Nota de tapa

Oscar 2022

El camino hacia el dorado

El evento más importante de Hollywood llega esta noche en lo que promete ser otro encuentro lleno de sorpresas, alegrías y disgustos, mientras los ganadores de la estatuilla más codiciada del mundo cinematográfico son revelados en la entrega 94 de los Oscar.

La ceremonia, organizada por la Academia de Artes y Ciencias Cinematográficas desde 1929, es el cierre de la temporada de premiaciones a las películas del año previo. Durante los primeros meses de cada temporada, distintas academias, gremios y asociaciones realizan eventos similares para reconocer lo mejor del cine en cierto periodo, pero ningún galardón tiene tanto peso como el Oscar.

Y, aunque todos sabemos que un premio no es indicación universal de que una película es mejor que otra, lo cierto y lo concreto es que conseguir la dorada estatuilla es un honor irrefutable y un reconocimiento para el ganador ante sus pares, quienes son los que eligen a los premiados a través de una votación secreta.

Licorice Pizza, de Paul Thomas Anderson, una de las favoritas de la temporada.

Este año, la ceremonia contará con tres conductoras; la difícil tarea de mantener entretenidos tanto al público presente como a los televidentes recaerá en las comediantes Wanda Sykes (The Upshaws), Regina Hall (Scary Movie) y Amy Schumer (Trainwreck). La última vez que los Oscar contaron con conductor fue en 2018 y, desde entonces, la tarea se dividió entre múltiples personas. Tras declives en audiencia, la organización decidió intentar revitalizar el evento con un poco más de orden.

Existe otro cambio introducido por la Academia: desde este año y en adelante, el número de títulos nominados a la categoría principal de Mejor Película será siempre 10 y, aunque es una cifra relativamente grande, permite la inclusión de una mayor variedad de cintas un poco más representativas con relación a lo que cada año llega a las pantallas.

Medidas desesperadas

A pesar de que el fin de una ceremonia como esta es premiar logros cinematográficos en distintas categorías y, de paso, hacer más conocidas a películas que mucha gente pasa de largo, la entrega de los Oscar también es un evento televisivo, y como tal, debe llenar expectativas en cuanto a números de audiencia se refiere.

West Side Story, una de las nominadas a Mejor Película.

En lugar de, por ejemplo, facilitar la trasmisión del evento a nivel mundial a través de internet sin necesidad de contar con un proveedor de cable o cortar segmentos cómicos que generalmente no hacen reír, la Academia decidió este año entregar varios premios antes del evento principal y no en vivo, como hasta la edición pasada. Mejor Cortometraje, Cortometraje Documental, Cortometraje Animado, Montaje, Maquillaje y Peluquería, Sonido, Banda Sonora Original y Diseño de Producción son las ocho categorías que serán excluidas de la trasmisión televisiva para, según la organización, dar lugar a más segmentos cómicos, números musicales y escenas de películas nominadas, decisión que causó un revuelo tanto entre los votantes como en el público en general.

Los ganadores de estas categorías recibirán su estatuilla una hora antes del evento principal y, con suerte, veremos un compilado de los resultados durante el evento, pero no sin enterarnos ya antes através de las redes sociales.

De acuerdo con un reportaje del medio norteamericano The Hollywood Reporter, este recorte de categorías fue el resultado de la presión por parte del canal de televisión ABC, que produce y transmite la ceremonia, el cual amenazó con no emitirla si no eran recortadas 12 de las 23 categorías. Pareciera que la Academia carece de perspectiva a la hora de decidir qué vale la pena mostrar y qué no. Todas estas decisiones se dan en busca de una audiencia a la que, para comenzar, probablemente no le interese la premiación.

Escena de Don’t Look Up.

Otro claro ejemplo es la extraña lista de presentadores, otra forma de intentar atraer espectadores. Este año, el patinador Tony Hawk, el atleta Shaun White y el cantante Shawn Mendes, ninguno de los cuales tiene relación directa con las películas nominadas, presentarán un premio. Sin embargo, la gota que colmó el vaso fue, probablemente, la inclusión de una categoría con voto popular: la Favorita de los Fans. En una temporada de premios que ya incluye a los People’s Choice Awards, en donde cualquier persona puede votar a través de internet, la inclusión de esta es el intento más desesperado por atraer televidentes.

La categoría incluye obvias elecciones como la popular Spider-man: Sin camino a casa (que logró una nominación oficial por efectos especiales) y otras simplemente bizarras como Cenicienta, protagonizada por la cantante Camilla Cabello, que fue objeto de burlas desde que el primer avance salió a luz. Es lo que pasa cuando dejás en manos de internet decidir nominaciones, lo que abre la posibilidad a nominados “chiste”.

