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La educación en cifras

Empecemos a repensar el sistema educativo paraguayo

En diciembre, el presupuesto para la cartera de Educación tomó por asalto cada espacio de la opinión pública. La sociedad entera discutió, por semanas, las necesidades, las formas de intervenir y qué se necesita. Un debate más que necesario pero completamente extinguido conforme las necesidades del sector político de turno. En esta nota, entrevistamos a representantes de algunos de los sectores que intervienen en el sistema educativo para cuestionarnos qué es la enseñanza de calidad y cómo lograrla.

Por Laura Ruiz Díaz. Fotografía: Fernando Franceschelli.

Clases bajo los árboles, techos con boquetes, pupitres destrozados… Una vez más las imágenes del estado de las instituciones educativas empiezan a copar las redes: un nuevo año lectivo comienza. Paraguay invierte menos del 3 % del PIB en educación, menos de la mitad de lo que debería. La Unesco recomienda al menos entre el 6 y el 7 %, y el objetivo de inversión es de 9,8 % para el 2030.

En esta nota entrevistamos a distintos actores para dar un panorama general: Mercedes Montiel, del gremio estudiantil; Ana Portillo, docente investigadora; la organización civil Juntos por la Educación; y, también, al máximo representante de la cartera educativa, Nicolás Zárate. Con esto no pretendemos más que alimentar el fuego de la discusión, poner en perspectiva cómo es la educación que queremos y aprovechar el año electoral para exigirla.

¿En dónde estamos parados?

En primer lugar, podemos caracterizar los rezagos en el ámbito, que se vienen arrastrando a lo largo de los últimos 30 años. La deuda es primero con la infancia, ya que menos del 50 % en edad de educación inicial acceden a la misma, lo que pone en peligro sus 12 años de instrucción.

La calidad no es un concepto estático e inamovible; implica mejora continua, previsión adecuada, garantía de permanencia y egreso efectivo. En Paraguay, solo cinco de cada 10 que acceden al primer grado terminan los 12 años de escolarización.

Óscar Charotti, director ejecutivo de la organización Juntos por la Educación.

En ese sentido, la desigualdad y las condiciones de empobrecimiento de sectores vulnerabilizados cobran mayor importancia. La organización Juntos por la Educación, fundada por el sector empresarial hace más de 10 años, busca, según sus directivos, contribuir con información para generar políticas públicas y mejorar en ese sentido.

“Más del 40 % de la matrícula de instituciones públicas de gestión oficial son chicos, niños y adolescentes que provienen de familias en contexto de pobreza y pobreza extrema”, afirma Óscar Charotti, director ejecutivo de la organización. Sin políticas públicas de inclusión y equidad, son candidatos a abandonar las instituciones para engrosar las listas de trabajadores informales, en peores condiciones.

La condición actual no es unicausal, se viene arrastrando hace mucho, sin una política de Estado superadora que logre mantenerse: en las últimas tres décadas se sucedieron 21 ministros. “El Estado no garantiza niveles básicos de inversión que amplíen el acceso, la cobertura, el alcance y la calidad educativa a nivel nacional”, asegura Charotti.

En infraestructura, los fondos son insuficientes, incluso con la integración de los nuevos recursos a través de Fonacide. Eso sin contar con las denuncias de corrupción que día a día salen a la luz. “Tenemos que fortalecer nuestras instituciones públicas para garantizar la implementación de políticas públicas de calidad”, advierte el directivo. En sus palabras, eso implica dotar de condiciones, desarrollar masa crítica profesional, gobernanza profesional y sostenibilidad a lo largo del tiempo de estos equipos técnicos.

¿Qué viven los docentes?

El rol del maestro es clave en todo sistema educativo. Ana Portillo es educadora, socióloga e investigadora, y enfocó sus análisis en el papel docente. Ella identifica, en primer lugar, que Paraguay no tiene una tradición democrática y participativa con el gremio.

Plantea que el Magisterio Nacional siempre estuvo muy manipulado políticamente: “Hace mucho tiempo que hay presión por afiliarse al Partido Colorado o por que las organizaciones de profesores se sometan a los intereses políticos”.

Ana Portillo, educadora, socióloga e investigadora.

La realidad docente también se ve profundamente afectada por la cuestión de género. “Más del 70 % son mujeres, pero eso no está visibilizado en cómo esa condición afecta a la posibilidad de ejercer la profesión en términos de la precarización que hay, de la doble jornada”, observa Portillo. Resalta que también es muy frecuente en Paraguay que las maestras tengan algún rol de liderazgo comunitario.

Por otro lado, la formación tiene un modelo muy vertical, que no permite el cuestionamiento ni la construcción colectiva. “En el modelo de formación acá se les trata a las docentes como niños y adolescentes. Todavía hay una imagen de que la profesora ideal es obediente. Eso es un problema para generar pensamiento crítico”, caracteriza.

“No hay mucha participación en la elaboración de las políticas ni tampoco un reconocimiento que ellas pueden aportar desde la dirección o el diagnóstico. Eso hace que se implementen reformas o planes sin que las docentes se involucren”, sostiene Portillo.

“Si las docentes no somos tratadas como adultas, no tenemos libertad de organización, condiciones ni materiales salariales adecuados, no va a haber esa transformación del pensamiento que se pretende que hagamos con los estudiantes”, afirma.

Como la docencia es un trabajo feminizado, hay muchas horas de trabajo no reconocidas, sobre todo el tiempo que no es de aulas, sino de planificación y corrección. “Hay una idea, una fantasía de que el trabajo docente solo se limita al tiempo en clase, cuando la realidad es muy distinta”, identifica.

