La vuelta a la ficción
Una actriz que nunca se conforma, una conductora que aprendió a crear sus propias oportunidades y una productora que desafía los límites de la pantalla: Paola Maltese encarna la reinvención constante. De los sets de televisión a las tablas del teatro, de la radio a los emprendimientos, su trayectoria es la prueba de que el talento se sostiene en la curiosidad y la exploración. Hoy, con Solo por unos días, vuelve a la ficción para recordarnos que las historias paraguayas pueden brillar con acento propio.
Por Laura Ruiz Díaz. Dirección de arte y producción: Sandra Flecha. Dirección de producción: Camila Riveros. Asistente de producción: Anabel Artaza. Fotografía: Javier Valdez. Prendas y accesorios: Mango y Forever 21.
Hay trayectorias que parecen escritas de antemano y otras que se dibujan mientras se camina. La de Paola Maltese pertenece a la segunda categoría: una historia que se arma a fuerza de intuición y de una obstinación silenciosa por no quedar encerrada en un solo rol. Actriz, conductora, productora, emprendedora, madre de tres hijas; Paola es una de esas figuras que parecen multiplicarse frente a las cámaras y, al mismo tiempo, sostener un núcleo íntimo que no se negocia.
Nacida en Asunción en 1984, se crió entre la diversión, el ambiente contenido del colegio Dante Alighieri y el vértigo de los primeros castings televisivos. A los 15 años, cuando la mayoría de las adolescentes apenas tanteaba sus gustos, ella pisaba un set de grabación y se iniciaba como reportera y panelista en programas de tevé. Para el 2002 ya conducía su propio programa, actividad que realizó hasta el 2023.
A los 21 años debutó en la ficción con su papel coprotagónico de María B. González, en González vs. Bonetti. Esta aparición no solo le dio visibilidad, sino que también la enfrentó a un medio que todavía buscaba su propia identidad. En ese momento, la industria de las historias en Paraguay estaba llegando a su auge. Con la dirección de Tana Schémbori y el guión de Tito Chamorro, esta inmersión en la escena la obligó a moverse con rapidez: aprender de los técnicos, escuchar a los directores, absorber cada indicación como si fuera una clase magistral.

En 2006, La chuchi se instaló en el imaginario popular, dirigida por Juan Carlos Maneglia y Tana Schémbori, también con guión de Chamorro. Fue coprotagonista de la serie en el rol de Vanessa Bogarín. Solo dos años después, en marzo del 2008, se convirtió en Valeria en la primera telenovela producida por el canal paraguayo Telefuturo, Papá del corazón.
El tiempo le dio una confirmación: en Paraguay nada está garantizado, especialmente en el mundo del espectáculo, y la permanencia depende tanto del talento como de la capacidad de reinventarse. Pese a ser una figura reconocida y con mucha trayecto- ria para su corta edad, Paola no esperó a que la TV la adoptara para siempre; en paralelo, se formó en comunicación audiovisual, siguió su entrenamiento en teatro y comenzó a cultivar una versatilidad que le permitiría sobrevivir a los vaivenes de la pantalla.
La escena teatral fue su segundo hogar. Obras como Sorpresas, La Cenicienta y La bella y la bestia le dieron la posibilidad de trabajar con el cuerpo, de experimentar la inmediatez del público. A diferencia de la televisión, donde la edición puede disimular errores, allí no hay red, y las obras infantiles son aún más complejas: es la audiencia más cruel por su sinceridad.

En medio de esa vorágine también trabajó en radio, otro territorio que le permitió mostrarse sin personajes. Comenzó en Marca Latina, pasó a Radio Latina y más tarde a la Megacadena. Allí encontró una rutina de madrugones y micrófonos que se volvió parte de su identidad. Mientras muchos se encasillaban en un formato, ella saltaba de un programa matinal a un ensayo de teatro, de una conducción juvenil en Yingo a una película independiente como Universo servilleta (2010), de Luis Aguirre. Una exploración comunicativa en toda su complejidad.
Su vida personal avanzaba en paralelo. Alrededor de 15 años atrás se casó con Tjeerd Twijnstra, empresario gastronómico, con quien tuvo a Saskia, Rinske y Annick. La maternidad, lejos de frenarla, le exigió una nueva destreza: organización. Así, congenió horarios de escuela, ensayos, transmisiones en vivo, reuniones de producción y, en el medio, la certeza de que ningún área puede quedar abandonada.
Con el tiempo, esa capacidad de planificación se convirtió en un motor de autogestión. Si no había espacio, Paola lo creaba. Produjo obras teatrales, abrió el Plezier Bar, diseñó una línea de prendas de vestir e impulsó webs en Argentina. En esta nota, conversamos sobre el último de sus proyectos: el regreso de la telenovela a las pantallas de los hogares paraguayos.

