Nota de tapa

Nhi-Mu

Genealogía de un sueño 

Nhi-Mu cumplió recientemente 25 años de trayectoria. La compañía es reconocida en la escena local por sus innovadoras propuestas de teatro negro, performances y puestas aéreas que dan testimonio de su compromiso con la comunidad artística a través de una mirada interdisciplinaria. En conversación con las directoras Selva Fox y Fátima Fernández Centurión, recorremos su linaje a partir de experiencias y anécdotas al frente del espacio. 

Por Matías Irala. Producción: Sandra Flecha. Fotografía: Javier Valdez.

En los años 20, el director Konstantín Stanislavski buscaba una nueva práctica que permitiera ampliar sus exploraciones teatrales. Por casualidad redescubrió las técnicas utilizadas por los magos ilusionistas en sus presentaciones y, a partir de esto, decidió incorporar la misma metodología a sus proyectos escénicos. 

“La parte trasera del escenario anula la profundidad y permite mostrar una superficie negra uniforme, no ya de tres, sino de dos dimensiones: el escenario y los bastidores tapizados con terciopelo negro se confundirán con la pared del fondo, también recubierta de terciopelo negro; la profundidad escénica desaparecerá y todo el cuadro escénico se abrirá sobre oscuras tinieblas. Sobre un fondo como ese podremos trazar, al igual que sobre una hoja de papel negro, líneas blancas o de distintos colores, manchas o dibujos que existirán por sí solos, por y para sí mismos, con total independencia dentro de la caja negra del escenario”, detalla Stanislavski en su libro Mi vida en el arte. 

Un siglo después nos encontramos en otra caja negra, ubicada sobre la emblemática avenida 25 de Mayo del centro de Asunción. Telones negros, dibujos variopintos y un equipo de personas que se mueven ágilmente por el espacio testimonian que llegamos oficialmente al corazón de Nhi-Mu. En el centro del local se encuentran las directoras Selva Fox y Fátima Fernández Centurión, que charlan amenamente. Nos sentamos con ellas —en una suerte de concilio papal improvisado y adornado por una oscuridad solemne— para conversar sobre la historia y el presente actual de la compañía. 

Selva Fox y Fátima Fernández Centurión. Fotografía: Javier Valdez.

Natividad aérea 

Nhi-Mu nació en 1997 de la mano de Selva Fox, Patricia Masera, Karina Sanabria, Nelson Arce, Sonia Amarilla, Juancho Álvarez y Pablo Meilicke. En sus inicios no contaban con un lugar específico para practicar sus propuestas performáticas, ni tampoco tenían instalada la idea de caratular su colectivo con un nombre. 

En palabras de Selva, eran nómadas asuncenos y se encontraban en distintos puntos de la capital para agruparse e hilar ideas. La casa de Sonia y Nelson eran espacios recurrentes para reunirse y allí se dieron los primeros destellos de lo que sería Nhi-Mu. 

“En una de las tantas reuniones que hacíamos los fines de semana en la casa de Nelson Arce, vimos un material audiovisual grabado en VHS. Era un espectáculo de teatro aéreo de la compañía La Guarda, hecho en Buenos Aires, que nos enloqueció desde el minuto uno por lo arriesgado de la propuesta, las luces y la narrativa”, recuerda Fox.

Motivados por el audiovisual, comenzaron a realizar diferentes presentaciones en discotecas de Asunción y eventos para costear los equipos básicos que les permitieran iniciarse en el campo del teatro aéreo. Otra de las consignas era traer al profesional argentino Tincho García, técnico especializado en el ensamblado de ese tipo de obras y conocido por haber formado parte de la reconocida compañía argentina Fuerza Bruta. 

Selva Fox. Fotografía: Javier Valdez.

“Nhi-Mu siempre se movió motivado por la fe de los amigos, incluso antes de tener nombre. Nuestro discurso era que íbamos a cumplir el sueño de volar, que tendríamos los recursos para lograr lo que nos proponíamos como colectivo. La gente apostó por nosotros con los ojos cerrados, sin tener noción de lo que era realmente el teatro aéreo. Pero gracias a eso, pudimos avanzar paso a paso”, reflexiona Fox. 

