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48 horas en Curitiba

Una invitación a conocer una ciudad que merece más viajeros

¿Cómo son las ciudades que más nos gustan? Las que nos muestran estilos de vida, organización urbana y diseño que nos inspiran mientras las disfrutamos en los viajes. Esta ciudad de Brasil no suele ser un destino turístico común y lo que la destacan son los parques, los espacios verdes y su diseño arquitectónico, además de estar en el tercer lugar de importancia después de Río de Janeiro y São Paulo.

Por Jazmín Gómez Fleitas (@jazgomezf).

Curitiba tiene más de cuatro siglos de fundación y cuenta con 64,5 metros cuadrados de espacio verde por habitante, lo que la llevó a tener el sobrenombre de “ciudad verde de América Latina”. Un dato que respalda el hecho de que esto sea lo primero que llame la atención al pisar en ella por primera vez, y que luego se graben en la memoria de cada viajero sus parques y espacios verdes, que salen al encuentro de quienes se aventuran a explorarla.

La ciudad tiene un origen humilde. Era un lugar de paso que formaba parte de la ruta del ganado conocida como Viamão. Estaba a mitad de camino entre la actual Porto Alegre, en Rio Grande do Sul, y Sorocaba, en São Paulo. Allí los tropeiros, tropas de hombres a caballo o mulas, viajaban transportando ganado y mercancías para los centros urbanos en crecimiento.

En esa época su economía se concentraba en la minería y en la ganadería de subsistencia; sin embargo, en 1853 subió al rango de ciudad al constituirse el estado de Paraná, quedando incluso como su capital. Esto favoreció el incremento de la afluencia de viajeros en la ruta, así como del ciclo de la madera y la yerba mate en expansión.

Para finales del siglo XIX albergó dos cambios importantes que sentarían las bases del crisol cultural que hoy se respira en ella: la llegada de inmigrantes —en su mayoría europeos— y la construcción del ferrocarril Paranaguá-Curitiba con llegada a la costa.

Todo lo cual se incorporaría al estilo de vida, tanto que hoy en día son muchas las fiestas étnicas y cívicas de Curitiba, la danza, la música, la cocina, las expresiones y la memoria de sus antepasados. Esto se puede observar en los distintos memoriales de inmigración, así como también en los espacios públicos, parques y bosques municipales.

Opera de Arambe en el Parque das Pedreiras.

Bem-vindo a Cu ri chi ba

Curitiba es una ciudad que nos suena por estar incluida en la ruta de los conciertos internacionales cuando las giras pasan por Latinoamérica; sin embargo, hay una oferta cultural constante. Una feria todos los domingos en el centro histórico que incluye un mercado de pulgas, música en vivo en los locales de comida y restaurantes de manera regular,
exposiciones de arte y actividades musicales que van desde lo popular a lo culto en la Ópera Arame así como en la Pedreira Paulo Leminski, bautizada en honor al renombrado poeta, escritor y traductor curitibano, por citar algunos lugares infaltables.

El centro histórico es el mejor lugar para arrancar el itinerario de recorrido. Calles pensadas para el peatón, anchas y con veredas que remiten a las de Portugal, con los pequeños azulejos cuadraditos que forman mosaicos. De hecho, Curitiba tiene 49 calles peatonalizadas. Además, en sus paredes se puede ver color gracias a los grafitis en las paredes que evocan a escenas históricas como la de los pueblos originarios —también guaraníes— o bien de la vida citadina.

Para la comida, siempre la recomendación serán los platos locales, porque de eso se trata conocer un nuevo lugar intencionalmente: de hacerlo con todos los sentidos. Así que, como en cualquier lugar de Brasil, por supuesto, están los pasteis y las coxinhas por doquier; sin embargo, Curitiba tiene algunos platos tradicionales para quienes se animen a probar.

El barreado, que se trata de un guiso de carne (generalmente vacuna), harina de mandioca y otros ingredientes, cocido lentamente hasta obtener una textura única. Es originario de Morretes, pero también se podría probar en la ciudad. La carne de onça, un aperitivo tradicional de Curitiba similar al steak tartar, preparado con carne cruda y condimentos. El pão com bolinho en versión curitibana es un bollo frito o asado de carne servido en un pan, a menudo acompañado de aderezos como tomate y lechuga. Y el quindim, el toque dulce que viene como un postre brillante hecho de coco y huevos.

¿Sabías que durante el invierno el clima es más frío que en Rio de Janeiro o São Paulo? Sí, debido a que Curitiba se encuentra en una colina a 930 metros sobre el nivel del mar, así que, si te está gustando la idea de visitarla, tomalo en cuenta para saber si optás por el fresquito o preferís el verano.

Mercado Municipal de Curitiba.

