Entre la campaña y la realidad paraguaya de la salud masculina
En Paraguay, el cáncer de próstata aún es una de las principales causas de muerte en hombres, pero los chequeos preventivos son todavía escasos. Más allá de la cinta azul y las campañas de concienciación, persisten los estigmas y las barreras de acceso. Conversamos con el Dr. Arnaldo Vázquez, del Programa Nacional de Prevención del Cáncer de Próstata, sobre la urgencia de hablar de salud sin vergüenza ni demoras.
Si octubre se tiñe de rosa, noviembre, de azul. Este mes marca el inicio de una campaña internacional para concienciar sobre la salud del hombre, con el foco principalmente en la prevención y detección temprana del cáncer de próstata.
La campaña inicia temprano con cientos de charlas, conversatorios y hasta eventos sociales. Las cintas empiezan a aparecer en las camisas apenas empieza el décimo noveno mes del año. Pero, ¿qué sabemos realmente sobre este tipo de cáncer?
En Paraguay, el cáncer de próstata sigue ocupando un lugar preocupante entre las principales causas de enfermedad y muerte en hombres. Según datos del Observatorio de Cáncer de la Organización Mundial de la Salud y del Ministerio de Salud Pública (MSP), solo en 2022 se registraron alrededor de 1800 nuevos casos en el país, lo que equivale a más de una cuarta parte del total de diagnósticos oncológicos detectados en personas de sexo masculino (6966 en total).
Este año, según informó el MSP, en el Instituto Nacional del Cáncer (Incan), centro de referencia, se han diagnosticado 70 nuevos casos de cáncer de próstata hasta la fecha, con 20 fallecimientos. A nivel nacional, se estiman cerca de 600 muertes al año.

A nivel regional, la investigación de la OMS indica que América Latina y el Caribe están en tercer lugar, detrás de Asia y EE. UU., en diagnósticos de cáncer de próstata. Un total de 225.985 casos se dieron en 2022, cifra que se estima continuará en aumento.
Hablar del cuerpo masculino es un terreno incómodo. Entre silencios heredados y prejuicios confundidos con orgullo, muchos hombres en Paraguay todavía evitan el control por miedo, desconfianza o simple desconocimiento. El cáncer de próstata, sin embargo, no espera. Detrás de las estadísticas se esconde un mal que avanza en silencio y que, cuando se detecta a tiempo, puede curarse, en la mayoría de los casos.
Los mitos abundan: que el examen duele, que solo deben controlarse quienes sienten síntomas o incluso que eso pone en duda la “masculinidad”, ideas que reflejan más una cultura del miedo que una realidad médica. Los controles son simples, rápidos y pueden marcar la diferencia entre un tratamiento exitoso y un diagnóstico tardío.
Romper con esos mitos implica algo más que cuidar la salud: es también una forma de desafiar los mandatos que asocian la fortaleza con el silencio. Hablar del cuerpo, animarse al control y reclamar acceso a la prevención son actos profundamente necesarios.

Factores de riesgo y signos de alarma
El conocimiento de los factores de riesgo y los signos de alarma del cáncer de próstata es fundamental para una detección temprana. La edad, la raza, los antecedentes familiares y la predisposición genética son algunos de ellos.
Entre los principales factores de riesgo se encuentra tener más de 50 años, ya que la probabilidad aumenta con la edad. La predisposición genética influye decisivamente en la incidencia y la mortalidad asociadas al cáncer de próstata, es decir, tener un familiar cercano con esta enfermedad puede multiplicar el riesgo de dos a tres veces.
Por otro lado, los hombres afrodescendientes presentan una mayor predisposición a desarrollar tumores más agresivos a una edad temprana. El artículo Papel de los factores étnicos y genéticos en el desarrollo del cáncer de próstata, de Saliev y otros, plantea que hay genomas con propensión que solo se encuentran en estas personas; sin embargo, también implica una combinación multifactorial de agentes ambientales socioeconómicos y de acceso a la atención médica, variables que afectan tanto en la incidencia como en la mortalidad asociadas a este mal.
Otros factores de riesgo incluyen obesidad, una dieta rica en carnes rojas y alimentos procesados, y ciertas mutaciones genéticas. En Obesity and Prostate Cancer: A Narrative Review (Obesidad y cáncer de próstata: Una revisión narrativa), un estudio de Wilson, Taffe y otros, publicada en la revista Critical Reviews in Oncology/Hematology, se menciona que los mecanismos fisiológicos que asocian la obesidad con un mal pronóstico aún se desconocen en gran medida; sin embargo, se postula que un mayor estado inflamatorio y alteraciones metabólicas relacionadas con el exceso de grasa son factores importantes a la hora de hallar estos diagnósticos.

