Arte

Mali Jara

El humor en voz alta

En el fantástico mundo de Anita se entremezclan humor, candor, reflexión y picardía. Mali Jara, su creadora, nos invita a adentrarnos en su nueva muestra Mejor enojada que callada, que acaba de inaugurarse en el Espacio Staudt de Asunción. Pausa habló con ella del recorrido de su personaje después de tantos años y sobre qué representa darle vida en un formato distinto e inmersivo en esta exposición.

Por Leticia Ferro Cartes. Dirección de arte y producción: Sandra Flecha. Fotografía: Fernando Franceschelli. Tratamiento de imagen: Rodolfo Centurión.

Enojate, hermana. Mali Jara enarbola esa frase, que viene de su “presidenta y amiga imaginaria” Malena Pichot, con devoción y que funciona como un manifiesto. En su primera muestra individual, Mejor enojada que callada, la ilustradora y redactora nacional da cuerpo y color a la consigna: la de una voz que se niega a ser decorativa.

Después de más de una década de dar vida a Anita en su tira Anita dice, el personaje que cuestiona todo sin vergüenza y que se volvió una especie de espejo catártico colectivo, Mali convierte su universo gráfico en una experiencia tangible: una exposición que se ríe, se enfurece y abraza la contradicción de ser mujer en el mundo.

Fotografía: Fernando Franceschelli. Tratamiento de imagen: Rodolfo Centurión.

Una nueva dimensión para Anita

Desde el jueves 9 hasta el miércoles 15 de octubre, el Centro Cultural Staudt se transforma en la casa de Anita: un espacio donde el dibujo sale del papel, se mezcla con el público y propone más que una contemplación. “Quería hacer algo aparte de mostrar mis nuevas ilustraciones”, cuenta Mali, “y la verdad, cualquiera que me conoce sabe que amo disfrazarme, decorar, llevar sombreros boludos a cumpleaños… así que mezclé todo eso y les preparé una fiestita. Me emociona la idea de meternos al mundo de Anita y sentir como si el dibujo y la vida real se mezclaran por un ratito”.

Esa invitación a jugar es, en el fondo, una forma de resistencia. Porque lo que la artista construye con humor, color y honestidad no es solo una exposición, sino un manifiesto visual contra el mandato del silencio. “El mundo nos invita a callarnos desde chicas, a no incomodar, a vernos bellas y sumisas, sin hablar muy fuerte ni opinar, todo con una tierna sonrisa”, dice. “Muchas veces susurramos para no molestar ni ocupar espacio. La frase ‘mejor enojada que callada’ es una invitación a decir lo que pensás, porque cerrar la boca para mantener la paz cuesta muchísimo más caro. Ni el derecho al voto ni a estudiar se ganaron con silencios”, subraya.

Humor que acompaña

En esas palabras late la historia de Anita dice, nacida hace 11 años como un garabato en un cuaderno y convertida en una de las voces más reconocibles y reconocidas del humor gráfico paraguayo, una chica dibujada que se anima a decir lo que tantas otras piensan, entre la furia y la ternura. “Ella crece y se equivoca conmigo”, confiesa Mali. “Expresarme así todos estos años me dio más confianza en mí misma, y eso nos retroalimenta, nos hacemos bien. Ella fue y es mi salvavidas, me mantiene curiosa y con ganas de reaprender todo lo que alguna vez nos enseñaron”, reflexiona.

Fotografía: Fernando Franceschelli. Tratamiento de imagen: Rodolfo Centurión.

Ese reaprendizaje, explica, es también el núcleo de su obra: “Nos convertimos en quienes realmente somos al cuestionar lo que nos enseñaron y pensar por nosotros mismos”. En un país donde las mujeres siguen saliendo a la calle con las llaves entre los dedos como defensa, y se avisan entre sí cuando llegan a casa, la risa se vuelve un acto político. “Con el humor se puede hablar de todo, por eso es tan poderoso”, dice. “Estamos invadidos de tanto contenido e información, que a veces un meme, una viñeta, te llega más directamente y se queda con vos. Un chiste es un montón de información y sentimientos resumidos en una imagen o una oración”, reflexiona.

Catarsis pictórica

En sus nuevas obras, ese humor se expande visualmente. Para ella, este proceso de experimentación que la llevó del blanco y negro al color se dio naturalmente, sin haberlo buscado. “Al probar y jugar salí de mis viñetas y me metí al color, que es más complejo de lo que pensaba. Parece una boludez elegir tonos, pero entrás a un mundo donde terminás probando una y otra vez por horas. Anita arrancó con piernas y brazos de palito; hoy puedo decir que estoy orgullosa de mis dibujos y su evolución. Van a verla con mucho más movimiento y fuerza”, revela la creadora.

