Cine

Reseña: El niño y la garza

El viaje de Mahito

Diez años luego de su supuesto retiro, el legendario cineasta japonés Hayao Miyazaki regresa a la pantalla grande para entregarnos una de sus mejores películas, fruto de más de cinco décadas de trabajo en la industria de la animación y un profundo entendimiento de la melancolía existencial que caracteriza al ser humano.

Difícilmente haya alguien que hoy día no conozca Studio Ghibli y no lo tenga como referente en cuanto a animación se refiere, no solo japonesa, sino a nivel global. El estudio nipón, fundado en 1985 por Hayao Miyazaki, Toshio Suzuki, Yasuyoshi Tokuma e Isao Takahata, es sinónimo de animación tradicional de calidad e historias emotivas amadas por personas de todas las edades, de criaturas fantásticas y adorables, y de mundos, fantasiosos o realistas, llenos de vida y movimiento.

Mi vecino Totoro, La princesa Mononoke, El viaje de Chihiro y El cuento de la princesa Kaguya son solo algunas de las películas producidas por el estudio a lo largo de estos 38 años. Entre todas estas, algunas de las más conocidas son probablemente la de Totoro, cuya simpática criatura titular es el logo oficial del estudio, y El viaje de Chihiro, que ganó el premio Óscar a Mejor Película Animada en 2003, ambas escritas y dirigidas por el propio Miyazaki.

En 2013, tras el estreno de El viento se levanta, Hayao Miyazaki anunció que se retiraba y no volvería a trabajar en un largometraje, dando aparentemente por concluida una era en la industria de la animación. Pero esto duró poco, ya que para 2016 y con 75 años de edad, el cineasta comenzó a trabajar en otro largometraje que fue adquiriendo varias formas, tomando como inspiración la novela de 1937 ¿Cómo vives? (Kimitachi wa Dō Ikiru ka) del japonés Genzaburo Yoshino.

Para su estreno en Japón, Studio Ghibli tomó una postura bastante arriesgada en cuanto a marketing: no se compartió ningún avance de la cinta, ningún panfleto explicando la trama y presentando los personajes (como suele ser común en Japón), ni posters muy elaborados. La campaña se centró básicamente en una ilustración de la garza y el título de la película.

Igualmente, la gente acudió en hordas al cine, convirtiendo a la misteriosa película en un rotundo éxito que recientemente se llevó el Globo de Oro a Mejor Película Animada y está nominada en la misma categoría para los Oscars.

Un extraño duelo

La historia inicia en Japón de 1943 y, como varias de las películas de Miyazaki, se sitúa en un periodo de conflicto bélico, específicamente la Guerra del Pacífico (1941-1945), durante la cual el país buscaba continuar su expansión sobre China.

Con este trasfondo histórico conocemos a Mahito, el protagonista, un niño de 12 años que luego de perder a su madre se ve obligado a trasladarse de Tokio a la casa de campo de la nueva esposa de su padre, a quien ve poco o nada debido a su trabajo. La cinta sigue a Mahito y sus intentos por procesar su duelo en soledad mientras todo a su alrededor parece cambiar sin parar.

A pesar de las mejores intenciones de su madrastra y las ancianas que también habitan la casa, Mahito no puede evitar meterse en problemas como forma de expresar su frustración ante su situación actual, la cual empeora cuando una garza real pareciera tomárselas con él, primero atacándolo sin razón aparente y luego tentándolo con la promesa de que su madre está viva y necesita su ayuda.

Lo que sigue es una aventura de autodescubrimiento y aceptación, de uno mismo y de la realidad. Mahito es un personaje caprichoso, que como todo niño en una situación como la suya simplemente busca la manera en que todo vuelva a como era antes. Su encuentro con la garza abre un mundo de posibilidades y peligros, aunque la línea entre lo que es real y no se va haciendo cada vez más delgada a medida en que se acerca a la verdad.

Haciendo eco al título japonés de la película, la aventura en la que Mahito se ve envuelto es, a pesar de sus elementos fantásticos, muy similar a la que todo ser humano se enfrenta más de una vez en la vida mientras aprende cómo vivir, no solo por uno mismo, sino también por otros.

Esta vez es personal

Hayao Miyazaki no es precisamente conocido por compartir detalles de su vida privada ni cómo esta influencia su arte, siempre más bien brindando explicaciones más globales respecto a lo que busca retratar en sus películas, ya sea los estragos causados por el ser humano al medioambiente o la inocencia de los niños ante un mundo violento. Pero en el caso de El niño y la garza, el cineasta nos entrega probablemente una de sus películas más personales, influenciada fuertemente por su propia vida.

En una fantástica entrevista para IndieWire, a cargo de Bill Desowitz y publicada en noviembre pasado cuando la cinta fue estrenada en Estados Unidos, el cofundador de Ghibli y productor Toshio Suzuki ahonda en cómo Miyazaki se inspiró en su relación con sus padres, su infancia durante la Segunda Guerra Mundial, y su estrecha relación con los demás fundadores del estudio (incluido Suzuki).

Además, cuenta Suzuki, se basó en cómo el fallecimiento de Isao Takahata (director de La Tumba de las Luciérnagas, El Cuento de la Princesa Kaguya, entre otros) en 2018 provocó que Miyazaki hiciera varias modificaciones al guion de la película como parte de su propio proceso de duelo ante la pérdida de su amigo y compañero.

El tiempo dirá si esta es o no la última película de Miyazaki, pero si así lo fuese, entonces, el maestro de la animación se despide por la puerta grande, habiendo asentado con mayor firmeza todavía su legado en la cultura popular y el corazón de millones de personas.

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