La vuelta de la ficción nacional
En ese contexto de proyectos múltiples y búsqueda constante llegó una propuesta que parecía unir todas las piezas de su recorrido: regresar a la ficción televisiva. Después de años de conducción, Paola volvió a recibir el llamado de Tana Schémbori y Juan Carlos Maneglia, cineastas detrás de 7 Cajas, Los buscadores y la serie récord en rating Marilina, para protagonizar Solo por unos días, producción de Telefuturo y HEi Films que se volvió uno de los lanzamientos más ambiciosos de la pantalla local.
El proyecto implicaba, de entrada, un desafío logístico: demandaba jornadas de grabación intensas, un equipo de más de 100 profesionales y una planificación que debía convivir con sus otros compromisos. “Se adaptaron superbien a mis horarios, porque además de la serie tengo la radio, mis hijas y mi familia. Prácticamente no tuve que faltar a nada y el equipo de producción se acomodó siempre, lo cual hizo que el trabajo sea muy disfrutable”, contó a Última Hora.
Se transmite por Telefuturo de lunes a jueves a las 20.45. “Es una comedia paraguaya con muchísimos elementos. Yo creo que el público se identifica un montón. Y digo eso porque, la verdad, es un éxito total. Sobre todo queremos agradecer eso: el hecho de que entramos a las casas de nuestra gente. Después de muchísimos años volvió la ficción, así que estamos felices. Gracias”, afirma con convicción.

El cuidado colectivo fue clave para que pudiera concentrarse en Vero, personaje que interpreta, que es, en apariencia, una mujer perfecta: madre dedicada, esposa atenta, amiga presente. Pero a medida que la trama avanza, el espectador descubre las renuncias, las decisiones difíciles y las pequeñas rebeldías que sostienen su fachada.
Su rol es, cuanto menos, intrigante. “A Vero la conocí ya hace un año; antes se llamaba Vane”, nos cuenta, en exclusiva. El amor fue a primera leída. “Es una mujer que nos identifica mucho a las paraguayas: somos de tirar para adelante, hacer lo que sea, sobre todo cuando hay un problema familiar. Es la que está ahí para impulsar a la familia entera”, describe. A veces eso puede ir al límite, “hasta que se acuerda quién es ella”. “Le va a gustar mucho al público”, adelanta Pao.
“Vero es una excelente mamá, una gran esposa, está siempre para todos. Tiene una historia muy humana y cercana, con decisiones, renuncias y aprendizajes. Creo que muchísimas mujeres van a sentirse identificadas con ella”, describe. La frase resuena con fuerza porque podría ser también un autorretrato: una profesional que ha sabido combinar familia, trabajo y deseo personal sin sacrificar su identidad.

Los detalles de la nueva serie
La serie es una comedia familiar y apunta a todas las generaciones. “Hay personajes muy lindos: nenas, nenes que cuentan todo lo que va pasando en la adolescencia”, adelanta la artista. “Desde el más grande hasta el más chico de la casa, queremos que se sienten a ver y, después de reírse un montón, analicen un poco los temas que estuvimos tocando”, reflexiona.
Así, distintas etapas de la vida y formas de vivir también son representadas. Hay capítulos basados en los adolescentes, un matrimonio joven protagonista, una mujer divorciada, una señora mayor que quiere rehacer su vida y atraviesa muchos cambios. “Se habla de muchas cosas que les van pasando”, remarca Maltese.
Pero, sobre todo, lo que el televidente encontrará es la cultura paraguaya retratada en cada escena. “Vemos las costumbres que tenemos, nuestras fechas, las calles… Nuestra esencia y cultura; hay mucho jopara y guaraní, así que estoy segura de que ustedes también se van a identificar”, dice, dirigiéndose a todos nuestros lectores.

El rodaje de Solo por unos días significó un retorno a la ficción y la posibilidad de trabajar en un formato que busca elevar la vara de la producción nacional. Se enmarca, sin dudas, en el megaéxito de Marilina, la serie que marcó el tono de esta nueva era de la ficción local, también a través de las pantallas de Telefuturo.
Maneglia y Schémbori apostaron nuevamente a una estética cinematográfica, con guiones cuidados y fotografía de alto nivel. “Realmente cuesta hacer ficción, y creo que esto ya no tiene vuelta atrás, porque así vamos construyendo industria. Hay tanta gente detrás… dignificamos este trabajo maravilloso. Creo que Paraguay va a ser reconocido en el mundo”, destacó Tana Schémbori en el lanzamiento.
Paola, acostumbrada a moverse entre la televisión en vivo y el teatro, encontró en este set una síntesis perfecta de sus aprendizajes: la precisión técnica del cine y la inmediatez del escenario.

Para el público, es una oportunidad de volver a verla en un registro dramático, de explorar nuevas facetas de una actriz que nunca dejó de buscar. Más allá de la ficción, el regreso a la televisión abierta tiene un significado especial en un país donde la producción nacional lucha por sostenerse frente a los contenidos extranjeros. Cada capítulo que llega a la pantalla es una apuesta por demostrar que en Paraguay se pueden contar historias universales con acento propio.
Cuando las luces del set se apagan y regresa a su casa, Paola vuelve a ser madre, esposa, amiga. La diferencia es que ahora lo hace con la satisfacción de haber conquistado un nuevo territorio, sin perder el control de su agenda ni de su identidad. Paola Maltese sigue reinventándose cada día, y su nuevo protagónico es la prueba de que, en su carrera, nada es solo por unos días: su camino es seguro y permanente.
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