Ciencia y Tecnología

Las chicas al poder

Para disminuir la brecha tecnológica

En un mundo hiperconectado a veces damos por sentado el acceso a la tecnología como parte de la vida. ¿Qué pasa cuando no es nuestra realidad? En esta nota exploramos el papel de las mujeres en este ecosistema, de la mano de tres tejedoras de redes que trabajan por la igualdad de acceso.

Por Laura Ruiz Díaz. Retratos: Fernando Franceschelli.

Es curiosa la representación de las mujeres tejedoras en la mitología griega, de la cual heredamos muchas de nuestras concepciones. Las Moiras tejen los hilos del destino y representan el trabajo invisibilizado femenino, la diosa Atenea reivindica la sabiduría y la practicidad o la princesa cretense Ariadna, que en su tejido de telaraña explora el autoconocimiento y la liberación.

Estas representaciones no son fortuitas, para nada. Las mujeres tenemos una capacidad inimaginable de tejer redes en comunidad. En ellas nos sostenemos y a partir de ellas es que logramos nuestros objetivos y vencemos (no sin mucho esfuerzo) algunas de las injusticias de un sistema que intenta excluirnos.

A partir de estas redes míticas de hace miles de años queremos reivindicar las redes actuales, que están tejidas con otro tipo de hilo, el tecnológico. Un mundo distinto que no está exento de injusticias pero que —como hace milenios— sostenemos a partir de la labor femenina de comunidad. En esta nota, exploramos este mundo de la mano de Adriana González, de Kuña Tech; Gabriela Gaona, de Girls Code; y Delia Garcete, de Penguin Academy.

Gabriela Gaona, de Girls Code.

Romper las limitaciones

Gabriela Gaona conoce este ambiente de primera mano. Es ingeniera en Informática y se dedica a la gestión de proyectos de software; además, es cofundadora de Codium SA, conocida como Willdom Paraguay, una fábrica de software que desarrolla nuevas ideas para emprendedores e instituciones privadas y públicas, en Paraguay y el exterior.

No siempre supo que quería dedicarse a este rubro, pero siempre fue una apasionada de las matemáticas. Se formó en un colegio técnico donde tuvo una materia de programación, que le gustaba mucho porque combinaba lógica y cálculo. Allí decidió estudiar Ingeniería Informática en la universidad.

“Creo que tener el acompañamiento de mis padres para estudiar lo que yo quería fue clave y me animé a seguir la carrera a pesar de que sabía que iba a ser parte de una minoría de mujeres en esta área”, expresa.

“Esta diferencia entre mujeres y hombres en STEM (acrónimo de los términos en inglés ciencia, tecnología, ingeniería y matemática) yo la viví desde que estaba en el colegio, donde tenía 30 compañeros hombres y tres mujeres, y luego en la universidad, donde también tenía pocas compañeras”, manifiesta.

“En América Latina, las mujeres constituyen menos del 30 % de las personas empleadas en el sector y en algunos países de la región, ellas representan apenas el 10 % de quienes se dedican a la programación”.

Gabriela Gaona.

Fue una excelente idea. En el área, el mercado laboral está en crecimiento y todo indica que las oportunidades seguirán en aumento. “En América Latina, las mujeres constituyen menos del 30 % de las personas empleadas en el sector y en algunos países de la región, ellas representan apenas el 10 % de quienes se dedican a la programación”, explica Gabriela. Esta situación se repite en todo el mundo.

“Si persisten las actuales tendencias en la brecha de género en la industria, las mujeres podrían correr el riesgo de perder las mejores oportunidades laborales del futuro, lo que agravaría los procesos de contratación debido a la menor cantidad de candidatos para los puestos y reduciría la diversidad al interior de las empresas”, desarrolla.

En el caso de Gabriela, trabajó la mayor parte de su carrera laboral con varones. Según cuenta, si bien más de una vez sintió que sus opiniones o recomendaciones técnicas no eran consideradas, supo ganarse su lugar a través de su trabajo. La cuestión es que mientras las mujeres debemos demostrar nuestra eficiencia para ser tenidas en cuenta, los hombres reciben respeto por sentado.

El 78 % de las grandes organizaciones admitieron tener una brecha salarial de género en el sector tecnológico, donde los hombres ganan más que las mujeres. Ellas reciben hasta un 28 % menos que sus colegas masculinos en los mismos puestos. En pequeñas empresas la brecha oscila entre 19 % y 20 %.

Por ejemplo, en el sector de tecnologías de la informació n y comunicación (TICs), solo una de cada cuatro profesionales es mujer y una de cada cinco se desempeña en puestos técnicos en el mundo. Así mismo, las profesionales representan en promedio menos del 30 % del total.

“Es un espacio de oportunidades laborales bien remuneradas para todas las personas; se espera que en tres años se requerirán más de 1.000.000 de desarrolladores en la región”.

Gabriela Gaona.

“Es un espacio de oportunidades laborales bien remuneradas para todas las personas; se espera que en tres años se requerirán más de 1.000.000 de desarrolladores en la región”, observa la profesional. “Para las mujeres estos trabajos pueden resultar en oportunidades de crecimiento y empoderamiento económico si toman ventaja desde ahora y empiezan a ocupar estos espacios”, analiza.

Para una mayor equidad, es necesario formar, equipar y empoderar al sector con habilidades y confianza. Girls Code es una organización sin fines de lucro que nace a partir de un sueño común: que más niñas y adolescentes mujeres tengan la oportunidad de introducirse en el mundo de la informática. Se financian mediante donaciones, alianzas con empresas y realización de proyectos en el área.

