Arte

Masha

La artista lituana que encontró su hogar en Paraguay

María Lyakhovitskaya, llamada Masha por amigos y fans por igual, es una pintora lituana de origen ruso reconocida en Paraguay por sus cuadros que retratan la naturaleza, pero donde destacan especialmente los momentos visuales que captura en Areguá, el lugar al que hoy llama hogar.

Por Patricia Luján Arévalos. Retratos: Fernando Franceschelli. Obras de la artista: gentileza de BGN/Arte.

En óleo o acuarela, María Masha Lyakhovitskaya ilustra más que una simple imagen en sus cuadros. Cada obra engloba un sentimiento o una sensación; puede transmitir el calor de la siesta en el campo y la frescura de la sombra, o un dejo nostálgico que abraza al espectador.

“La nostalgia es una emoción que, a veces, se manifiesta en mis obras. Es un reflejo de lo que extraño de mi familia, un pasado que cada vez se aleja más de mi realidad actual. Sin embargo, no es amarga, sino más bien una dulce añoranza que me conecta con mis raíces”, reflexiona. Con 29 años de vida, los inesperados caminos del destino la sacaron de su natal Lituania para recorrer el mundo hasta llegar a nuestro país.

Acá descubrió la inspiración que, quizás, ni siquiera sabía que buscaba: “Al llegar a Paraguay me encontré con un país muy diferente a todo lo que había conocido antes. Al principio vivimos en Asunción. Sin embargo, a los pocos meses descubrimos Areguá, que nos brindó la conexión con la naturaleza y la tranquilidad que deseábamos. Rodeados de cerros, lago y vegetación exuberante, hallamos un oasis de paz y armonía”.

María Lyakhovitskaya. Fotografía: Fernando Franceschelli.

Entre la formalidad y el autoaprendizaje, su formación refleja un poco la naturaleza nómada de su vida. “Tuve la oportunidad de estudiar en una academia rusa en Florencia (Italia) y tomé cursos en el Instituto Académico de Pintura, Escultura y Arquitectura Iliá Repin, de San Petersburgo (Rusia), lo que me enriqueció profundamente”, recuerda.

Su pasión por el óleo la acompaña desde siempre y gran parte de su formación se dio a través del constante autoaprendizaje. “Para mí, la pintura es un medio de expresión único e irremplazable. La versatilidad y riqueza del óleo me ayuda a explorar una infinidad de posibilidades creativas. Puedo crear texturas, jugar con las transparencias y transmitir una amplia gama de emociones a través del color y la luz”, comenta.

Fue esta experiencia lo que la llevó a adoptar la técnica alla prima como sello personal: “Me permite capturar la esencia de la luz de manera espontánea y expresiva. Eso exige un trabajo rápido y preciso, pero el resultado es inigualable. Se transmite la frescura y la vitalidad del momento, pues se plasma en el lienzo la luz en toda su plenitud”.

Con la técnica alla prima puede trabajar al aire libre y en contacto directo con la naturaleza, el lugar en el cual se siente más cómoda y en control de sus habilidades. “Es la mejor sensación que puedo experimentar como artista, ya que capturo la esencia del momento en toda su frescura y vitalidad. No hay nada que se compare con estar rodeada de naturaleza, sentir el sol en mi piel y el viento en mi cabello. Es entonces cuando me siento más conectada conmigo misma y con el mundo alrededor”, detalla.

Es quizás ese nivel de compenetración y comodidad lo que genera en nosotros una sensación que trasciende el ser meros espectadores. Nos transporta al lugar que Masha está interpretando sobre el lienzo, nos hace parte del momento que encapsula en un cuadro de 80 cm × 60 cm.

Domadora de la luz

Hay otro elemento que colabora con esa sensación y es, definitivamente, el dominio que la artista posee sobre la luz. “Mi proceso creativo se nutre de la pintura al aire libre, la luminosidad natural se convierte en la protagonista indiscutible”, describe y agrega: “Para lograrlo, me gusta utilizar la técnica de pintura suelta, donde los trazos del pincel parecen un caos a primera vista, pero a medida que se aleja el espectador, se van uniendo como piezas de un rompecabezas y crean una experiencia visual única”.