El primer espacio que cobijó a Nhi-Mu fue una exfábrica conocida como La Fosforera, sobre la avenida Iturbe y Sexta Proyectada, Asunción. Allí comenzaron a ensayar, con profesionales argentinos que vinieron exclusivamente para impulsar el proyecto. 

En palabras de la directora Selva Fox, el primer reto era saber si funcionaría la técnica aérea: “Nos encerramos un mes entero en La Fosforera para aprender con el profesor Tincho García. Creo que la fusión de ser jóvenes y no tener miedo fue fundamental para que insistiéramos con el proyecto, aunque en ocasiones nos asaltaban preguntas o dudas sobre si lograríamos darle continuidad”. Pero las expectativas crecieron, no solo entre los adherentes de la compañía, también en la población asuncena que comenzó a reparar en las actividades internas y el primer espectáculo de Nhi-Mu. 

Fátima Fernández Centurión, Selva Fox y parte del equipo de Nhi-Mu. Fotografía: Javier Valdez.

“Comunicar el primer espectáculo fue otro gran reto, ya que la gente no estaba familiarizada con lo que hacíamos. Para algunos éramos los que bailaban arriba, otros lo catalogaban como circo y otros simplemente lo reducían a un nuevo estilo de performance. Pero insistimos en darle el nombre que correspondía: espectáculo de teatro aéreo”, puntualiza Fox. En una época en que no existían Instagram ni pautas digitales que inviten a los espectáculos artísticos, captar la atención del público y la prensa se daba gracias al famoso radio so’o (transmitir la información de boca en boca). 

“La prensa comenzó a reparar en nuestra existencia, gracias al radio so’o comunal que nacía de la gente y su curiosidad por ver el resultado de lo que hacíamos en La Fosforera, nuestro local de ensayo. El primer espectáculo, bautizado como Viaje 1, fue un éxito total. ¿Cómo anticipábamos el éxito de un show en ese entonces? Fácil, ver a la gente que hace asaditos, máquinas para cocinar pororó y juegos de azar afuera de la Estación del Ferrocarril, donde presentábamos el show, era la señal absoluta de que íbamos a tener una gran convocatoria”, recuerda Fox. 

Segundo linaje: Cambio de aires y nuevas reflexiones  

A mediados de la primera década del nuevo milenio, comenzaron a gestarse los primeros cambios estructurales de la compañía, trasladaron el proyecto al local ubicado actualmente sobre 25 de Mayo y plantearon metas para seguir impulsando Nhi-Mu. 

“Algunos compañeros salieron, otros dieron un paso al costado por cuestiones personales y una parte migró al extranjero para seguir ampliando sus capacidades artísticas. Fue entonces que decidimos con Patricia Masera que era hora de invitar a nueva gente a unirse al staff, de replantear la dirección que íbamos a tomar con Nhi-Mu y afilar los desafíos que implicaba el cambio”, explica Selva Fox. 

Fátima Fernández Centurión. Fotografía: Javier Valdez.

En esa transición se incorporó la licenciada en Dirección Escénica Fátima Fernández como nueva integrante de la compañía: “Yo racionalicé sobre Nhi-Mu, primero, como observadora, y luego ya a partir de mis colaboraciones dentro del espacio. ¿En qué momento se formalizó que era parte de la dirección? De manera espontánea, con mucho compromiso y en la cotidianidad que se iba construyendo entre nosotras”.

Una de las características principales de Nhi-Mu es el hecho de impulsar un lenguaje interdisciplinario dentro de sus propuestas teatrales y escénicas. Para la directora Fátima Fernández esto siempre fue motivo de debate dentro de la comunidad artística local. 

“Creo que el hecho de impulsar un lenguaje interdisciplinario dentro de Nhi-Mu tuvo su lado positivo y negativo. Por muchos años, la gente de teatro no nos veía como afines al género teatral: los de danza no asumían que nuestra propuesta podía categorizarse dentro de su disciplina. Por ahí, algunos del ámbito musical y audiovisual entendían lo que queríamos, pero en general fue difícil que nuestros propios compañeros del sector entiendan cual era la idea central de un proyecto como Nhi-Mu”, comenta Fátima.