La Academia deberá seguir buscando formas de unir la brecha entre lo popular y el cine de autor porque, hasta ahora, no da más que tropiezos dolorosos de ver.

Escena de The Power of the Dog.

Las contendientes

Entre varias remakes (nuevas versiones de películas viejas), adaptaciones de libros, dramas, musicales y ciencia ficción, la competencia por la Mejor Película de este año contiene un variado abanico de historias para todos los gustos (aunque, en su mayoría, fueron dirigidas por los mismos de siempre):

Belfast
Escrita y dirigida por el multifacético Kenneth Branagh (Thor, Henry V), la película cuenta las vicisitudes de una familia irlandesa durante los disturbios en ese país a finales de los 60. Belfast es, definitivamente, una de las cintas más personales entre las nominadas de esta edición, ya que Branagh utilizó los recuerdos de su infancia como inspiración para la trama.

Está contada desde el punto de vista de un niño y presentada en blanco y negro. Es un medido —y algo simple— relato que se siente correcto en todo momento, aunque también muy poco arriesgado. De cualquier manera, el punto de vista infantil permite a la historia transitar fácilmente entre la comedia y el drama, con la ayuda también de un gran elenco que incluye a Judi Dench, Jamie Dornan y Caitriona Balfe.

CODA
Remake de la película francesa La famille Bélier (La familia Bélier), CODA se centra en el —a veces— frustrante intento de la adolescente Ruby (Emilia Jones) por desarrollar sus habilidades como cantante, como la única miembro de su familia capaz de oír. Sus padres y hermano mayor son sordos, y se apoyan constantemente en ella para su día a día y el funcionamiento de la empresa familiar.

Las escenas en lengua de señas no están subtituladas y obligan al espectador a prestar atención real en todo momento a las fantásticas interpretaciones de los actores, lo que permite apreciar pasajes increíblemente emotivos.

CODA, a pesar de un guión simple en apariencia, cuenta con potentes actuaciones que ayudan a transmitir el mensaje de la película. Se destaca Troy Kotsur como el reacio patriarca de la familia, quien siente que su hija se le escurre de las manos a un mundo totalmente desconocido, uno al que no la puede acompañar. Kotsur está nominado a Mejor Actor de Reparto y en esta temporada se ha llevado dicho galardón en todas las premiaciones, salvo en los infames Globos de Oro.

Escena de CODA.

Don’t Look Up
La comedia apocalíptica de Adam McKay (The Big Short) sobre la inminente colisión de un inmenso asteroide que acabará con toda la vida sobre la faz de la Tierra no llega a ser tan irreverente como podría y su mensaje es, capaz, más directo de lo necesario.

Igualmente, la cinta es un interesante reflejo de la sociedad actual y lo que nos espera si seguimos comportándonos de la misma forma. Es fácil llamar a McKay exagerado por mostrar con cuánta facilidad la clase pudiente dejaría atrás al resto de la humanidad, pero no hay que mirar lejos ni a un futuro lejano para comprender que la cosa será así.

Un elenco principal fantástico ayuda a amortiguar los problemas del guión. Leonardo DiCaprio y Jennifer Lawrence hacen un gran trabajo vendiendo su ridícula trama, aunque a la película le pesen un poco las constantes apariciones de celebridades y actores en pequeños papeles que no suman nada al producto final.

Drive My Car
Basada en el cuento corto del mismo nombre escrito por Haruki Murakami, y dirigida y coescrita por Ryusuke Hamaguchi (Happy Hour), el filme es un extenso, introspectivo y tranquilo estudio del duelo. El protagonista Yūsuke (Hidetoshi Nishijima) es un actor y director de teatro quien, mientras lidia con una gran pérdida en su vida, acepta montar una producción teatral de Tío Vania, la cual se caracteriza por estar interpretada en distintos idiomas a la vez.

La cinta es una serie de conversaciones —a veces conmovedoras, principalmente desgarradoras— entre Yūsuke y los actores que protagonizan la obra, los demás miembros de la producción y la mujer asignada como su chofer. En estas interacciones, el protagonista se ve forzado a dar sentido a la situación en la que se encuentra, las dudas que le quedan y las cosas de las que siente arrepentimiento.

Drive My Car no tiene ningún apuro en contar su historia y acompaña su desarrollo con extensas tomas de hermosos paisajes de Tokio e Hiroshima que permiten al espectador pensar y analizar los sucesos al mismo tiempo que su protagonista.

Escena de la japonesa Drive My Car.