Por otro lado, no podemos dejar de mencionar las cuestiones socioeconómicas y de acceso a la atención médica, que agravan significativamente las disparidades en los resultados. El acceso limitado a los servicios de salud sigue siendo un problema importante, sobre todo en un país como Paraguay, y los que son parte de poblaciones más vulnerables a menudo enfrentan desafíos como la menor cantidad de centros de salud en sus comunidades, tiempos de espera prolongados para consultas con especialistas y menos oportunidades para atención preventiva y detección temprana.
Para una enfermedad como el cáncer de próstata, donde la detección temprana es fundamental para un buen pronóstico, esos retrasos resultan en diagnósticos en etapas más avanzadas, cuando ya es difícil de tratar. Debido a esta falta de cobertura, incluso en el caso de que el mal sea detectado en una etapa inicial, es posible que los pacientes no tengan acceso a tratamientos óptimos, incluidas terapias de vanguardia o planes personalizados basados en pruebas genéticas, que de hecho aún no tenemos en el sistema de salud pública paraguayo.
Sobre estos temas conversamos con el doctor Arnaldo Vázquez, médico oncólogo, especialista en Anatomía Patológica y jefe del Programa Nacional de Prevención, Detección Precoz y Tratamiento del Cáncer de Próstata, del Ministerio de Salud.
¿Dónde sí podemos incidir?
Así como hay factores que no se pueden cambiar (como la edad y la genética), también hay otros que son plausibles de modificaciones que reducen el riesgo o retrasan la aparición de la enfermedad. “Mantener una alimentación equilibrada, baja en grasas saturadas y rica en frutas y verduras; realizar actividad física regular; controlar el peso corporal; y evitar el consumo excesivo de alcohol y tabaco son prácticas que favorecen la salud”, afirma el doctor Vázquez.

“La recomendación general es que los hombres inicien los controles preventivos a partir de los 50 años. Sin embargo, en aquellos con antecedentes familiares de cáncer de próstata en padre, hermanos u otros familiares directos, el análisis debe comenzar a partir de los 40, ya que el riesgo es significativamente mayor”, afirma el médico. “Estos controles deben realizarse una vez al año, siempre bajo la orientación de un médico urólogo o de confianza, quien determinará los estudios más apropiados en cada caso. La constancia en los análisis es fundamental para lograr la detección precoz y mejorar las tasas de sobrevida”, indica.
En sus etapas iniciales, el cáncer de próstata no presenta síntomas, lo que refuerza la importancia del control. Pero, cuando aparecen, ¿cuáles son? Los principales son dificultades al orinar, necesidad de miccionar con frecuencia, flujo débil, dolor pélvico o presencia de sangre en la orina o semen. Estos síntomas no siempre se deben al cáncer, pero sí tienen que ser motivo suficiente para consultar de inmediato con un profesional. “El mensaje que buscamos transmitir es claro: no hay que esperar a tener molestias para hacerse el control”, plantea el médico.
Hoy, el estudio de antígeno prostático específico (PSA) es la principal herramienta de detección temprana, disponible en la mayoría de los laboratorios de los servicios de salud del país. Generalmente es el primero de los procedimientos a tener en cuenta. Este análisis se complementa con imágenes o el tacto rectal, en casos específicos. “En los últimos años, la tecnología ha avanzado considerablemente y permitió realizar pruebas más precisas y menos invasivas”, comenta Vázquez.
El machismo, un enemigo mortal
¿Por qué los hombres muchas veces no quieren hacerse los exámenes correspondientes? “Una de las principales barreras sigue siendo el tabú cultural que rodea las consultas urológicas, especialmente en torno a los exámenes físicos. A esto se suman el miedo al diagnóstico y la idea errónea de que el cáncer de próstata es una sentencia. La información, la educación y la confianza en el sistema son claves para superar estos obstáculos”, sostiene Vázquez.

