Literatura

Patria

Un recorrido por la otra historia latinoamericana

Este libro es una bitácora de viajes y, al mismo tiempo, un detallado mapa de resistencias latinoamericanas. En esta nota conversamos con Laurence Blair, periodista, investigador e historiador, sobre su obra y sus exploraciones a lo largo de toda Sudamérica.

Por Laura Ruiz Díaz. Retratos: Fernando Franceschelli.

Al inicio de esta entrevista, Laurence Blair abrió su libro Patria con una confesión incómoda: «En Inglaterra, si llenás el censo, no podés marcar ‘latinoamericano’. Tenés que elegir ‘otro’. Y eso te habla un poco de la miopía, de la ceguera que tenemos en cuanto a esta parte del mundo”. Esta anécdota resume el vacío que su obra busca llenar: amplificar en otra lengua la historia de nueve naciones profundamente contestatarias, muchas de ellas ausentes en los mapas oficiales pero presentes en la memoria colectiva.

Blair responde con calma la primera pregunta: «Patria es un viaje por la historia sudamericana. Es un libro de historia, pero no una historia convencional». El escritor británico, afincado en Paraguay desde 2021, ha dedicado seis años a documentar lo que denomina «nueve países perdidos» del continente: «Quiero decir naciones, territorios, pueblos que hasta cierto punto ya no se encuentran en el mapa como tal, pero tuvieron y siguen teniendo una influencia bastante importante en la actualidad».

Su pretencioso y titánico desafío, que él mismo reconoce como tal, es actualizar Las venas abiertas de América Latina, de Eduardo Galeano, y en lengua inglesa, para llegar al norte global. En esta nota te contamos cómo lo hizo.

Fotografía: Fernando Franceschelli.

Territorios de resistencia

Entre estos territorios olvidados, Blair destaca Vilcabamba, «un pedazo del imperio incaico que sobrevivió unos 40 años después de la mal llamada conquista del Imperio Inca y fue efectivamente un país rebelde que resistió una generación en las montañas más allá de Machu Picchu».

Lo sorprendente, revela, es que «negoció con varios reyes de España, hubo tratados, convenios y logró defender su independencia y causar sublevaciones, rebeliones, durante muchos siglos después de su propia conquista». Esta diplomacia olvidada contrasta con la narrativa tradicional.

Otro caso emblemático es Quilombo dos Palmares, en Brasil, «un reino de gente que huyó de la esclavitud, que llegó a tener 20.000 almas en el bosque de Pernambuco y resistió contra varios imperios como los portugueses y los holandeses». Blair enfatiza que «en los documentos contemporáneos notás que la gente lo describe como un reino, una república, que tuvo su monarca, Ganga Zumba; también su líder de guerra, Zumbi». Esta figura, señala, inspiró hasta a «grupos guerrilleros de resistencia en la época de la dictadura en Brasil”. El libro también aborda «la cuestión marítima de Bolivia, que a pesar de haber perdido su única conexión con el mar hace unos 150 años, sigue teniendo una marina». Blair describe con precisión: «Hay un Día del Mar, donde marchan por las calles de La Paz con banderas navales, los niños entonan canciones sobre cómo van a volver al océano Pacífico».

Para el autor, estos ejemplos demuestran cómo «hay un elemento muy trágico muchas veces en el libro… batallas sangrientas, matanzas, genocidios». Sin embargo, su enfoque no se limita a denunciar: «Lo que yo quería hacer humildemente era una suerte de actualización para el siglo XXI y también decir que, a pesar del saqueo, del genocidio y la matanza, también había y hay mucha resistencia».

Fotografía: Fernando Franceschelli.

Metodología: Entre archivos y caminos polvorientos

Blair combina investigación académica con trabajo de campo intensivo: «Hay mucho estudio de fuentes, archivos, mucha literatura; me fui a museos, consulté colecciones privadas, recorrí la Amazonía, me reuní con arqueólogos de Brasil». Pero como periodista, sentía que «si solo escribía desde una biblioteca o un archivo, no estaba completo. Quería salir y conocer realmente qué quedaba de estos países hoy en día».

Su descripción de Vilcabamba ilustra este enfoque: «Si yo voy a esa zona, que sigue siendo muy aislada, muy remota, un día más o menos manejando desde Cusco… hay caminos en la calle que hay que cruzar. ¿Qué queda en la actualidad?». Esta misma pregunta lo llevó a Paraguay, donde investigó cómo «se usa la memoria de la Guerra Guasu para fines políticos, sociales. Campesinos o guerrilleros pueden invocar la memoria de López y, a la vez, lo hace el presidente, Santiago Peña, que usa su imagen al decir que el país también está por resurgir».