Dune
La épica de ciencia ficción que por mucho tiempo se creyó imposible de filmar, por la dificultad de adaptar la obra homónima de Frank Herbert, es un logro de por sí en diversos sentidos. El director Denis Villeneuve (Arrival) logra traer a la pantalla un mundo fantástico que se ve y siente inmenso y realista, aunque con la sorpresa de que solo nos exhibió parte de la historia.

Lo demás queda relegado para la ya anunciada secuela, pero lo que Villeneuve nos muestra de la historia de Paul Atreides (Timothée Chalamet) y la lucha de su familia por mantenerse en el poder del desértico planeta Arrakis fue suficiente para asegurar a la cinta varias nominaciones.

Dune puede resultar difícil de ver porque utiliza mucho de su tiempo en explicar y contextualizar el mundo en pantalla, pero hacerlo de otra forma hubiese sido un despropósito. Todo esto es necesario para disfrutar de una historia de una magnitud tan grande que es considerada la base de la ciencia ficción contemporánea.

King Richard
El drama familiar sobre el padre de las tenistas Venus y Serena Williams, Richard Williams, dirigido por Reinaldo Marcus Green (Monsters and Men), es una hermosa historia de superación y perseverancia. Will Smith interpreta a Richard Williams de manera magistral, al retratar a un hombre arrogante e intenso de una forma muy humana. El personaje puede llegar a ser agotador y agresivo en su insistente lucha por convertir a sus hijas en estrellas, pero, como sabemos, finalmente estuvo en lo correcto.

El elenco que lo apoya también hace un excelente trabajo, principalmente Aunjanue Ellis (The Help) como su esposa, pero es Will Smith quien eleva la cinta a una categoría superior con su potente actuación. Las hermanas Williams aún tienen una larga carrera por delante y, llegado el momento, es seguro que recibirán su propia película biográfica; de igual forma tienen suficiente presencia en el filme para continuar inspirando a futuras generaciones de tenistas y, de paso, a sus padres, a seguir sus sueños.

Will Smith en una escena de King Richard.

Licorice Pizza
Aunque por momentos resulta algo incómoda, la película de Paul Thomas Anderson (Phantom Thread) sobre un adolescente de 15 de años y la chica de 25 de la que está perdidamente enamorado, situada en los 70, resulta ser bastante enternecedora.

En Licorice Pizza, la improbable amistad entre Gary (Cooper Hoffman), un adolescente que quiere ser adulto, y Alana (Alana Haim), una joven adulta que no sabe cómo ser adulta, es el puntapié para una interesante exploración de ansias e inseguridades en dos etapas tan particulares de la vida.

Aunque el desenlace puede resultar algo cuestionable, el camino que el director y escritor decide explorar es extremadamente interesante y entretenido. Visualmente, como es de esperarse de Paul Thomas Anderson, la película luce genial con el trasfondo de Los Ángeles en una época en que las posibilidades parecían ilimitadas.

Nightmare Alley
Historias sobre la pérdida de humanidad abundan, y aunque la más reciente obra del galardonado Guillermo del Toro (The Shape of Water) no reinventa la fórmula del thriller noir del viejo Hollywood, el director logra una correcta, aunque un poco genérica, película.

Bradley Cooper protagoniza la historia basada en la novela de William Lindsay Gresham (que ya contó con una adaptación cinematográfica de 1947). En ella interpreta a Stan, un hombre que, en busca de un futuro mejor, termina corrompido por su propia avaricia, a pesar de las diversas advertencias de todos los que lo rodean. La película luce genial con la estética de finales de los años 30 y principios de los 40 correctamente representada en pantalla, pero es un extraño desvío en la trayectoria de un director como Del Toro, que siempre parece apuntar a lo fantástico y visualmente impactante. Nightmare Alley finalmente es un lindo homenaje sin mucha personalidad propia.

Cate Blanchett y Bradley Cooper en Nightmare Alley.

The Power of the Dog
La directora neozelandesa Jane Campion (The Piano) regresa a la pantalla grande con un wéstern distinto y provocador. Basada en la novela de Thomas Savage, la película cuenta la historia de dos hermanos ganaderos con personalidades totalmente opuestas, el agresivo Phil (Benedict Cumberbatch) y el sumiso George (Jesse Plemons), quienes, trabajando juntos, lograron amasar una gran fortuna en el estado de Montana en los 20.

Todo cambia cuando Rose (Kirsten Dunst) y George se casan, y suman al hijo de ella, Peter (Kodi Smit-McPhee) a la familia. Lo que sigue es una lucha de creciente magnitud en la que Phil no puede evitar antagonizar a todos los demás, mientras sospecha lo peor de Rose y ve en Phil algo que él no puede aceptar de sí mismo.