“En general hay mucha crítica a la formación docente, pero su labor también se da en condiciones en las que realmente no se puede aprovechar”, reclama. Cuenta que suele ser los sábados, en momentos que tendrían que ser de descanso.

Por otro lado, está todo este contexto político con muchos temas que son urgentes en la formación y no se pueden incorporar. Portillo cita concretamente a la educación sexual e igualdad de género, o sea, que están en la realidad cotidiana de la escuela.

“No puede haber mejoramiento de la calidad de la enseñanza si el Estado no coordina su sistema educativo con el de salud, de protección social, de cuidado de la infancia y la adolescencia”, aclara Ana. “Mientras la educación se piense solo desde el MEC o solo de una manera así muy limitada a la burocracia del Estado, no va a haber ese mejoramiento que se necesita, se la debe tomar como algo transversal”, cuestiona.

Nicolás Zárate Rojas, ministro de Educación y Ciencias.

En miras a triplicar el presupuesto

«El déficit presupuestario es algo que está a la luz pública”, afirma el ministro de Educación, Nicolás Zárate. Y resalta: “Todos sabemos que, como mínimo, pero como mínimo, deberíamos duplicar la inversión del presupuesto”.

Explica que para el 2025 se debería llegar a una inversión de USD 2200 millones, para lograr triplicar el monto (USD 3300 millones) para el 2030. En sus palabras, el objetivo es “lograr que en los próximos 15 o 20 años nuestros estudiantes estén capacitados en todas las competencias del siglo XXI”.

Remarca, por su parte, la falta de herramientas actualizadas: la importancia de introducir tecnología al aula, la robótica y los libros de texto digitales, que implicarían la entrega de una tablet a cada estudiante. Considera que la brecha tecnológica es una condición a superar. “Solamente con más presupuesto se puede acortar esa brecha”, dice. Además, considera que los focos de inversión deben destinarse a la educación inicial y a la formación técnica para “formar mandos medios, que tanto necesita el Paraguay”.

¿Qué necesitan los estudiantes?

Mercedes Montiel, vocera nacional de la Unión Nacional de Centros de Estudiantes (Unepy), accedió a una conversación sobre el tema y puso en perspectiva los desafíos de este 2023, las condiciones actuales y las críticas de las organizaciones a la circunstancia actual. Según considera, este año habrá muchos problemas al inicio por falta de infraestructura, rubros y desconocimiento de las normativas vigentes.

A las problemáticas ya conocidas, como las aulas bajo los árboles y la falta de infraestructura de las instituciones, se les suma el incumplimiento de acuerdos de parte de la cartera de Educación, la cantidad de libros repartidos o la entrega de váucheres y un kit básico en vez de kits específicos para los estudiantes de los bachilleratos técnicos.

Mercedes Montiel, vocera nacional de la Unión Nacional de Centros de Estudiantes.

Por otro lado, la falta de contraloría de la Ley del Medio Pasaje. “Acceder a tu derecho depende del humor del guardia del chofer del colectivo”, reclama.

Desde la Unepy consideran que el sistema de evaluación no cumple con su función. “No evalúa el conocimiento, sino el memorismo o un proceso de tareas copiadas que nunca fueron explicadas o entendidas. Necesitamos fomentar el pensamiento crítico, propio, solo así construiremos personas que cambiarán el país, que cuestionen y tomen acción”, afirma Montiel y continúa: “Mientras, seguiremos con la dictadura del copiado compulsivo del pizarrón y la entrega de cuadernos completos y vacíos de aprendizaje”.

“Creemos que nuestro país necesita mayor inversión e innovación en educación; no contamos con infraestructura ni materiales como libros o tecnología”, expresa la representante de sus pares. “Mientras la educación no sea realmente gratuita y de calidad, nunca será accesible para todos y todas”, agrega.

“Queremos mayor participación estudiantil y democracia, una mesa de trabajo realmente representativa, con un Consejo Nacional Estudiantil”, exige Montiel y añade: “También necesitamos una ley sobre centros de estudiantes, pues solo contamos con una resolución”. El año pasado, por ejemplo, una de sus reivindicaciones principales fue incluir una línea presupuestaria para libros, para lo cual recolectaron 16.000 firmas en solo dos semanas. Otras reivindicaciones de la Unepy son educación sexual, mejora en la infraestructura, calidad de la enseñanza, nuevas metodologías y transporte escolar.

¿Cómo pensamos la educación?

Resulta más que preocupante el desfinanciamiento del sector, pero también nos obliga a ponernos a pensar qué y cómo es la educación que se plantea desde la entidad máxima reguladora: ¿Educamos para el trabajo o para fomentar el crecimiento de seres humanos? ¿Se le da más importancia a la economía o al desarrollo integral de todas las personas?

Paraguay está afianzando un proceso de mercantilización de la educación, donde se desfondan las entidades públicas y se obliga a las personas a optar por opciones privadas, lo que recrudece aún más la brecha de la desigualdad. Pero además, la escuela actual educa para engrosar las fuerzas laborales.

¿Cómo empezar a pensar la educación como un bien de todos y todas? ¿Cómo garantizar que las nuevas generaciones de paraguayos accedan a mejores condiciones por medio de la formación? ¿Cuál es nuestro rol como sociedad en este sentido? La enseñanza pública, gratuita, inclusiva, crítica y de calidad es la única garantía de progreso para un país golpeado que busca —desesperadamente— levantarse.

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