Molecular cuando descubrió que mucho de lo que hacía respondía más a lo que los demás esperaban que a su propia vocación. No estaba siendo sincera consigo misma.

“Aprendí que complacer a la gente era una brillante técnica de supervivencia mientras crecía, pero que causó mucho daño a mi salud mental como adulta. Complacer a la gente durante tanto tiempo se ha convertido en un hábito (…) reprimir mis verdaderos sentimientos y necesidades abrió una brecha entre mi verdadero yo y el yo que creía que debía ser. Llegué a estar tan desconectada de lo que sentía, necesitaba y quería, que tenía sentido por qué ahora, de adulta, tenía dificultades para tomar decisiones por mí misma e identificar lo que deseaba y quién era”, cuenta en su blog Moments of Reflection (https://www.fittingrightin.com). Allí también comparte estrategias para afrontar la complacencia (people pleasing, como se conoce este rasgo en inglés) en su cuenta de Instagram (@fittingrightin).

Esta noción, además de reveladora, me resultó útil y práctica, y por ende, digna de ser compartida con todas las personas que leen la revista Pausa. Porque, ¿cuántos de nosotros dejamos de poner límites sanos o de ser fieles a nuestras ideas por el mero hecho de no incomodar o de, simplemente, complacer al resto?

Amabilidad y complacencia

Según la psicóloga clínica, investigadora y docente Maureen Montanía, esto tiene que ver con una de las cinco características centrales de la personalidad (según la teoría de Lewis Goldberg): la amabilidad. “Dentro de esa etiqueta, lo que queremos medir es un rasgo que tiene que ver con cuánto me preocupo por el bienestar del otro y cuánto pongo su interés antes que el mío”, explica la profesional de la salud.

De acuerdo con ella, la cuestión de la amabilidad responde a un entramado complejo que tiene mucho que ver con el género, porque a las mujeres se les exige estar más atentas a cuestiones que hacen a las necesidades ajenas. Un ejemplo son las tareas de cuidado, como maternidad, asistencia a personas con discapacidades, niños o ancianos. También son la cara más visible en labores de atención al cliente, sean estas presenciales o telemáticas.

Montanía asegura que no puede dejar de mencionarse este aspecto, no por una cuestión de activismo, ni mucho menos, sino porque hay aspectos que, como investigadora, vio en estudios científicos como el que realizaron con mujeres durante la cuarentena: Hogar en pandemia: Desigualdad en tareas domésticas y de cuidado en Paraguay. Gracias a este análisis, su equipo pudo medir cómo recayeron principalmente sobre el sector femenino las tareas de cuidados de salud y de la vida diaria en ese periodo.

Maureen Montanía. Fotografía: Fernando Franceschelli.

Cindy Argaña es una profesional de la psicología destacada por sus innovadoras sesiones de terapia en escenarios atípicos: sus talleres, sesiones caminata y de café reclaman una gran notoriedad en las redes sociales y, por supuesto, entre sus consultantes. “Desde mi punto de vista, la complacencia proviene de nuestra crianza y la información que recibimos internamente sobre lo que obtenemos al complacer. La asociamos con asegurar el amor o la estima de los demás al ceder a sus deseos y no imponer nuestro punto de vista cuando creemos que difiere con el de la persona o grupo con el que interactuamos. Eso nos lleva a olvidar cómo marcar límites, pues creemos que solo hay dos opciones: ser muy exigentes con los otros o ceder ante los temas con la supuesta idea de evitar conflictos”, asegura la terapeuta.

Argaña explica que la relación entre ser amables y complacientes está dividida por una delgada línea. “En una hablamos de la empatía sana y esperada hacia los demás, mientras que la segunda proviene de una hiperempatía, donde ya no hay un límite entre cumplir los deseos del otro y respetar, a la vez, tus propias necesidades”, asevera.

Aunque vienen de distintas corrientes, ambas psicólogas coinciden en que mucha de la complacencia se nutre de la falta de autoconocimiento y, por ende, de límites. Argaña sostiene que nos cuesta ser honestos con nosotros mismos debido a las que creemos que serían las consecuencias si lo somos: “Suponemos que hay más pérdida o riesgo en esa honestidad y puesta de límites que en agachar la cabeza o ceder. Por eso, tendemos a elegir el camino con menos confrontación, pero con mayor desgaste a la larga”.

Cindy Argaña. Fotografía: Fernando Franceschelli.

Componentes culturales: ¿Somos sumisos en Paraguay?

Me atrevo a ensayar —sin sustento científico alguno— que la idiosincrasia paraguaya es una de las más sumisas de la región: tenemos un historial de complacencia desde los tiempos de la Colonia, que se rubrica con 35 años de dictadura militar. Este hecho hizo gran mella en la cultura del país, sin entrar en debates ideológicos o juicios de valor.

