Nota de tapa

Esa felina debilidad

En el Día del Gato, un repaso por la historia de su (no) domesticación

Algunos los aman; otros, no tanto. Pero la única verdad universal es que tener un gato es una lección de respeto a la individualidad y al espacio personal. Ellos nos adoptaron a los humanos, se adaptaron para sacar el mayor provecho posible de nuestros hábitats y hoy son la mascota más popular del mundo, con más de 700 millones de ejemplares distribuidos por todo el planeta.

Por Patricia Luján Arévalos. Imágenes: los gatos de nuestro staff.

La mayoría de los animales domésticos contribuyó, en algún punto de la historia, con la supervivencia del ser humano. A diferencia del resto, los gatos aportan poco y nada a la protección o seguridad de sus dueños. Entonces, ¿cómo se convolvieron una de nuestras compañías preferidas?

Un origen incierto

Mientras que el perro fue domesticado por necesidad de un aliado para la caza, una ayuda para el pastoreo y, principalmente, protección de las personas y sus recursos, la relación gato-humano empezó de otra manera. Si los felinos no aportan leche, lana, trabajo ni protección y, sin embargo, es imposible dar dos pasos en cualquier ciudad sin cruzarse con ellos, ¿por qué son tan populares?

La diferencia fundamental, aparentemente, es que fueron los gatos quienes decidieron acercarse a nosotros, y no al revés. En ese solemne acto, en ese sigiloso paso que dio un lejano antepasado del michi que ahora duerme en tu sofá, en dirección a algún establecimiento humano para buscar ratas y/o restos de comida, quedó sellado el futuro de toda una especie que hoy conocemos como Felis silvestris catus.

Los académicos teorizaron que los egipcios fueron responsables de este proceso evolutivo, ya que creían que esa antigua civilización fue la primera en tener gatos de mascotas hace unos 3600 años. Sin embargo, en las últimas décadas se descubrió una serie de evidencias arqueológicas y genéticas que sugieren que el proceso de domesticación empezó, realmente, hace ya unos 10.000 años.

Algunos estudios sugieren que, contrariamente a lo que se pensaba originalmente, el gato doméstico moderno no desciende de una sola variedad, originada en un único espacio geográfico. Y tiene sentido, ¿no? La investigación parece apuntar a que la domesticación se produjo simultáneamente en distintos puntos geográficos del globo.

Una investigación reciente encontró material genético común entre gatos (tanto de raza pura como de mezclas y callejeros) de Estados Unidos, Inglaterra, Japón y… ¿el Medio Oriente? El resultado sugiere que el michi doméstico pudo haber evolucionado allí, en Medio Oriente, y no en otros lugares donde son más comunes.
La ciencia todavía no tiene una respuesta definitiva, pues todas las variedades pueden reproducirse entre sí y difuminar todavía más las fronteras que podrían distinguirlos.

La antropología tiene una respuesta para otra pregunta. Además de dónde, ¿cuándo? En 2004, investigadores del Museo Nacional de Historia Natural de París reportaron el descubrimiento de una tumba de aproximadamente 9500 años de antigüedad, no muy profunda, que contenía un humano adulto de género no identificado. En su lecho, una serie de herramientas; a su lado, en su sepulcro, un gato de ocho meses de edad.

Este descubrimiento se realizó en una isla del Mediterráneo, en Chipre, y tanto el traslado desde el continente como la preparación de la sepultura del gato indican un lazo entre el animal y la persona que yace a su lado.

En un artículo publicado por los investigadores Carlos A. Driscoll, Juliet Clutton-Brock, Andrew C. Kitchener y Stephen J. O’Brien en la revista Scientific American, estos concluyen que tanto la evidencia antropológica como la genética apuntan a un lugar y tiempo concretos: el Creciente Fértil del Medio Oriente, región geográfica y periodo histórico específico tan interesante y clave para el desarrollo de la humanidad que debe ser un artículo de Pausa en sí mismo.

¿Indómitos?

