Nota de tapa

Pelusa Rubin

Periodista, madre y amiga

En esta fecha nos gustaría rendir homenaje a todas las mamás trabajadoras que, día tras día, encuentran la manera de equilibrar su carrera y su familia. En este contexto, nos detenemos a admirar a una de las comunicadoras más influyentes de la tevé paraguaya: Pelusa Rubin. Además de ser una periodista reconocida por su profesionalismo, ella tiene cuatro hijos y halló el camino para ser una madre presente, amorosa y cuidadosa. Así, nos comparte un poco de ese camino, y sus hijas Laura y Lucía la acompañan para corroborarlo.

Por Laura Ruiz Díaz. Dirección de arte: Gaby García Doldán. Dirección de producción: Betha Achón. Producción: Sandra Flecha. Fotografía: Javier Valdez.

Pelusa comenzó su carrera periodística en 1979 en una importante radio nacional, y desde entonces se convirtió en una figura influyente en los medios de comunicación paraguayos. No es casualidad: los Rubin llevan el periodismo en la sangre.

Además de su trabajo en prensa escrita, ha sido parte de numerosos programas de televisión y radio y fue galardonada con varios premios por su trabajo. La vimos en La mañana de cada día, luego en Mujer, pasó hasta por YouTube con su show Siempre Pelusa y hoy nos acompaña todas las tardes en Al estilo Pelusa.

Si bien su carrera es impresionante, es igualmente admirable cómo equilibra su trabajo con su vida personal. Ella logró ser una madre amorosa y presente, y encontró la forma de combinar sus responsabilidades familiares con sus tareas periodísticas.

Para ella todo ese proceso fue desafiante, sobre todo cuando sus hijos e hijas eran pequeños. Ezequiel, Enmanuel, Laura y Lucía mamaron la energía de su madre desde la más tierna infancia y vivieron con ella una parte importante de sus inicios profesionales. “Lucía ya vino en otro momento de mi vida, aprendí que tenía que dejar algunos laburos que me ofrecían para dedicarme a ella”, nos aclara en una entrevista exclusiva que nos brindó acompañada de sus hijas Lau y Luchi.

Como en muchos hogares, en la casa de Pelusa —Pelu, para amigos y colegas—, la maternidad fue compartida. En este caso, La Mocha, su madre, también brindó su apoyo para que ella se desarrolle laboralmente, y es una energía presente durante toda la nota. “No es fácil para ninguna mujer trabajar y tener hijos. Los roles son difíciles y nosotras estamos sobreexigidas, pero todo se puede organizar”, afirma.

Aun con esa tremenda carrera periodística y esos malabarismos que tuvo que realizar, Pelu dice que la educación de sus hijos fue su mayor desafío. “Demostrarles con hechos y no solo con palabras que hay que ser honestos, trabajadores, transparentes, educados… eso era fundamental”, explica. Junto con Emilio, su marido, están seguros de haberlo logrado.

“Todo el tiempo los hijos te enseñan que hay que respetar a los chicos, escucharlos, prestarles atención”

A veces, hay que compartir los zapatos

Siempre se habla de lo que nos enseñan los padres. Para Pelusa, la maternidad también significó un aprendizaje importante: “Todo el tiempo los hijos te enseñan que hay que respetar a los chicos, escucharlos, prestarles atención”.

Ese aprendizaje la llevó a ubicarse en el lugar de ellos. Pelu reflexiona: “Bueno, ahora soy mamá, pero ¿qué pensaba yo cuando tenía 8, 10, 15 o 18 años?”. Y a pesar de siempre ponerse en los zapatos de sus hijos —sin importar el calce—, supo mantener su autoridad de madre.

Ella planteó un sistema para equilibrar a partir de una regla a prueba de todo. “Yo les dije toda la vida: Tengo derecho a decir dos ‘no’ por día, porque ellos estiraban la piolita como si fuera una pandorga, ¿eh?”, cuenta entre risas. La realidad es que sus hijos le enseñaron mucho.

Recuperarse a una misma

En la sociedad paraguaya sobran ejemplos de la madre abnegada que deja todo por sus hijos. “Es algo que hacemos las mujeres, todo el tiempo pensamos en función de mamá, de familia, nos olvidamos de nosotras”, analiza. Recién ahora, mucho tiempo después y con sus hijos ya grandes, se está dando sus espacios. “Trato de recuperarme y ver quién era yo, a los 18 años, qué me gusta, tengo más tiempo libre. Ya no digo que sí a todos los trabajos que me proponen, soy más selectiva”, asegura y agrega: “Si nos enfocamos en lo que amamos, la pasamos mucho mejor”.

Ella cree que para hacer bien a los demás, hay que estar bien una misma, y ese es un aprendizaje que se logra con el tiempo y a partir de la experiencia. “La juventud y la búsqueda de tu espacio laboral y profesional muchas veces hace que no te des cuenta de muchos aspectos, pero después entendés que eran muy importantes y nunca es tarde”, explica. Entonces ahora es el momento. Ahora disfruta de sus hijos; los ve grandes, hermosos y realizados.

“No es fácil para ninguna mujer trabajar y tener hijos. Los roles son difíciles y nosotras estamos sobreexigidas, pero todo se puede organizar”

Cuidar la conexión especial

Hay un lazo invisible —pero bien perceptible— que une a las mujeres de esta familia. En la producción se sintió la presencia de La Mocha que, aunque se quedó en la casa, formó parte de la conversación y hasta de la sesión de fotos, porque todos los chistes la incluían y también presenciamos los momentos íntimos, tan familiares, cuando Pelu, Lauri y Luchi se arreglaban el flequillo una a otra.