Una de las razones por las que fui a estudiar pormenorizadamente las artes escénicas fue por la necesidad de saber con propiedad qué hacíamos en Nhi-Mu.

Fátima Fernández Centurión.

Fue la necesidad de defender fundamentos teóricos, históricos y académicos la que impulsó a Fernández a migrar al extranjero para entender mejor lo que realizaba empíricamente con la compañía: “Una de las razones por las que fui a estudiar pormenorizadamente las artes escénicas fue por la necesidad de saber con propiedad qué hacíamos en Nhi-Mu. Si uno no sabe de historia, teoría o referencias de arte, ¿cómo puede validar lo que hace frente al público y a la escena artística? En el universo en el que hoy se manejan las artes, es sumamente importante dar consistencia a lo que uno presenta”.

La ausencia de canales y teóricos que validen el trabajo artístico en los medios de comunicación actualmente es otro de los detonantes que obligan a revalidar el trabajo artístico que se realiza en Asunción de manera personal, asegura la directora Selva Fox. 

“Antes era más común la presencia de críticos y teóricos que validaban lo que hacíamos en los medios de comunicación. Recuerdo un material publicado en un diario local que nos bautizaba como los hijos híbridos de la danza y el teatro. ¿Por qué traigo a colación esto? Porque en su momento fue una buena manera de analizar, motivar y canalizar en palabras lo que hacíamos desde la autogestión” 

Fátima Fernández Centurión y Selva Fox. Fotografía: Javier Valdez.

Entre la militancia artística y el eterno retorno asunceno 

Para conmemorar sus 25 años, la fachada de Nhi-Mu fue intervenida por el artista Oz Montanía en reflejo del cambio que quieren impulsar. También apuntan a que sirva de memoria para el público de lo que significa la vigencia de la compañía en el centro. 

“Hay algo políticamente discursivo en seguir, después de tantos años, en el centro. Muchas veces trataron de estilizar a Nhi-Mu y propusieron llevarlo a otras zonas como Villa Morra o cerca de grandes shoppings. Para nosotras, el centro es un ensayo de memoria tangible, bitácora del movimiento artístico underground que sigue rebelándose a la idea aspiracional que nos quieren vender como progreso”, reflexiona Fernández. 
La ambivalente gestión de políticas culturales, la falta de espacios y proyectos que permitan resguardar la memoria artística y las burocracias institucionales son algunos de los tópicos recurrentes a los que se enfrenta la comunidad artística del país.

El hecho de que cada cinco años existan transiciones gubernativas termina repercutiendo siempre en la escena artística, que debe adaptarse nuevamente a las políticas de turno o se encuentra con la sorpresa de que todo lo que se construyó durante un periodo queda estancado u olvidado.

Selva Fox.

Las directoras de Nhi-Mu aseguran que el primer problema se encuentra en las cabezas de promoción del ámbito, pues estas personas no tienen un acercamiento real a los artistas y existen quienes no cuentan con formación en gestión cultural. “Aunque parezca cansino repetir, se debe insistir en que es necesario que exista mayor inversión en educación, en promocionar lo que se hace culturalmente en nuestra escena y crear espacios de formación artística dentro de las localidades del país”, acotan.

¿Por qué se insiste en la idea generalizada de que el público local no está interesado en el teatro local? “El mito de que el público no va al teatro porque no le interesa lo que se hace localmente es falso. ¿Cómo una persona con hijos, que sale del trabajo a las 19.00, con un sueldo estándar y acceso limitado a medios de transporte por la noche va a pensar en ir al teatro? Tenemos que dejar de estigmatizar a la propia comunidad artística y direccionar la crítica al Estado, que está ausente en tantos niveles, incluso en políticas públicas básicas que finalmente afectan a nuestro sector”, señala Fernández.

