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Octubre rosa

Visibilizar el cáncer de mama

Las estadísticas indican que una mujer que es diagnosticada en fases tempranas tiene más de un 95 % de probabilidades de estar viva cinco años después, mientras que una paciente en estadios metastásicos cuenta con menores probabilidades de supervivencia.

Por Teresa Sánchez-Bermejo / EFE Reportajes.

¿Por qué el lazo rosa? La iniciativa de dedicar un día al cáncer de mama partió de la Organización Mundial de la Salud (OMS) en 1988 y ha ganado terreno en los últimos años, de modo que ya es habitual que el 19 de octubre se tiña de rosa: monumentos con inmensos lazos o que se iluminan con ese color cuando cae la noche; vemos listones en la calle, el trabajo, la televisión, en redes sociales… Pero, ¿cómo se convirtió en ícono mundial de la lucha contra esta enfermedad? Al parecer, la fundación Susan G. Komen fue la primera que, en 1991, los repartió entre los participantes en una carrera relacionada con este mal en Nueva York, aunque sin el significado que tienen actualmente.

Paralelamente, Charlotte Haley, una estadounidense con varios familiares con dicha afección, confeccionaba en su casa lazos de color melocotón que distribuía con una tarjeta en la que pedía al Instituto Nacional del Cáncer más inversión en prevención.

Sin embargo, fueron Evelyn Lauder, vicepresidenta de la compañía cosmética Estée Lauder, y que había superado un cáncer de mama, y Alexandra Penney, editora jefe de la revista Self, quienes asociaron el color rosa con esta enfermedad.

Fueron Evelyn Lauder, vicepresidenta de la compañía cosmética Estée Lauder, y Alexandra Penney, editora jefe de la revista Self, quienes asociaron el color rosa con esta enfermedad.

Previamente, contactaron con Charlotte Haley con la intención de utilizar su cinta de tono melocotón para hacer una campaña sobre el cáncer de mama apoyada en la marca Estée Lauder, pero Haley consideró que ese era un proyecto demasiado comercial y no quiso participar. Ante esa negativa, cambiaron de color.

En 1992, la firma Estée Lauder distribuyó alrededor de 1,5 millones de esos lazos en todos sus locales y creó su Fundación de Investigación para el Cáncer de Mama. A partir de ese momento, el lazo rosa se convirtió en el ícono de la lucha contra dicha enfermedad.

Una de cada ocho mujeres

El de mama es el tumor más frecuente en mujeres, aunque también es de los que cuentan con mejor pronóstico. Se origina en el tejido de la glándula mamaria y se diagnostica sobre todo entre los 45 y 65 años. En hombres es poco común, pero también se da.

Se estima que el riesgo de sufrir la enfermedad es del 12 %, lo que significa que a lo largo de su vida la padecerá una de cada ocho mujeres. Según la OMS, en 2020 se diagnosticaron 2,3 millones de casos en el mundo y hubo 685.000 fallecimientos. La mayoría de esas muertes se dan en países de ingresos bajos y medianos, donde gran parte se detecta en un estadio avanzado.

Cada año aumentan los casos (porque vivimos más y por la detección precoz), pero también la supervivencia, gracias a terapias más precisas.

Diagnosticar lo antes posible

Diagnosticar el cáncer en sus fases iniciales es, por tanto, vital para lograr buenos resultados con las terapias, lo que pone en valor nuevas técnicas como la biopsia líquida en sangre, que permite detectar la presencia de células tumorales con una muestra y que ayuda a iniciar un tratamiento antes de que la enfermedad se manifieste clínicamente.

O la prometedora biopsia líquida en leche, que estudian investigadoras de La Vall d’Hebron Instituto de Oncología (VHIO). Dicho equipo, que dio a conocer su investigación el pasado setiembre, ha comprobado que la leche materna contiene ADN de tumores de mama, lo que abre la puerta a que se pueda utilizar este análisis para diagnosticar el cáncer de forma temprana en el posparto.

Existen también otros sistemas de cribado que llevan años implantados y que ayudan a la detección precoz del cáncer de mama, como la mamografía y la ecografía. Se recomienda además la autoexploración por parte de las mujeres, todo ello con el fin de identificar la enfermedad en una fase inicial y poder frenarla. Las estadísticas indican que una mujer que es diagnosticada en fases tempranas tiene más de un 95 % de probabilidades de estar viva cinco años después, mientras que una paciente en estadios metastásicos cuenta con menores probabilidades de supervivencia.

Las estadísticas indican que una mujer que es diagnosticada en fases tempranas tiene más de un 95 % de probabilidades de estar viva cinco años después, mientras que una paciente en estadios metastásicos cuenta con menores probabilidades de supervivencia.

Tratar el cáncer y a la mujer

A menudo el tratamiento del cáncer de mama consiste en una combinación de extirpación quirúrgica, radioterapia y medicación, un proceso que puede dejar a la mujer en una situación de vulnerabilidad en aspectos que van desde el propiamente físico, al psicológico y el económico (la persona afectada debe asumir costes asociados a la enfermedad justo en un momento en que no puede llevar el mismo ritmo de vida laboral).

La mayoría de las mujeres con cáncer de mama experimentan sentimientos de miedo, ansiedad, incertidumbre y depresión, problemas que aumentan en aquellas a las que se les realiza una mastectomía (extirpación del seno). Actualmente se recomienda utilizar, cuando sea posible, cirugías conservadoras, y si es necesaria la mastectomía, incluir la reconstrucción mamaria dentro del mismo procedimiento quirúrgico.

También está ganando terreno la estrategia que promueve tratar no solo el tumor, sino también a la persona en su conjunto, mediante un enfoque multidisciplinar que incluye aspectos como ejercicio físico específico, dieta adecuada y apoyo psicológico.

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