Cine

Reseña: Lecciones de un pingüino

La importancia del lugar de enunciación

El filme de Peter Cattaneo que se estrenó en cines este julio cuenta la historia de un profesor inglés que rescata a un pingüino lleno de petróleo en los días del golpe de Estado en la convulsión argentina de 1976. Alerta: contenido altamente lacrimógeno.

En 1976, un profesor inglés desilusionado acepta un trabajo en Argentina y lo primero que ve es una pintada de Montoneros, organización guerrillera del vecino país en esa época. Esta escena marca el telón de fondo en el que transcurre la historia, en la que intervienen un hombre que no sabe sentir y un pingüino, Salvador, que se adoptó solo.

Superficialmente es una película más, donde un animal enseña al protagonista a vivir mejor. De estas ya vimos suficientes: muchos crecimos con Babe, el cerdito valiente (1995) y Free Willy (1993). Pero los pingüinos tienen una expresividad especial: lo vimos en Mr. Popper’s Penguins (2011) con Jim Carrey y My Penguin Friend (2024), con Jean Reno. Sin embargo, lo que logra esta obra es amalgamar esa historia dulce con la realidad política de Sudamérica bajo las dictaduras latinoamericanas y darle a ese contexto la relevancia que merece y necesita.

Contar historias situadas en esa coyuntura no puede —y no debe— ser fácil. Y acá, la narración intenta ser abordada con respeto e intención.

La película, que se estrenó en el Festival de Cine de Toronto de este año, sigue a Tom Michell (Steve Coogan) el profesor cínico de un elegante colegio internado de varones en Argentina. De viaje y movido por la pasión que le despertó una uruguaya, termina rescatando un pingüino empapado en petróleo de una playa.

Un dato divertido: los pingüinos de la película son pájaros reales vivos que aparecen frente a Coogan y no una creación de CGI. Fueron interpretados por Baba y Richard. Solo en algunas secuencias complicadas la producción utilizó una marioneta.

El guión fue adaptado por Jeff Pope de las memorias de Tom Michell, publicadas en el 2015, en las que cuenta su relación con un pingüino. En la versión de Cattaneo aparece Sofía, una joven de grandes ideales que se gana el cariño y el respeto del protagonista. Los idealistas no cabían en la Argentina del 76, así que ella fue secuestrada por las fuerzas represivas del Estado. Pope logra mantener la tensión del drama sin dejar de lado la comedia de Cattaneo.

El subtexto político del libro de Michell pasa a primer plano por decisión de Cattaneo. La decisión, según argumenta la periodista Annabel Nugent al escribir sobre el tema, tiene que ver con el desconocimiento de este periodo de la historia en Europa. En Argentina, se calcula que desaparecieron 30.000 personas. Es un cálculo inexacto porque, justamente, no hay registro de cuántas fueron capturadas por las autoridades y nunca más se supo de ellas. Hoy, 40 años después y 2000 marchas más tarde, todavía hay seres humanos que faltan.

«Es difícil hacer esta historia, que tiene un oscuro trasfondo político, pero también un pingüino», dijo Cattaneo en entrevista con Nugent, “pero uno la asume y es respetuoso, hace los deberes y aprende de los historiadores”. Intentaron hacerlo bien: por eso, el equipo viajó a Argentina y se reunieron con las Madres de la Plaza de Mayo y con familiares de desaparecidos.

Hay una segunda intencionalidad en resaltar esta historia. La cinta llega en un momento en donde el negacionismo forma parte de la agenda de los gobiernos de ultraderecha, como el del vecino país. «Cuando empecé a investigar, una de las primeras cosas que encontré fue que la ‘negación de la desaparición’ era algo cada vez más común en Argentina, y eso me cambió la situación. Pensé: ‘Bueno, no voy a negarlo’», dijo Cattaneo en una entrevista con la agencia Reuters.

«Aunque la acción tuvo lugar hace 50 años, quizá esta sea una película para nuestro tiempo», afirma Cattaneo a Nugent. «La gente tiene que pensar en el aumento del número de gobiernos fascistas que están creciendo en todo el mundo».

El lugar de enunciación es, ante todo, una postura ética: un llamado a reconocer el sitio desde dónde hablamos y de quiénes son las voces que resuenan en nuestras palabras. En ese sentido, cobran relevancia el trabajo y la sutileza del relato. Peter Joseph Cattaneo es un cineasta británico y escribe comedia. En este filme no intenta apropiarse de una historia que no es suya ni busca grandes reflexiones políticas. Entretiene con honestidad y, de paso, educa. Eso, hoy más que nunca, nos hace falta.

El final puede leerse como melancólico para algunos y complaciente para otros. Pero esa ambigüedad, lejos de ser un defecto, invita al diálogo. Después de todo, ¿el cine no es también un espejo donde nos reconocemos? La última palabra, como siempre, la tendrán ustedes al verla.

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