El desafío de narrar desde el privilegio

Como inglés que escribe sobre América Latina, Blair es consciente de su posición: «Sin dudas ser del norte global, ser inglés, de tez blanca, de clase media occidental, te otorga un montón de privilegios a la hora de viajar». Al mismo tiempo, ser europeo lo ubica, inevitablemente, más lejano. Esto, según dice, le permite posicionarse desde fuera del conflicto, no sería lo mismo si fuese estadounidense.

Fotografía: Fernando Franceschelli.

Sin embargo, busca utilizar este privilegio como herramienta: «Trato en la medida posible de dejar que las voces… hablen por sí mismas. Hay unas 300 entrevistas y 1000 fuentes históricas». Por supuesto que es consciente de que la objetividad, finalmente, pasa por su filtro, porque es él quien está escribiendo, pero intenta poner a disposición las fuentes “y que el lector saque sus propias conclusiones”.

En un momento de profunda reflexión durante la entrevista, Blair abordó la compleja revisión histórica que vive su país natal: «Yo creo que estamos también pasando por un proceso en Inglaterra, ahora mismo en el Reino Unido, donde reanalizamos nuestro pasado imperial». Esta confesión revela el actual debate que atraviesa la sociedad británica sobre su herencia colonial.

Con una mirada introspectiva, Blair profundiza: «Pensamos en qué realmente hemos hecho al mundo, qué impronta dejamos, pero también qué ha hecho con nosotros, cómo ha moldeado nuestra sociedad». El autor no elude las contradicciones personales que este examen histórico conlleva, especialmente al hablar de su entorno cercano: «Yo vivo en un condado llamado Dorset, en el suroeste de Inglaterra, y hasta hoy nuestro parlamentario es descendiente de una familia que se enriqueció con plantaciones de azúcar trabajadas por gente esclavizada en el Caribe, en Barbados».

«Pertenezco a una generación un poco más abierta y activa al momento de demoler los mitos de que los europeos llevaron progreso y civilización a gran parte del mundo»

Sin embargo, Blair se identifica con un grupo que está cambiando esta narrativa: «Pertenezco a una generación un poco más abierta y activa al momento de demoler los mitos de que los europeos llevaron progreso y civilización a gran parte del mundo». Su enfoque combina autocrítica y apertura: «Claro, cuestionarse uno mismo. Siempre trato de reconocer lo que no sé y ser abierto a las críticas».

Para explicar su perspectiva, recurre a una metáfora: «La analogía que a veces hago es que cuando uno tiene un amigo, o alguien que mira desde cierta distancia, puede identificar cosas que nosotros ni percibimos al estar demasiado cerca. A veces, esa mirada ajena puede ayudar a identificar ciertas cosas».

Blair aclara que esta posición no pretende ser de superioridad: «No implica ser experto para nada, sino que tener una cierta afinidad, familiaridad». Esta humildad intelectual caracteriza su enfoque, que busca comprender tanto el impacto de los conquistadores en las antiguas colonias como sus efectos en la propia sociedad británica, todo ello sin pretensiones de poseer verdades absolutas, pero con un compromiso genuino con la revisión histórica.

Los ecos del pasado en el presente

Blair traza paralelos entre el saqueo histórico y el extractivismo moderno: «Mientras que el mundo en Galeano hablaba de café, azúcar, petróleo, carne, hoy en día uno tendría que pensar en agua, tierra, créditos de carbono, energía eléctrica… Creo que estamos presenciando una suerte de Venas abiertas 2.0 ahora mismo».

El libro cierra con una imagen poderosa: «Seguí a una familia de refugiados, gente desplazada de Venezuela, jóvenes de 20, 21 años, con su bebé de 6 meses, recorriendo el Tapón de Darién… una situación superpeligrosa, difícil para ellos, pero seguían con cierta esperanza». Esta escena resume su visión de «dos patrias: la patria nacionalista… y también la idea de la patria grande, el continente americano, que hasta cierto punto tiene más en común de lo que lo divide».

Su obra, como él mismo dice, es «como si el lector estuviera caminando conmigo paso a paso», un viaje que invita a redescubrir las historias que los mapas oficiales olvidaron, pero que siguen moldeando el presente de América Latina.

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