Claves para la conservación de un superdepredador
La elusiva presencia del mayor felino sudamericano supone muchos desafíos de investigación, conciliación y, sobre todo, educación. La especie sobrevive en Paraguay pese al avance de la deforestación y los delitos ambientales, y pone a prueba las políticas públicas del país.
Por Leticia Ferro Cartes. Imágenes: gentileza de WWF.
Una sombra moteada deja huellas profundas en el barro y un silencio frágil en nuestros bosques. El jaguar (Panthera onca) es el mayor felino de Sudamérica y uno de los animales más emblemáticos de la fauna paraguaya. Cada 29 de noviembre, Paraguay reflexiona sobre su naturaleza más salvaje y vulnerable y conmemora el Día Nacional del Yaguareté, instituido oficialmente por la ley 7145/2023.
Cada año, la fecha busca impulsar una conciencia colectiva sobre la imperiosa necesidad de proteger al yaguareté y preservar los bosques, humedales y superficies donde habita. Este día toma una relevancia puntual en un contexto en el que la especie enfrenta amenazas crecientes: pérdida de hábitat, deforestación, conflictos con la ganadería, cacería ilegal y fragmentación de su territorio.
Su presencia fascina y preocupa al mismo tiempo: su fuerza, rol ecológico y carga cultural conviven con una realidad alarmante: en los últimos 50 años, el país perdió más de la mitad de su hábitat, y hoy su supervivencia depende de decisiones públicas urgentes y se ampara en el trabajo silencioso de equipos científicos que caminan tras sus rastros.

Uno de esos equipos es el Laboratorio de Desarrollo de Proyectos del Departamento de Biología, que trabaja desde hace cerca de 10 años en la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales (Facen) de la Universidad Nacional de Asunción, y es base de Somos Yaguareté, un movimiento ciudadano que busca promover la convivencia armónica entre esta especie y las personas.
El equipo está integrado por la veterinaria Agustina Johannsen, además de las biólogas Belén Zaldívar, Estefanía Valiente, Karen Chavez y Patricia Salinas, y liderado por la bióloga Andrea Weiler. Su misión abarca labores de investigación científica, educación y articulación con productores, en un país donde la conservación de la fauna es tan compleja como urgente. En un encuentro con ellas nos dan luz, analizan el contexto y nos cuentan sobre los desafíos de trabajar en torno a estos felinos.
Un depredador esquivo
El yaguareté ocupa el tope de la cadena trófica en los ecosistemas de América del Sur. Regula poblaciones, mantiene el equilibrio del bosque y constituye una especie emblemática del ecosistema de la región.
Pero su presencia es difícil de documentar. Se mueve entre 20 y 40 kilómetros por día, evita el contacto humano y utiliza grandes extensiones de territorio. En Paraguay, se encuentra principalmente en el Chaco, el Pantanal y algunos relictos del Bosque Atlántico. Sin embargo, saber cuántos quedan es una tarea que, según los expertos, es tan desafiante como imprescindible.

Cuando preguntamos al equipo del Laboratorio de Desarrollo de Proyectos del Departamento de Biología de Facen por qué es tan difícil obtener datos poblacionales precisos, la respuesta de Andrea Weiler es contundente: “El yaguareté tiene un rango de distribución muy amplio, los individuos caminan muchísimo. Si queremos hacer estimas poblacionales fidedignas, debemos poner varias estaciones de fototrampeo”.
Las estaciones de monitoreo necesitan dos cámaras, una por cada lado del animal, para capturar sus manchas, únicas e irrepetibles como huellas digitales. Y debe haber entre 1,5 y 3 kilómetros de distancia entre estaciones. “Hoy en día se recomienda contar por lo menos con 100 puntos de muestreo”, explica Weiler.
El equipo enfrenta un obstáculo concreto: el hurto sistemático de cámaras, incluso dentro de áreas protegidas. “Se roban mucho en la región Oriental… los cazadores furtivos, los narcotraficantes que plantan marihuana en las reservas y la gente que hace tala ilegal”, detalla. El obstáculo es muy claro: las reservas naturales, en teoría refugios de biodiversidad, tienen una presión delictiva que dificulta la conservación.
La pérdida de presas naturales a causa de la caza y la deforestación agrava la situación. Carpinchos, venados, pecaríes, yacarés y taguas forman parte de su dieta, pero sus poblaciones también están bajo presión. “Pasan de comer animales silvestres al ganado doméstico”, explica Weiler, y así el conflicto escala. La caza indiscriminada de sus fuentes de alimentación hace que el yaguareté se encuentre con una escasez de alimento y recurra a terneros y potrillos como objetivos.

