Ciencia y Tecnología

La vida de las aves migratorias

Caminos en el aire

Al igual que otros grupos de nuestra fauna, las aves pasan por distintas etapas en su ciclo de vida. Cada uno de esos momentos viene acompañado de necesidades particulares; por ejemplo, durante la época reproductiva la prioridad puede ser anidar con seguridad; en cambio, el resto del año, quizás sea alimentarse. Otros animales también atraviesan por estas fases, lo que marca a las especies aladas como diferentes es que están maravillosamente dotadas para el vuelo de largas distancias, capacidad que les permite vivir en distintos lugares que satisfagan los requerimientos particulares de cada periodo.

Por Luis José Recalde (@drunken_forestpy), ingeniero agrónomo y consultor ambiental. Fotografía: cortesía de José Paredes.

La realidad es que apenas estamos empezando a entender cómo se orientan las aves con tanta precisión. Sabemos que muchas especies poseen células nerviosas con pequeños fragmentos de magnetita, la misma forma de mineral de hierro sensible al campo magnético terrestre que se empleó para fabricar las primeras brújulas, y que dota a estos nervios de la posibilidad de “ver” dicho campo. Este sentido les da un “hacia dónde”, que es complementado por un “hasta dónde”, basado en la longitud de onda solar.

A su vez, estos dos mecanismos principales son complementados por otros menos entendidos, como la memoria y el olfato, los cuales les permiten encontrar sitios muy específicos. Un halcón peregrino, marcado para reconocerlo, partió del Círculo Polar Ártico y llegó hasta las mismas torres de la costa chilena, con solamente dos días de diferencia durante los tres años que duró en total el monitoreo de sus movimientos.

Viudita de pico celeste. Fotografía de José Paredes.

¿De dónde son las aves migratorias?

¡De todos los lugares que recorren! Un ave migratoria que anida en el Círculo Polar Ártico y se alimenta todos los años en la cuenca del río Paraná no está solamente “de visita”: realmente ambos sitios son parte de su zona de vida. A la mayoría de las especies, su ruta las lleva a una zona muy concreta donde anidan y crían a sus pichones, y luego a otros territorios específicos, donde se alimentan en grandes cantidades para recuperar la energía que necesitarán para la próxima temporada.

Algunos ejemplos locales

En Paraguay recibimos especies migratorias en prácticamente todos los momentos del año. Cuando empiezan los calores de primavera, llegan algunos de los migradores más lejanos desde el norte, como los halcones peregrinos, las águilas pescadoras, las golondrinas tijereta y las playeras, que anidan tan al norte como el Círculo Polar Ártico. Otras especies vienen también desde esa zona, pero cubren menores distancias, y cuando entran a nuestro país lo hacen para anidar aquí. Entre estas variedades se cuentan algunas muy conocidas como las tijeretas (tuguái jetapa, en guaraní) y otras menos familiares, como los pitogüés rayados, que irán a latitudes más tropicales luego de criar a sus pichones, durante nuestro invierno.

Al mismo tiempo, van llegando algunas especies desde las regiones pampeanas y patagónicas de nuestro cono sur, y otros ejemplares bajan de las alturas andinas a pasar el duro invierno a la llanura chaqueña. En este grupo están muchas aves muy vistosas, como varios tipos de patos y los famosos flamencos, así como otras menos conocidas pero igualmente hermosas, como los doraditos, el pico de plata y algunas variedades propias de pastizales y humedales. Finalmente, también en invierno vienen desde la costa atlántica y se mueven hacia el interior del continente distintas variedades de colibrí y pequeñas aves muy coloridas de los bosques, llamadas tangaras.

Flamencos en el chaco central. Fotografía de José Paredes.

¿Cómo sabemos de dónde vienen y a dónde van?

La primera evidencia concreta de la migración de las aves se dio en una forma muy notoria, cuando en el año 1822 apareció cerca de la aldea alemana de Klütz una cigüeña con una particularidad: su cuello estaba atravesado por una flecha con punta de piedra, cuya manufactura fue reconocida como del centro de África. Efectivamente, este ejemplar había sobrevivido a su encuentro con cazadores y llevó consigo la prueba de ese cruce hasta su área de anidación en Europa.

Esta fue la primera prueba física concreta que estableció la migración de muchas especies europeas que van al sur durante el invierno. Hoy en día contamos con herramientas mucho más avanzadas, basadas en el rastreo satelital. Algunos de los marcadores utilizados son tan ligeros que pueden montarse sin molestar el vuelo de especies tan pequeñas como los colibríes y las mariposas.

Picaflor negro. Fotografía de José Paredes.

¿Qué hago si cae un ave en casa?

Algunas aves migratorias tienen la propensión a caer en las ciudades, especialmente dos grupos que vuelan durante la noche: los atajacaminos, también llamados guyra tape o yvyja’u, y los rálidos o burritos. La recomendación antes de intentar hacer nada es, primero, identificar la especie, para lo cual las redes sociales pueden ser de gran ayuda (especialmente el perfil del Club de Observadores de Naturaleza en Facebook), así como la app Merlin.

Lo segundo es saber si el espécimen está herido o no, pues generalmente esas aves no caen por estar lastimadas, sino simplemente exhaustas. También les afectan las luces de la ciudad; los rálidos, por ejemplo, pueden confundir los focos y alumbrados con el reflejo de la luna y las estrellas sobre el agua, que usarían normalmente para orientarse en su hábitat, que es la vegetación cerrada de los humedales. 

Usualmente, la mejor opción para ayudar a los rálidos es llevarlos directamente a un humedal y liberarlos. En el caso de los atajacaminos, hay que esperar a la noche siguiente, cuando vuelan por sus propios medios. Lo ideal, sin embargo, es contar con la recomendación de un veterinario experimentado en fauna antes de proceder.

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