Para la directora Selva Fox, las desavenencias por las que pasa la escena artística son como el concepto del eterno retorno: “El hecho de que cada cinco años existan transiciones gubernativas termina repercutiendo siempre en la escena artística, que debe adaptarse nuevamente a las políticas de turno o se encuentra con la sorpresa de que todo lo que se construyó durante un periodo queda estancado u olvidado. Paraguay es como un eterno retorno, se avanza y se retrocede constantemente”.

Fátima Fernández Centurión, Selva Fox y parte del equipo de Nhi-Mu. Fotografía: Javier Valdez.

Un sueño con compromiso social

La pandemia afectó especialmente a la comunidad artística, por la falta de shows presenciales. En ese lapso, la compañía se mantuvo a flote gracias al apoyo comunitario y un nuevo emprendimiento al que nombraron La cocina de Nhi-Mu. 

“Recuerdo que durante la pandemia le mencioné a Selva que nosotros no podíamos decaer. Así nació la idea de crear una movida gastronómica para mantener el lugar y ayudar a los compañeros afectados por la crisis sanitaria”, dice Fernández.

Me gusta pensar que Nhi-Mu no nos pertenece solo a nosotras, sino que trascendió ya como un espacio que representa a toda una comunidad en Asunción.

Selva Fox.

La directora Selva Fox asimila que mantener el lugar a flote durante la pandemia fue también un rayo de esperanza para la comunidad artística. “La cocina de Nhi-Mu fue, para nosotros, un compromiso social. ¿En qué sentido? Si coqueteábamos con la idea de cerrar a consecuencia de la pandemia, íbamos a dejar ausentes a los compañeros que encontraban esperanza en la idea de que siguiéramos, a pesar de todo. Me gusta pensar que Nhi-Mu no nos pertenece solo a nosotras, sino que trascendió ya como un espacio que representa a toda una comunidad en Asunción”, menciona.

Después de tantos años, ¿siguen renovando los sueños? “Totalmente, nuestra idea es que Nhi-Mu siga vigente para los alumnos, la comunidad artística y el público. En julio iremos a una residencia artística en Oklahoma donde queremos reflexionar sobre los 25 años de la casa. Otra meta para nosotras es que en el futuro esto se vuelva un espacio de residencia para artistas, que venga gente del extranjero o del interior y seguir expandiendo esa mirada interdisciplinaria a nuevos niveles”, sentencia Fernández. 

Por su parte, la directora Selva Fox vaticina que no existe fecha de caducidad para sus metas: “Hay gente que persigue los sueños de Nhi-Mu, que es su motor principal y eso también es una responsabilidad para nosotras. Cuando no haya más miles de proyectos que gestionar o nuevos objetivos que conquistar, ese día cerraremos las puertas”. 

Selva Fox (adelante) y Fátima Fernández Centurión (atrás). Fotografía: Javier Valdez.

Shakespeare contraataca

Shakespeare contraataca… y termina re mal es la entrega final de la trilogía que inició con Demasiado luego te quise… cuando la luz estaba apagada (2007-2008) y siguió con Las mujeres de Shakespeare, según nosotras (Versículo 19 y medio) (2013).

Cosas que vuelan, gente que brilla y música en vivo, todo es parte del universo del teatro negro que con humor y sarcasmo renueva la propuesta de Nhi-Mu para conmemorar sus 25 años al frente de la compañía. 

La puesta está dirigida por Selva Fox, quien comparte dramaturgia con Natalia Santos. La coordinación general es de Fátima Fernández Centurión, mientras que la producción, de Patricia Sánchez. 

Actúan en la propuesta escénica Jorge Báez, Fátima Fernández Centurión Fabio Chamorro, Natalia Santos, Roberto Cardozo, Guadalupe Lobo, Nelson Viveros, Violeta Balbuena, Diego Mongelós, Cala del Puerto, Vanessa Vega, Silvia González y Angélica Gaona. La obra cuenta también con la presencia de Rolfi Gómez, Cala del Puerto y Carlos Bendlin en el apartado musical. 

Se estrenó el 24 de junio y se extenderá hasta el 3 de julio. Se pueden adquirir las entradas a través del número (0984) 977-358. 

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