“La existencia de estereotipos normalmente limita a las mujeres a la hora de desarrollar habilidades científico-técnicas, Girls Code pretende ayudar oportunamente a las niñas a que demuestren todo su potencial en igualdad de condiciones”, explica Gabriela, que se desempeña como directora ejecutiva, lidera el equipo de educación y acompaña los proyectos realizados por la organización.

Entre las actividades que realizan, comparten conocimientos mediante talleres de programación y robótica de forma presencial y a distancia orientados a niñas y adolescentes mujeres de entre seis y 18 años. El objetivo es “que puedan aprender a utilizar la tecnología en diferentes áreas, independientemente a la profesión que quieran seguir en el futuro”.

Crear comunidad

Adriana González también es ingeniera en Informática. Por lo general, asume el rol de dirección o consultoría de proyectos. Además, forma parte de una organización denominada Kuña Tech, cuyo objetivo es crear comunidad, apoyar y visibilizar el trabajo de las mujeres en este rubro.

“Siempre fue una incógnita para mí el cómo se crean las cosas o cómo se fabrican”, cuenta con respecto a su trabajo. “Mi curiosidad fue la base de dónde partí y elegí descubrir este mundo”, detalla.

En su caso, considera que no sintió de forma directa esa desigualdad; pero sí la identifica como una cuestión estructural. “Las mujeres reciben menos oportunidades y también pasa mucho por la edad”, establece. “Esto podría influir negativamente en un proyecto o no alcanzar las expectativas del cliente. Se ha demostrado en diversas investigaciones que la colaboración femenina ayuda a mejorar la participación técnica, que haya más innovación, además de alcanzar altas tasas de productividad”, revela.

Ella plantea que es importante que más mujeres obtengan oportunidades de liderazgo, ya que de esa manera es posible reducir la desigualdad social. “Queremos una nueva generación de mujeres que tome el desafío de ocupar un puesto con responsabilidades grandes, sin miedo, y que las niñas sigan estas carreras”, declara.

“Rompamos el paradigma, esa visión de que los hombres son mejores para las ciencias pesadas que las mujeres, y que si bien numéricamente somos menos en el ámbito, no somos menos en términos de destreza, pasión o aptitudes”.

Adriana González, de Kuña Tech.

“Rompamos el paradigma, esa visión de que los hombres son mejores para las ciencias pesadas que las mujeres, y que si bien numéricamente somos menos en el ámbito, no somos menos en términos de destreza, pasión o aptitudes”, enfatiza.

KuñaTech fue creada con la finalidad de proporcionar una red de apoyo exclusiva para mujeres paraguayas cuyo interés sea actualizarse y aprender sobre nuevas tecnologías, así como acercarse a otras personas que tienen esa misma motivación. “Es una comunidad de, por y para mujeres unidas por una misma pasión”, enfatiza Adriana.

En este espacio comparten e intercambian ideas, experiencias, dudas, logros, consejos, recursos educativos, ofertas laborales. Todo referente al área. También organizan diferentes eventos donde visibilizan el trabajo de las integrantes de la comunidad: reuniones, workshops, clases de inglés y programación, espacios de debate, redes de apoyo, becas, y hasta tienen un podcast quincenal llamado Terere KuñaTech.

Delia Garcete, de Penguin Academy.

Por y para mujeres

Penguin Academy es un espacio de formación que nació en Suiza, en el año 2012, con el objetivo de ayudar a las personas a desarrollar todo su potencial tecnológico. Su fundador es Bjorn Schmidtke. A Paraguay llegó en 2018, cuando dio un taller a niñas en la reserva del bosque Mbaracayú. Para el 2019, había fundado oficialmente Penguin Academy en Asunción con Delia Garcete como cofundadora.

Allí realizan bootcamps (programas intensivos) de mujeres. La idea, además de las clases de desarrollo de programación y software, es empoderar a las participantes para ganar espacios en el rubro. “Nacieron justamente como espacios seguros, donde las mujeres puedan formarse en programación como escuela de pensamiento”, explica su fundadora. “La idea de este año es continuar con ellos para colaborar en el fortalecimiento del ecosistema como un lugar equitativo”, añade.

La participación femenina está en crecimiento y el año pasado tuvieron más postulantes mujeres que hombres.

¿Cómo mejorar?

Creemos, como lo hacen estas tres mujeres paraguayas que empoderan a otras, que es necesario que la desigualdad disminuya. Por eso, les preguntamos a las que saben cuáles podrían ser las estrategias que disminuyan la brecha tecnológica.

Según Gabriela, lo primero es el machismo, que es un conjunto de preconcepciones que debemos cambiar desde casa. Cita también la atracción de mujeres que están en transición desde otras industrias, que quizás podrían necesitar adquirir nuevas habilidades o actualizarse. Además, es importante establecer nuevos marcos legales sobre la igualdad en el lugar de trabajo y mejorar el acceso a las TICs en zonas rurales.

Por su parte, Adriana plantea la posibilidad de becas destinadas a mujeres para fomentar el estudio de carreras tecnológicas. Y claro, el tejido de redes continúa. El mundo está avanzando a un ritmo vertiginoso y es menester estar a la altura de las circunstancias para generar más oportunidades, justicia social y una verdadera inclusión.

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