Esto genera pérdidas económicas en establecimientos ganaderos y, muchas veces, respuesta directa, es decir, una reacción violenta de los humanos como represalia. “La caza y persecución cuando ataca el ganado se da por retaliación. Sí, es ilegal: la Ley del Yaguareté establece hasta cinco años de cárcel”, aclara la experta.
Más allá de la legislación, el equipo trabaja en desmontar mitos y brindar información real. Para la veterinaria Agustina Johannsen, uno de los prejuicios más comunes es que todas las muertes son responsabilidad del animal. “Un gran porcentaje no es por culpa del yaguareté. Muchas pérdidas se deben a enfermedades, plantas tóxicas u otros depredadores”, detalla. Por eso, las científicas capacitan a productores para evaluar las carcasas y registrar agentes causales sistemáticamente. Los porcentajes reales suelen ser mucho menores de lo que se cree.
Tecnología al servicio de la conservación
Entre las estrategias que desarrollan para disminuir los ataques al ganado, una de las más llamativas se activa al caer la noche. En los potreros oscuros, pequeñas cajas de plástico comienzan a emitir destellos intermitentes de colores. Son dispositivos con luces led diseñados específicamente para ahuyentar a grandes felinos. “Son luces antidepredadores, emiten brillos como una ambulancia. Eso les espanta porque les resulta nuevo”, explica Johannsen, quien participó de las primeras pruebas en campo.
El sistema, simple, autónomo y resistente, nació de una necesidad muy concreta: las versiones comerciales importadas son demasiado costosas para los productores locales. Fue entonces cuando el equipo, como parte de las acciones de Somos Yaguareté, decidió desarrollar un modelo propio, accesible y replicable; combinaron electrónica básica, impresión 3D y materiales disponibles en Paraguay. La idea, sin embargo, va más allá de proveer un dispositivo: apunta a democratizar la tecnología.

“Vamos a imprimir y poner público el material y las instrucciones para que todas las personas lo puedan hacer. Incluso publicaremos el diseño para que cualquiera sea capaz de imprimir la carcasa”, explica con entusiasmo Andrea. El objetivo es que las soluciones se multipliquen sin depender de importaciones ni grandes presupuestos.
El proyecto incorpora también un componente innovador que será lanzado en el marco del Día Nacional del Yaguareté: la adopción de un dispositivo que transforma botellas plásticas en filamentos para impresoras 3D. Esto no solo permitirá producir insumos para las luces a bajo costo, sino que sumará un valor agregado inesperado a la estrategia de conservación: convertir residuos en herramientas para proteger la fauna silvestre, lo que fortalecería la economía circular en territorios ganaderos.
Cámaras, huellas y paciencia
“Todo lo que pase en frente, la cámara trampa lo captura mediante una foto o video. Generalmente las dejamos donde es fácil acceder y donde tenemos indicios de que pasa la fauna”, cuenta la bióloga Belén Zaldívar, quien explica cómo funciona este sistema, la principal herramienta de registro utilizada por el equipo. “El tiempo recomendado de monitoreo es de hasta tres meses. Más allá de ese periodo, la población ya no se considera ecológicamente cerrada”, detalla.
Sobre los resultados recientes, Estefanía Valiente cuenta que depende mucho: hay sitios donde ya dejaron de ver ciertas especies, pero no siempre es porque no están ahí, sino porque no es su hábitat. En algunos lugares, han desaparecido por completo o se pudo ver un cambio en los territorios frecuentados. “Registro de yaguaretés ya no hay en San Rafael. En un lugar en San Pedro, sin embargo, el año pasado apareció uno después de más de 30 años”, añade Weiler.