Mejor enojada que callada reúne 15 ilustraciones inéditas, sus “ideas favoritas” de los últimos años. “Son pensamientos que se me pegaron y en esta expo al fin comparto”, explica. “Pongo en el papel lo mejor y lo peor de mí, mis curiosidades, mi enojo, mi alegría, las cosas más estúpidas o profundas que me atraviesan”, subraya. Anita, en ese sentido, no es un personaje ajeno, sino un alter ego que le permitió exorcizar contradicciones y miedos, con una cuota de ironía. “Uf, la catarsis”, responde cuando le preguntamos qué disfruta más de darle voz, “sacarme lo que tengo dentro que me pesa”. Y aunque el dibujo es su medio, su trabajo es profundamente narrativo: cada viñeta condensa una historia sobre el cuerpo, el deseo, la rabia o la ternura.

La muestra también propone un juego de espejos entre la Anita de las tiras y las Anitas que la visitan: mujeres, hombres y niños que podrán entrar físicamente en las viñetas, posar con los objetos, vestirse con su ropa y mirar desde su perspectiva. “Lo único que espero es que se diviertan y vuelvan a ser criaturas por un ratito”, confiesa.

Fotografía: Fernando Franceschelli. Tratamiento de imagen: Rodolfo Centurión.

Creación en comunidad

Esa búsqueda de complicidad y comunidad atraviesa la trayectoria de la ilustradora, dentro y fuera del papel. Es además fundadora de la Colectiva Robusta, junto con otras destacadas artistas como Regi Rivas y Bianca Fernández. Este es un espacio de apoyo y visibilidad para mujeres que hoy reúne a más de 30 artistas y que realiza actividades constantes como ferias, eventos y jornadas abiertas a todo público.

“Trabajar con y por las Robustas es una de las mejores cosas que me pasaron en los últimos dos años”, dice con emoción. “Tengo el privilegio de laburar con mujeres que admiro. Mi proceso creativo es un mundo diferente al de la colectiva, pero estar con ellas sin dudas ayudó a que sea mucho más productiva con mis proyectos”, enfatiza.

La red también se extiende a otros ámbitos: Mali ha colaborado con organizaciones con compromiso social como el Centro de Documentación y Estudios (CDE), SomosGay, el Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA), Amnistía Internacional, entre otras. Su humor y sus palabras encontraron ahí una función que va más allá del entretenimiento: se volvió herramienta pedagógica y política.

“Sin calcular ni planear, Anita entró al mundo de las ONG como un guantecito, y cuido esos espacios que se ganó siendo ella misma como un diamante invaluable”, afirma, y continúa: “Si hoy me muero, haber laburado con organizaciones feministas y de derechos humanos va a ser mi eterno orgullo. Espero no morir todavía y seguir laburando con ellos para hacer un montón más de cosas”.

Fotografía: Fernando Franceschelli. Tratamiento de imagen: Rodolfo Centurión.

Más allá de las risas

Hablar con Mali es entrar a una conversación que oscila entre el chiste y la confesión, entre la risa franca y la crítica mordaz. Pero detrás del trazo espontáneo, hay una conciencia política clara: la de no dejar que el enojo se apague, sino transformarlo en algo compartido: “La desigualdad es lo horrible, y lo hermoso es todo lo demás”.

Y lo hermoso, para ella, es seguir dibujando, inventando, organizando “fiestitas” que son en realidad celebraciones de la libertad. “Me encantaría volver a publicar en una revista semanal, lo extraño un montón y ahora siento que tengo mucho más que dar”, dice sobre el futuro. “Me enamoré de la producción de eventos, en el futuro quiero hacer más experiencias interactivas desde el mundo de Anita. Y quizás a largo plazo, si se da otra oportunidad, sacaría mi segundo libro”, revela.

Entre tanto, Mejor enojada que callada marca un punto de inflexión: es un antes y un después en la trayectoria de una creadora que entendió que el enojo puede ser una forma de amor propio. Anita dice, con su voz incómoda y su sonrisa torcida, sigue aprendiendo a decir en voz alta lo que tantas callaron. Y Mali, desde el trazo, sigue empujando para que reírse también sea una manera de cambiar el mundo.

Fotografía: Fernando Franceschelli. Tratamiento de imagen: Rodolfo Centurión.

LA MUESTRA
Dónde: Centro Cultural Staudt (Iturbe 333).
Cuándo: hasta el 15 de octubre.
Acceso libre y gratuito.
Más información, en su cuenta de Instagram (@anitadice).

Recomendados

Sin Comentarios

    Dejar un comentario