Los lugares que no pueden faltar en tu itinerario de recorrido son:

Museo Paranaense

El primero para el cual arrancar, ya que es una buenísima introducción a la historia de la ciudad debido a que destaca por su énfasis en arqueología y antropología, además está en el centro histórico, ideal para continuar la caminata por allí. El museo está en el Palacio San Francisco y tiene tres pisos que, con sus jardines, suman 4700 metros cuadrados. a entrada es gratuita.

Torre Panorámica

Está a media hora de caminata desde el centro histórico y ofrece vistas 360 de la ciudad. El momento ideal para disfrutarla sería ir al atardecer, porque realmente vale la pena la vista. Por fuera parece una torre de telecomunicaciones, pero dentro es muy espaciosa y no es como la primera impresión nos hace creer. La entrada cuesta 10 reales aproximadamente.

Museo Oscar Niemeyer

El arquitecto es “el maestro de las curvas” y su trayectoria recorrió el mundo. Inspirado en Le Corbusier, pasó a la historia gracias a sus diseños de vanguardia. Aunque la mayoría de sus obras se encuentran en Brasilia, capital que ayudó a diseñar, este museo es un festival visual para los amantes del diseño, desde su arquitectura mítica conocida como El Ojo gracias a su particular forma, hasta lo que se encuentra en el interior con las exposiciones. La entrada está 30 reales y los miércoles es gratis.

Jardín Botánico en la ciudad de Curitiba.

Jardín Botánico

Es uno de los lugares icónicos para conocer en Curitiba, fue inaugurado en 1991 y tiene 250.000 metros cuadrados. La bellísima forma de su invernadero en medio de los jardines hace de ella una postal inolvidable con las flores vibrantes de color que la escoltan. Dentro tiene un segundo piso para apreciar mejor la flora típica de la cuenca del Paraná, entre plantas medicinales y aromáticas. Un paseo verde donde destacan, por ejemplo, las abejas de la zona del Paraná y su importancia. La entrada es gratuita y para los habitantes es un pulmón verde de lo cual están muy orgullosos.

Ópera Arambe

Su magnífica estructura abovedada está hecha de una estructura tubular y techo transparente, lo cual la hace otro de los lugares emblemáticos a no perderse. Para llegar a ella se cruza un puente sobre el lago y está rodeada de verde por donde se la mire, dando la sensación de no estar ubicada en el medio de una ciudad. Tiene capacidad para 1572 espectadores y acoge todo tipo de espectáculos. El detalle curioso es que está en el medio del Parque Jaime Lerner y junto al Espacio Cultural Pedreira Paulo Leminski, con una capacidad de 20.000 personas al aire libre.

Parque Tanguá

La vista principal de la entrada al parque ya quita el aliento. Una imponente piscina con fuente está alineada al mirador de la cascada que queda detrás de ella. Fue nombrada uno de los mejores lugares a visitar por los viajeros en blogs de viajes y es que cuanto más se la recorre, más cascadas y lagos se van descubriendo, además de que su amplio espacio verde es un descanso visual. Ideal para ir a visitarla con tiempo y sentarse a gusto para disfrutarla.

Vista aérea de la capital del estado de Paraná, Brasil.

Serra Verde Express: tren para explorar la sierra

Uno de los mejores planes para realizar en Curitiba es una escapada a las afueras para ver vistas panorámicas increíbles durante el viaje. Este tren es turístico y parte desde la estación Rodoferroviária con destino a Morretes, una ciudad colonial.

El viaje dura cuatro horas aproximadamente, ya que al tratarse de la ruta que impulsó su crecimiento, la Paranaguá-Curitiba, durante el viaje el tren da paso a los trenes cargueros que tienen prioridad. De hecho, el final del trayecto no es Morretes, pero el del tren turístico sí porque es lo mejor del recorrido.

Hay diferentes tarifas para el tren, ya que como está pensado exclusivamente para el turismo hay vagones que se pueden alquilar completos, otros que sirven comida como si se tratase de un restaurante, etc. Conviene informarse bien en la página web y comprarlos con anticipación, porque se acaban muy rápido, aun con dos semanas de anticipación.

Lo ideal al realizar este trayecto es hacerlo de ida, y a la vuelta tomar el bus para volver más rápido y que no sea tan agotador el viaje. Además, el ticket en este tren es más costoso que el del bus, y a la vuelta se puede ahorrar ese tramo. Lo mejor sería sentarse del lado izquierdo de ida, que es donde están los mejores paisajes, aunque ambos lados son hermosos; así como llevarte unos snacks en el tren ya que los precios suben bastante a bordo. Un dato curioso es que este tren es el segundo atractivo turístico del estado de Paraná, detrás del primer lugar que, por supuesto, ocupan las Cataratas del Yguazú.

Curitiba puede ser la opción para un plan de viaje diferente, dedicar dos o tres días a conocerla, y luego emprender camino a la playa, Bombinhas, por ejemplo. ¿Te parece que sería una estrategia ganadora combinar playa-ciudad para salir de lo habitual?

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