Además del equipo de dirección de arte, Pelusa dirigía a sus hijas y se ocupaba de que salieran perfectas en cada pose. Luchi y Lauri no dejaban de pedirle guía, mientras la llamaban Pelu o “ma”, de manera indistinta. Este pequeño universo de conexión femenina intergeneracional es lo que pudimos presenciar.

“Primero fui mamá y ahora, ya de grandes, somos amigas, muy amigas”, dice Pelu. “Las tres nos contamos todo, solemos juntarnos, aunque sea una vez a la semana, para tomar un cafecito o disfrutar un bomboncito, algo rico, para charlar sobre todo lo que nos pasa, lo que nos duele y nuestras alegrías también”, agrega.

Las chicas dicen que Pelusa encontró el perfecto equilibrio entre ser madre y ser amigas. Se confían todo, pero la realidad es que la autoridad la tiene ella. La cuestión es trabajarla desde la confianza y la libertad.

Para Laura, esa es la clave. “Ella nos da la confianza de hablar de lo que queramos, y lo último que va a hacer es juzgarnos, o a nuestras decisiones”, dice. Y de fondo, Pelu acota como buena madre orgullosa de sus hijos: “Siempre les di libertad, a los cuatro, y todos pudieron decidir en el buen camino, sin dañar a los demás”.

Si Pelusa nos influencia desde sus redes y pantallas de tevé, donde percibimos su energía y su carisma, cómo será en sus hijos. Para Laura y Lucía, el impacto fue mucho mayor. “Mi toma de decisiones, mi manera de encarar la vida, el ser libres en quiénes queremos ser, tener ese lado chistoso, simpático y espontáneo de la vida”, cita la primera. Un montón, pero la lista no termina ahí.

Para Lucía, su madre afecta cada una de sus decisiones, ya que es su mayor consejera. Nos dice, entre risas: “No sé si soy tan independiente como pienso, pero creo que es un gran sostén y una compañera”.

Luchi, además de ser la imagen casi fotocopiada de su madre, siente esta influencia a flor de piel. Creció en estudios de tevé y desde muy chica disfrutó de verla trabajar. Pronto se vio inscribiéndose en competencias de lectura oral o de teatro. Al terminar el colegio, compartieron un programa de radio, su primera pasantía.

“No sé si ya es una mezcla de lo que está en la sangre y de lo que vi y experimenté de chica, pero sí fue como una respuesta a todo lo que viví con ella y con mi familia, porque es una familia de comunicadores”, dice entre risas.

Laura, si bien no comparte el rubro, sí comparte el ímpetu. Siguieron una carrera universitaria que hizo que la conociera aún más de cerca, ya que era quien insistía con la puntualidad en la asistencia a clase y en la entrega de trabajos. “Ella siempre me enseñó que puedo ser libre y bohemia, pero que debo tener una estructura”, aclara. Hoy es una diseñadora de interiores muy puntillosa y, además, según dicen, una gran bailarina y ferviente fan de la música.

Y los consejos de mamá

La tarea de mamá se basa básicamente en dos frentes. Por un lado, acompañar los sueños, y por el otro, ser una consejera infalible. Según sus hijas, Pelusa cumple con estos atributos. “No hay cosa que vos le digas a ella por la cual te juzgue, y sus consejos siempre le dan en el ojo, hasta cuando estamos equivocadas ella nos hace ver ese otro lado, que es el camino ideal y correcto”, dice Laura.

Eso sí, sin dejar de lado la libertad para ser quienes ellas son y, en el camino, equivocarse, porque para eso está la vida y para eso está mamá. Un consejo que Lucía nunca olvida es que su madre siempre decía “tu carácter marcará tu destino”.

Frase fuerte si las hay, imagínense dicha por una autoridad como Pelusa Rubin… Es que Luchi desde chica fue impulsiva, temperamental (intensa en sus palabras). “Gracias a lo que me dijo, siempre intenté ser consciente; no de cambiar, sino de manejar el trato con la gente que me rodea”, nos cuenta.

“Si yo estoy con mis hijos, soy feliz. A mí no me importa, el mundo se puede caer, pero estoy con mis hijos y mis nietos, y a mí no me importa nada”

¡Ah!, y estar presente

“Si yo estoy con mis hijos, soy feliz. A mí no me importa, el mundo se puede caer, pero estoy con mis hijos y mis nietos y a mí no me importa nada”, nos comparte. Esos son los momentos que ella disfruta.

Viajar en familia, salir a cenar aunque la coordinación cueste, los sábados, que en su casa son sagrados. “Yo no creo que tenga otro momento más pleno que cuando estoy con ellos”.

Si ella tuviera que dar un consejo a las madres en su día, sería el estar presente. “Hay que detenerse y mirar un colibrí, hoy la vida ya no me pasa de largo”, afirma. Cuando Emilio, su marido, o alguno de sus nietos divisa un picaflor, la llama de urgencia, porque ama ver cómo se alimentan. Para Pelusa, la maternidad y la vida son para disfrutarlas a cada minuto.

“Una sonrisa de mamá no pasa de largo”, se emociona mientras piensa en La Mocha, con quien seguro compartirá un cafecito y le leerá estas páginas.

Para ellas, todos los días son el Día de la Madre.

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