Para acercar la ciencia a los actores rurales, el equipo publicó la Guía para la identificación de mamíferos medianos y grandes del Chaco. “Es un libro que entra en el bolsillo: tiene todas las especies que se encuentran en la región Occidental, sus historias de vida, qué comen, sus huellas, y además incluimos buenas prácticas para conservar la biodiversidad en ambientes productivos”, subraya Andrea. En paralelo, desarrollan talleres en escuelas rurales, materiales educativos y actividades con niños, como una apuesta a una conciencia cultural y ecológica profunda.
La conservación depende de grandes superficies continuas de selva nativa. Weiler enfatiza dos necesidades urgentes: mantener el 25% de las reservas en el Chaco y restaurar el Bosque Atlántico. “Sin esas zonas no tendríamos tañi katĩ, tapir, tagua, jurumi”, detalla. Explica el potencial de grandes fincas que, aun siendo productivas, conservan miles de hectáreas de enorme valor ecológico y señala la importancia de incentivos económicos: para ella, ideas como instaurar créditos blandos por buenas prácticas, seguros ganaderos y venta de créditos de carbono pueden colaborar a evitar que los productores intenten modificar leyes que los obliguen a cuidar el ambiente.
Desafío colectivo y creciente
En paralelo al trabajo científico del equipo de Facen, WWF impulsa desde 2020 la campaña Paraguay más jaguarete, con acciones en el Bosque Atlántico y el Chaco. El Pantanal, especialmente Bahía Negra, emerge como un territorio con enorme potencial ecoturístico. La riqueza del paisaje permite observar fauna en libertad y crear oportunidades económicas que fortalecerían la conservación.
WWF destaca que este enfoque “une conservación y desarrollo”, al fomentar soluciones sostenibles y un vínculo más estrecho entre las comunidades y la naturaleza. En 2025, impulsaron el Biofestival de Bahía Negra para poner de relieve la biodiversidad y la cultura del Pantanal.

El panorama de la situación no es alentador e implica varios desafíos. “En el Chaco hay todavía mucha superficie con licencia habilitada para el cambio de uso de suelo, y eso va a seguir ocurriendo”, reconoce Weiler. Por eso insiste en fortalecer áreas protegidas, combatir delitos ambientales y crear corredores biológicos que conecten zonas fragmentadas. La diversificación de ingresos para productores con actividades compatibles con la conservación, como el turismo y la apicultura, son claves para enfrentar el cambio climático y reducir la dependencia exclusiva de la ganadería.
Detrás de las horas de caminatas, las cámaras revisadas bajo un sol inclemente y el trabajo con escuelas rurales, existe algo más que datos científicos: hay una convicción íntima. Ante la pregunta de por qué seguir estudiando al yaguareté en un contexto tan adverso, las respuestas del equipo revelan una mezcla de orgullo, responsabilidad y sentido de propósito.
La motivación de Estefanía Valiente es casi identitaria: “Para mí es un emblema nuestro, un patrimonio… Si vos cuidás a los jaguares, cuidás a las demás especies”. Lo dice con la claridad de quien ha visto cómo, detrás de cada registro de cámara, se esconde un ecosistema entero.
“La importancia del animal es que es una ‘especie paraguas’ y, al protegerlo vos a él, estás cuidando un montón de otra fauna y flora”, subraya Karen Chavez al recordar el rol ecológico del felino como regulador del equilibrio. La idea, ampliamente respaldada por la literatura científica, cobra otra dimensión cuando la explica alguien que conoce de cerca la dinámica: proteger al yaguareté implica, de manera inevitable, proteger todo lo que ocurre a la sombra de sus pasos.

En un país donde su presencia es cada vez más fragmentada, razones científicas, culturales y profundamente personales, en este caso, funcionan como brújula para quienes dedican su vida a seguir su rastro. Estudiar al yaguareté es también una forma de defender el futuro de los ecosistemas que sostienen la vida en Paraguay.




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