De ese caos de trazos, como describe Masha —capaz de pintar con sus palabras, además de su pincel—, emergen sus obras, que son como capturas de un sueño. “Es como si congelara un instante en el tiempo y le permitiera al espectador revivirlo una y otra vez”, sugiere. Esta fascinación se refleja en todas sus creaciones, desde las primeras hasta las más recientes, y ella está muy consciente de ello: “Si bien me gusta experimentar con dife rentes técnicas y temáticas, salir de la zona de confort, la luz siempre encuentra un lugar central en mi trabajo. Es como una fuerza invisible que guía mi mano y me impulsa a capturar su esencia en el lienzo; es mi musa, mi inspiración, mi guía. Es la esencia misma de mi arte, y estoy segura de que seguirá siendo protagonista de mis obras durante muchos años más”.

En esas piezas, Masha reflexiona sobre la belleza, las emociones y la complejidad del mundo que la rodea. “En la pintura, la luz es la que crea el contraste, la que da forma y volumen a los objetos, la que define la atmósfera y el estado de ánimo. De la misma manera, en la vida, la claridad y la sombra están intrínsecamente unidas. Los contrastes nos permiten apreciar la belleza en toda su plenitud, nos ayudan a comprender las diferentes perspectivas y nos motivan a superar los obstáculos”, dice con la elocuencia propia de quien ejerce dominio sobre el elemento.

Ella ve cómo la luz y las sombras también se relacionan con la armonía y la energía potencial: “En la pintura, una composición requiere un equilibrio cuidadoso entre la luz y la sombra. De la misma manera, en la vida, el equilibrio entre los diferentes aspectos de nuestra existencia es esencial para alcanzar la plenitud. La claridad también evoca emociones y sensaciones. Una luz cálida y suave puede crear un sentimiento de paz y tranquilidad, mientras que una muy intensa y dramática genera tensión. De la misma manera, las experiencias de la vida, tanto positivas como negativas, nos conmueven y transforman”.

Su inquietud por la luz la llevó a experimentar con otras disciplinas, como la fotografía y el arte digital. Con la primera en particular, encuentra otras maneras de experimentar con la iluminación, explorar distintas perspectivas y composiciones, y producir así piezas diferentes a las que crea con pintura. En el arte digital busca crear algo “más divertido y contemporáneo”, es una forma más en la que se empuja a sí misma a salir de su zona de confort.

Ánima en claroscuro

El indiscutible talento de María Lyakhovitskaya la llevó a exponer su trabajo en Lituania, Rusia, Italia y Países Bajos. Su trabajo en Paraguay no pasó desapercibido y es representada por la galería BGN/Arte desde 2021. En 2022 participó de la Feria de Arte Contemporáneo Oxígeno, en su 5.ª edición, y al año siguiente tuvo su primera muestra individual en Asunción.

Recientemente inauguró Ánima en claroscuro, una exploración de Masha con la pintura más suelta y expresiva. “Los motivos siguen siendo los paisajes paraguayos, pero con un enfoque más emocional y atmosférico. Busco transmitir mi visión como extranjera, mostrar la belleza de Paraguay a través de mi prisma como artista”, explica.

Asimismo, juega con elementos del psicoanálisis: “En mis obras, el concepto del ánima, introducido por Carl Jung, juega un papel fundamental. Representa el aspecto femenino del inconsciente masculino, una fuerza interior que nos conecta con la sensibilidad, la intuición y la creatividad. Esta dualidad se manifiesta en mis pinturas a través del romanticismo que impregna mis paisajes. No solo busco capturar la belleza externa, la energía masculina que emana de la naturaleza, sino que también aspiro a transmitir una profunda conexión emocional con el lugar, la pulsión femenina que lo envuelve”.

Quienes crean, no pueden evitar dejar algo suyo en sus creaciones, como una huella de su identidad que se hace evidente mientras más piezas podemos observar. “Mis obras son profundamente personales e íntimas. A través de ellas, comparto mis emociones, mis sueños y mi visión del mundo. Me gusta elegir motivos simples y reconocibles, pero que al mismo tiempo transmitan una sensación de ensueño”, analiza.

Masha todavía no llega a los 30 años de edad y sabe que tiene un universo por delante. El tiempo le dará la oportunidad de profundizar el significado de su obra y hasta compartir sus investigaciones estéticas personales con el público, tan importante para ella que empezó a impartir exitosos talleres de pintura.

El futuro es brillante y lleno de matices para Masha. Aprovechá para explorar su Ánima en claroscuro durante este mes en la galería BGN/Arte.

Recomendados

Sin Comentarios

    Dejar un comentario