Sí, indómitos. En una vuelta de la historia, podríamos decir que los gatos nos adoptaron a nosotros. Analicemos brevemente algunas características que los hacen únicos.

En primer lugar y en contraste con otros animales domesticados que consumen casi exclusivamente derivados vegetales y son esencialmente omnívoros, los gatos necesitan carne. No es una cuestión de gustos y acostumbramiento, sino una necesidad biológica propia. Los félidos son los carnívoros más desarrollados de la especie mamífera.

Mientras que los caballos y perros son notablemente amaestrados para desempeñar tareas, los gatos —también notablemente— no toman bien, digamos, nuestros intentos por darles órdenes.

Los gatos son cazadores natos y no viven en manadas como otros animales domesticados, sino que establecen un territorio que defienden con fiereza. Bueno, con la salvedad de los leones, que son la excepción a casi cualquier regla de su orden félida. Asimismo, sin contar al rey de la selva, no tienen indicios físicos demasiado notables que ayuden a distinguir a los machos de las hembras.

Físicamente, hasta el más tierno (perdón, poderoso) de sus atributos físicos cumple una función inseparable de su naturaleza puramente cazadora: sus dedos están protegidos por almohadillas que ocultan el sonido de sus sigilosos pasos de sus potenciales presas.

Ahora, analicemos brevemente las características que nos hacen únicos a nosotros. Toda actividad humana, desde la más pequeña célula hasta la más grande metrópolis, tiene en común el consumo y el desecho. El mismo procesamiento del alimento crea basura. A donde el hombre va, allá habrá basura; y donde exista basura, habrá ratas.

Podemos agradecer a los pequeños roedores conocidos como Mus musculus domesticus (ratón casero) la existencia de nuestras mascotas felinas. Todo apunta a que estos animalitos atrajeron a los gatos salvajes a los asentamientos y primeras ciudades, donde los felinos descubrieron las ventajas de cohabitar los espacios humanos y garantizar, de esa manera, su supervivencia.

Simple supervivencia del más apto, realmente.

Hasta ahora, no todos están de acuerdo con que el gato haya sido realmente domesticado. El argumento, aquí, es que solo los de raza pura lo están, ya que en ese caso la reproducción y el control de la población dependen exclusivamente del hombre. Estos representan una porción significativa del número total mundial.

Quiero un gato, ¿qué hago?

Cualquiera respondería rápidamente que adoptar un gato es una de las mejores cosas que uno puede hacer, ya que las mascotas tienen notables y comprobados beneficios para la salud mental, y existe una epidemia de michis sin hogar en Paraguay y, claro, en todas partes.

Pero antes de dar este paso, también es necesario considerar si adoptar un gato es lo ideal para vos y si estás a la altura de las responsabilidades que conlleva la crianza de un ser vivo. El primer paso es, justamente, asegurarte de entender que los animales no son objetos que sirven solo para llenar tus necesidades. Si lo comprendés, entonces, podemos continuar.

Algunas personas quieren gatos para acurrucarse y llevar una vida cercana y físicamente afectuosa, pero otras prefieren a los ejemplares independientes que no necesitan mucha interacción con su humano. Los que saben sugieren que, primero, identifiques lo que buscás en una mascota y ahí empieces a buscar una que pueda llenar esas expectativas —que también deben ser realistas—.

Como los humanos, los gatos no son todos iguales. Son seres individuales y su relacionamiento contigo variará según distintos factores; para algunos podrían ser sus primeras experiencias en la vida o su propia personalidad. ¿Tenés otras mascotas con las que el nuevo felino deba interactuar? Sumá eso a la ecuación.

Los gatos son relativamente fáciles de mantener en comparación con un perro, por ejemplo, porque no necesitan el mismo nivel de compañía, entrenamiento o ejercicio. Sin embargo, esto no significa que no requieren de atención y afecto; y algunos llevan más cuidado que otros.

