Ana Barreto Valinotti es historiadora y autora de numerosos libros.
Dos palabras que te definan: Audacia y curiosidad.
Un libro que cambió tu vida: En mi alma de niña fueron transformadores Anne of the Green Gables y Lady Oscar.
Tu comida favorita: Las milanesas en día sábado.
Alguna fobia o miedo inusual: A lugares pequeños y sin ventanas. Si de por ahí hay, encima, un cuadro torcido, tanto peor.
¿Cómo es el día normal de una historiadora?
– Un día normal incluye lectura y mucha; sean libros, periódicos en una hemeroteca o de documentación en un archivo. Y apuntes, muchas anotaciones en una libreta. Y fotos, una galería repleta de registros.
¿Qué fue lo que te interesó de la historia como carrera?
– Creo que lo que más me atrajo de la carrera —porque siempre la pensé en gabinetes de estudio— fue la soledad del trabajo en un archivo. Soledad física porque, en realidad, una termina rodeada de todos los tiempos del pasado.
¿Por qué te parece que es importante para las mujeres conocer las historias de quienes vinieron antes
– Por, exactamente, la misma necesidad que han tenido los varones de reflejarse
en monumentos, carteles, calles, plazas, edificios, pinturas y páginas. La sociedad necesita modelos. ¡Qué diferente sería si las niñas creciesen con ejemplos femeninos que hayan gobernado un país en las buenas y en las crisis!
De todas las mujeres que te inspiraron a encontrar tu vocación, ¿con quién te gustaría compartir un café hoy?
– ¿Se puede usar una máquina del tiempo? Quisiera tomar ese café con Elisa Lynch luego de 1875, con Marie Curie en 1911 tras su segundo Nobel y con Amelia Earhart antes de subirse al Electra en 1937.
¿En qué momento te tomás una pausa?
– Cuando escucho ópera, sentada en mi sillón preferido de paño verde.
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