La sumisión es un componente crucial para la complacencia tóxica, receta para el fracaso si sumamos a lo mencionado por Montanía y Argaña: una alta marca de amabilidad como factor de doble filo para ponernos límites, propios y a los demás. “No hay un estudio transnacional para decir que las mujeres o las personas en Paraguay son sumisas, pero las estadísticas nos permiten hacer hipótesis”, subraya Maureen. Ella sostiene que atributos que se nos asignan, como “el país más feliz de Latinoamérica”, muchas veces parten de no abordar aquellas cosas que comprometen la salud mental.

Si vamos un poco más allá, vemos que distraernos con mecanismos de escape con sustancias como el alcohol, el tabaco o incluso interacciones sociales constantes nos brindan una fachada de aparente felicidad potenciada por las redes sociales. Para ella, la tesis con la que inicia este apartado no es una idea descabellada, sino lógica.

Maureen detalla que el estudio del que fue coautora, De la universidad a la cuarentena por COVID-19: Afrontamiento y factores psicológicos en estudiantes, con universitarios (adultos jóvenes mayormente), reveló que en la cuarentena, cuando la gente debía afrontar, la amabilidad era un rasgo que comprometía enormemente su salud mental.

Para Cindy, nuestra cultura como paraguayos tiende a evadir todo lo que representa una exigencia hacia los demás, y eso lleva a conformarnos con lo que se nos entrega, sin cuestionar si merecemos más o si deseamos eso. Muchas veces esto podría ser un salario mínimo, calles en malas condiciones, incumplimiento laboral o falta de comunicación en el entorno de trabajo.

A menudo se cree que uno ya no tiene que quejarse porque debería estar agradecido de obtener un salario fijo mensual, lo cual interfiere con notar si debemos aceptar un trabajo a cualquier costo.


TIPS PARA TRABAJAR LA COMPLACENCIA
La psicóloga Cindy Argaña recomienda seguir estos pasos correlativos:

  1. Aprender a marcar límites proviene del autoconocimiento al que llegamos a través de terapia, donde se nos va haciendo evidente qué patrones tenemos y qué tan poco sostenible es seguir llevando ese estilo de vida.
  2. Tras identificar aquellos aspectos que tenemos por trabajar, nos resulta más fácil hacer cambios y por ende relacionarnos de forma más justa, tanto con nosotros mismos como con los demás.
  3. Perder el miedo y la incomodidad de pedir lo que merecemos o establecer límites a lo que no resuena con nosotros.

¿Personalidad o límites?

De acuerdo con Maureen, es crucial pensar que la personalidad per se no es buena ni mala, simplemente es. Si vamos hacia los rasgos extremos, eso nos va a limitar muchas cosas. Para la investigadora, hay mucha sutileza en la amabilidad. Lo que ocurre es que, como todos los demás rasgos de personalidad, se mueve en una escala de percentiles.

Esto se mide en el campo de la psicometría, dentro de la disciplina de la psicología. “Cuando sopesamos la personalidad, lo hacemos en escalas. Entonces, esta se mueve, como todos los demás rasgos, en una cifra del 0 a 100. Para tener una idea, hay personas que pueden estar en un nivel promedio, digamos de 50. Entonces eso significa que esa persona es tan amigable como el 50 % de la población”, ejemplifica.

Aprender a poner límites es crucial si es que identificamos que tenemos un alto grado de amabilidad. Para ella, una pregunta clave a hacernos es: ¿En qué momento les puse una alfombra roja a los demás, para que pasen encima de mis necesidades?

Tenemos que saber ejercitar los límites si existe una tendencia a ser extracomplacientes. “Muchas veces hay una agresividad contenida, no en el mal sentido de la ira o una agresividad que no es sana, sino simplemente la que permite poner límites. Porque los humanos la desarrollamos no para matarnos, sino para llevarnos por un camino que conocemos y para que los otros puedan acercarse (o no) a nosotros”, finaliza.


CINCO RASGOS QUE DETERMINAN TU PERSONALIDAD
Como mencionan ambas profesionales, es importante llegar al autoconocimiento para evitar caer en la complacencia y ponernos como prioridad. Para eso, resulta oportuno conocer los cinco grandes factores (Big Five Personality Traits) de Lewis Goldberg (Chicago, 1932), un prominente investigador en psicología, también identificados con el acrónimo Ocean, por las siglas en inglés. El factor amabilidad es el afectado especialmente en la falta de equilibrio con la puesta de límites y la complacencia tóxica.
Según Maureen Montanía, la teoría de las cinco características de la personalidad “se está sosteniendo a través de las décadas, por lo que podemos confiar en que es un buen instrumento y es útil para la humanidad”.

  • Factor O: Apertura a nuevas experiencias: creatividad y búsqueda de vivencias.
  • Factor C: Responsabilidad, cuánto énfasis brinda la persona a sus objetivos.
  • Factor E: Extraversión, la importancia que se le tiene a la apertura y energía social.
  • Factor A: Amabilidad, tolerancia, tranquilidad y respeto.
  • Factor N: Se refiere al neuroticismo o la inestabilidad emocional, la manera en que la persona afronta situaciones complicadas en la vida.

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