Sin duda, se ajustan rápidamente al estilo de vida actual y ajetreado de los millennials, y tienen la capacidad de vivir en lugares más pequeños que los perros. Los adultos que adoptan gatos, por lo general, ven en ellos la compañía que necesitan al volver a casa después de un largo día fuera. Ojo, eso no significa que no sean excelentes compañeros en un hogar familiar.

Los gatos comunes de pelo corto son una muy buena elección porque, a diferencia de los de raza pura, no requieren una excesiva inversión de tiempo para el arreglo y el cuidado de su pelaje, además de que no presentan las mismas propensiones de salud que sus pares con pedigrí.

Algunas cosas que tu gato va a necesitar:

  • Compañía humana: aunque sea un michi más independiente, es un ser vivo que requiere atención y afecto.
  • Agua fresca: debés cambiar regularmente su tazón de agua o, si podés, invertir en un bebedero que refresque el líquido constantemente.
  • Una cama: o almohadón o sillón cómodo y limpio, donde pueda descansar.
  • Un arenero: a menos que te asegurares de que tendrá acceso fácil y constante al exterior, debés prepararte mentalmente para limpiar diariamente (y sin falta) su arenero.
  • Vacunas: como cualquier otra mascota, necesita chequeos periódicos con su vete y un calendario completo de vacunación.
  • Castración: todos sabemos muy bien que existe un número cada vez más alto de gatos abandonados y sin hogar, que viven en la calle. Sé responsable y preparate para castrar al tuyo ni bien tenga el peso adecuado para ser sometido a esa cirugía. Los requerimientos varían según el sexo.

Cazadores

Como ya lo reiteramos en varias ocasiones, los gatos son cazadores. Son depredadores que se introdujeron a ecosistemas de los que no son nativos y, como es natural, representan una amenaza para otros animales más pequeños.

En la ciudad, las aves y otros animales silvestres son su blanco predilecto. Es responsabilidad nuestra que reciban suficiente alimento y estímulo dentro de casa para que no salgan a depredar los alrededores, como lo indican sus instintos más básicos. Los estímulos más eficaces son los rascadores, juguetes y distintos niveles ubicados en la pared, que les permitan trepar y mantenerse activos. Tu veterinaria de confianza te ayudará a elegir los más apropiados para tu casa y sus necesidades, pero te recomendamos buscar asesoramiento profesional de alguien especializado en atención felina.

No todos los gatos se adaptan fácil y rápidamente a un estilo de vida interior, pero es posible mantenerlos adentro y prevenir, así, que maten seres más pequeños.

Normalmente, los más viejos (pueden vivir de 10 a, fácilmente, 18 años) cazan menos y hay otros que no demuestran ningún tipo de interés en ello. Lo que tenés que saber es que no hay forma de saber, de buenas a primeras, qué tipo de gato será el tuyo.

¿Gatitos o gatotes?

Una vez que tenés claro todo lo anterior y todavía querés adoptar, queda una pregunta importante que responder: ¿Elegís un gatito o un gato adulto?

Sí, los gatitos son tiernos y la evolución misma se encargó de que fueran así, pero ninguno se queda así para siempre. Adoptar uno solo porque se ve lindo de “bebé” puede ser la manera errada de proceder porque este periodo de su vida representa, apenas, unos seis meses de su larga vida.

Entre las ventajas de adoptar un gato “adolescente” o adulto se destaca la posibilidad de conocer un poco mejor su personalidad, reconocer si es afectuoso o desconfiado, independiente o extremadamente sociable.
En este momento es necesario tener en cuenta que si está viviendo en circunstancias de mucho estrés, como en un albergue, un hogar abusivo o la calle, probablemente lo que vemos de él no es su personalidad verdadera.

Los gatitos necesitan mucha atención durante esos primeros meses de vida y, dejados a su suerte, probablemente hagan alguna que otra travesura dentro de casa. Los adultos, por su parte, representan menos preocupaciones, especialmente una vez castrados.

Sabemos que sumar un michi a tu vida va a traer muchos beneficios para vos. Lo aseguramos nosotros. No somos expertos, pero los amamos.

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