Campion es asertiva pero sutil en su manera de retratar la historia, que acompaña de hermosos pasajes del Viejo Oeste (increíblemente filmados en Nueva Zelanda) y exprime hasta el límite al cuarteto protagónico. No en vano han sido todos nominados en las categorías de actuación. Además, con este éxito, Jane Campion se convirtió en la primera mujer de la historia en ser nominada dos veces como Mejor Directora.

West Side Story
La nueva versión del clásico musical, dirigida esta vez por el legendario Steven Spielberg, es la prueba de que hay historias que no solo merecen volver a ser contadas sino que también pueden ser mejoradas en el proceso. West Side Story, el ya clásico recuento de Romeo y Julieta, llegó a la pantalla grande por primera vez en 1961 y a pesar de todos sus logros es, lamentablemente, el reflejo de una época muy distinta en el cine. Esa producción es infame en cuanto a representación, pues llega al punto de oscurecer la piel de los actores blancos que interpretaban a personajes puertorriqueños. Esta vez, gracias a la experimentada dirección de Spielberg y un correcto guión de Tony Kushner (Angels in America), la representación de los puertorriqueños se siente más realista, aunque tal vez todavía algo estereotipada.

El mover escenas aquí y allá, alterar la letra de algunas canciones, expandir la escenografía y los números musicales son solo algunas de las formas en que la nueva entrega supera a la original. A esto se le suma, además, un supertalentoso elenco, en el que se destaca Ariana DeBose (The Prom) como Anita. DeBose podría repetir la historia si llegara a ganar el Oscar a Mejor Actriz de Reparto como lo hizo en su momento Rita Moreno por interpretar al mismo personaje.

Escena de Belfast, de Kenneth Branagh.

Un juego de probabilidades

Los casi 10.000 miembros de la Academia representan la mayor cantidad de votantes de la temporada de premiaciones, divididos en categorías. A pesar de esto, a la hora de pronosticar a los ganadores uno tiende a querer mirar los resultados de galardones de gremios específicos como los de actores, directores y escritores.

Resultados recientes como el del gremio de productores, donde CODA se llevó sorpresivamente el galardón principal, hacen tambalear un tanto las expectativas en relación a los Oscar y la casi segura victoria de The Power of The Dog. Si la película se alzó con el premio máximo por parte de los productores, ¿quiere decir que repetirá lo mismo esta noche? No necesariamente. Es realmente difícil de adivinar; hay historias parecidas, pero la Academia puede llegar a sorprender.

Hasta el momento, la aparente ganadora a Mejor Actriz es Jessica Chastain por la biográfica The Eyes of Tammy Faye, pero la cinta sobre la famosa tele-evangelista norteamericana tiene solamente una nominación más y es en Mejor Maquillaje y Peluquería. De cualquier forma, la competencia hace difícil la predicción ya que ninguna de las intérpretes de la categoría viene de nominadas a Mejor Película.

Al final de cuentas, la Academia es impredecible y con las votaciones cerrándose tan recientemente como el día martes, no hay forma de adivinar qué hay en la cabeza de los miembros.

Rebecca Ferguson, Zendaya, Javier Bardem y Timothée Chalamet en Dune.

Dificultades técnicas

Además de ver a nuestras estrellas favoritas recibir tan importante reconocimiento, el otro punto más entretenido de la ceremonia son las sorpresas y dramas antes, durante y después del evento. Los chistes de conductores y presentadores no siempre logran hacer reír y pueden pasar totalmente desapercibidos, pero lo realmente divertido y que da de qué hablar son los acontecimientos inesperados.

El tropiezo de Jennifer Lawrence camino a recibir su premio como Mejor Actriz en 2013; lo sucedido en 2017 cuando Faye Dunaway y Warren Beatty leyeron el sobre equivocado al momento de entregar la estatuilla a Mejor Película —nombraron a La La Land en lugar de Moonlight—; o cómo el año pasado los organizadores reorganizaron el orden de entrega de las categorías para dejar la de Mejor Actor para el final, con la esperanza de que Chadwick Boseman (Ma Rainey’s Black Bottom) recibiera el galardón póstumo para terminar el evento de forma emotiva, solo para que el ganador resultara ser Anthony Hopkins por The Father —y eso que el actor ni siquiera asistió al evento y terminó aceptando el premio en un video publicado al día siguiente— son situaciones que se suman a los extraños discursos de aceptación, aspectos que, a veces, terminan causando más impresión que los ganadores por sí mismos.

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