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Conciencia ambiental

Nuestras mascotas y el mundo natural

Quizás sea difícil de imaginar y para muchas personas incluso la sugerencia resulte insultante, pero nuestras mascotas pueden ser factores de desequilibrio y degradación ambiental. ¿Por qué pasa esto y cómo podemos evitarlo?

Por Luis José Recalde (@drunken_forestpy), ingeniero agrónomo y consultor ambiental.

Uno de los mayores daños ambientales se produce por la presencia de gatos en espacios naturales, o sea, fuera del control de sus dueños humanos. Aquí suceden dos cosas; una más obvia: que los felinos cazan a otros animales, especialmente aves; y la otra, menos obvia: muchas enfermedades que las mascotas portan pueden no presentar síntomas en ellos pero sí ser letales para la fauna silvestre.

“Es natural que mi gato cace otros animales”. Esa es una confusión muy común entre las personas, pues se confunde lo instintivo con lo positivo; por ejemplo, para ellos es instintivo reproducirse sin control. Si tenemos una gata y no intervenimos, quedará preñada dos veces al año, por instinto, pero eso no quiere decir que sea bueno para ella. Lo mismo sucede con la caza de otros animales.

De la misma forma, para un gato efectivamente resulta instintivo matar a especies más pequeñas, pero eso no significa que sea necesario, y mucho menos positivo, ya que lo expone a diversas formas de daño, tanto físico directo, por la defensa que ejercen las presas, como por consumo de parásitos y exposición a enfermedades que se transmiten por ingerir animales silvestres.

Las poblaciones subsidiadas

Los gatos en la ciudad forman lo que se llama una “población subsidiada”; en ecosistemas naturales la fauna está “equipada” para lidiar con la cantidad de depredadores. Pero, por ejemplo, si en un hábitat habría un felino silvestre cada 20 o 50 hectáreas, debido a que en la ciudad los alimentamos pueden llegar a ser 20 o 50 gatos por cada hectárea. Entonces, las especies presa se enfrentan a números que pueden ser 100, 200 o 300 veces más altos que en una situación natural.

Es entonces cuando hablamos de una población subsidiada (por la alimentación humana), contra la cual las especies presa sencillamente pueden desaparecer, y es por eso que no es posible hablar de que la depredación de animales domésticos sobre los silvestres es “normal” o “natural”, porque no lo es.

Muchas personas no lo saben, pero una mascota que no presenta ningún síntoma quizás esté portando enfermedades y parásitos muy importantes para los animales silvestres.

Los peligros a los que se exponen los animales domésticos

No solamente los gatos y perros sueltos exponen a la fauna a sufrir daños, si no que ellos mismos se ponen en peligro de atropellamiento de vehículos, consumo de alimentos o productos tóxicos, extravío, heridas por peleas con otras mascotas y adquisición de enfermedades por contacto directo o indirecto con los demás animales. Un estudio encontró que los llamados gatos indoor (del inglés “puertas adentro”) viven en promedio 9,82 años, mientras que los que se mantienen en el exterior llegan a los 7,25 años, con una probabilidad mucho más alta de fallecimiento temprano por diversas causas.

Muchas personas no lo saben, pero una mascota que no presenta ningún síntoma quizás esté portando enfermedades y parásitos muy importantes para los animales silvestres; por ejemplo, hoy el aguara guasu, un canino silvestre amenazado, en forma creciente está teniendo mortalidades causadas por sarna canina, que los perros domésticos le contagian muchas veces sin presentar señal alguna ni entrar en contacto directo.

Gato comiendo un ave silvestre. Parque Nacional Defensores del Chaco. Fotografía: Patty Sánchez.

Perros y gatos en áreas silvestres protegidas

Si dentro de las áreas urbanas existen factores negativos de los animales domésticos en el ambiente, en las reservas naturales este efecto es mucho más significativo. Si pensamos en ello, la enorme mayoría de las superficies en el planeta actualmente son áreas urbanas y rurales, donde los humanos, y con nosotros nuestras mascotas, nos “adueñamos” de la tierra, arrinconando a la vida silvestre a un mínimo porcentaje de terreno: las áreas protegidas. En estas, la incursión de mascotas altera el comportamiento de la fauna, pues en muchos casos la ahuyenta; en forma más directa, dispersa parásitos y enfermedades, y en casos extremos mediante el ataque directo a las especies que allí habitan. Es por eso que su presencia se encuentra prohibida en parques nacionales, y es recomendable evitar otras áreas naturales protegidas.

Muy sencillo: mantengamos a nuestras mascotas en forma responsable, dentro de nuestra casa; controlemos su reproducción y su salud, y no las llevemos a pasear a áreas naturales protegidas.

Cómo proteger a nuestras mascotas y al ambiente

Muy sencillo: mantengamos a nuestras mascotas en forma responsable, dentro de nuestra casa; controlemos su reproducción y su salud, y no las llevemos a pasear a áreas naturales protegidas.

¿Es imposible que mi gato se quede en casa? Realmente no es una costumbre controlar el movimiento de los felinos, y hasta hace algunos años era así también con los perros, pero hoy cada vez más personas son conscientes de que lo más saludable para sus mascotas y para el ambiente es que estas permanezcan en casa. En internet existen ideas como el catio (del inglés cat patio) y muchísimos otros enfoques ingeniosos al respecto.

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