Existe un componente cultural muy asociado al “deber ser” masculino, en donde los varones deben sufrir en silencio, sin mostrar vulnerabilidad o buscar ayuda médica. “Este machismo silencioso tiene consecuencias graves, porque retrasa el diagnóstico y reduce las posibilidades de curación”, problematiza el doctor. Agrega que “para contrarrestarlo, es fundamental promover un cambio cultural, utilizar mensajes que asocien la prevención con la responsabilidad y el autocuidado constante. De ahí el lema de la campaña Hagamos de la prevención una tradición”.
Accesibilidad
Cada año, el Ministerio de Salud Pública impulsa la campaña Noviembre Azul, orientada a promover la detección precoz del cáncer de próstata en todo el país. Charlas, jornadas médicas y difusión en medios forman parte de un esfuerzo institucional que, según el Dr. Vázquez, busca sostenerse más allá de ese periodo emblemático: “El compromiso no termina en ese mes. Tenemos actividades permanentes de educación y control durante todo el año”.
Pero la realidad no es tan homogénea como la narrativa institucional. Según la Encuesta Permanente de Hogares Continua (EPHC), en 2024 el 75,6 % de la gente consultó ante una enfermedad o accidente. En el área urbana el acceso llega al 78,5 %, mientras que en la rural cae al 71,3 %. Sin embargo, el dato deja fuera a los departamentos de Boquerón y Alto Paraguay, donde el sistema público es casi inexistente. Y si se revisa más a fondo, el propio Ministerio de Salud admite que la cobertura de la atención primaria en salud (APS) en todo el 2024 alcanzó apenas al 45 % de la población total.
“En el interior, convencer a los pacientes de asistir a los chequeos es más difícil. Por eso el trabajo comunitario es clave: los equipos locales generan confianza y hacen acompañamiento”
Arnaldo Vázquez, médico oncólogo, especialista en Anatomía Patológica y jefe del Programa Nacional de Prevención, Detección Precoz y Tratamiento del Cáncer de Próstata, del Ministerio de Salud.
Esa brecha estructural explica por qué el discurso de la prevención muchas veces no alcanza los territorios. En zonas rurales, las Unidades de Salud Familiar y los promotores comunitarios son quienes sostienen la campaña en terreno. “En el interior, convencer a los pacientes de asistir a los chequeos es más difícil. Por eso el trabajo comunitario es clave: los equipos locales generan confianza y hacen acompañamiento”, reconoce Vázquez.
El especialista insiste en que los profesionales de cabecera son la primera línea de defensa contra el cáncer de próstata, pero también advierte que el principal reto es garantizar la continuidad del tratamiento. Sobre todo en pacientes del interior, el acceso a medicamentos y seguimiento aún depende del proceso de descentralización.
Aunque Paraguay muestra avances en detección y registro, el mapa sanitario sigue fragmentado. Los casos detectados de forma precoz van en aumento —lo que mejora la sobrevida—, pero las condiciones de acceso continúan dictando quién puede recibir atención y quién queda fuera del sistema. En un país donde menos de la mitad de la población cuenta con cobertura primaria real, la detección temprana sigue siendo, en muchos casos, un privilegio más que un derecho.
“El diálogo familiar es una herramienta poderosa. Si un miembro decide realizarse el control, inspira a otros a hacerlo a la vez. Prevenir es cuidar también a quienes nos rodean”
Arnaldo Vázquez, médico oncólogo, especialista en Anatomía Patológica y jefe del Programa Nacional de Prevención, Detección Precoz y Tratamiento del Cáncer de Próstata, del Ministerio de Salud.
Hablemos del cáncer
Más allá de las cifras y los obstáculos estructurales, el silencio sigue siendo uno de los principales enemigos. En muchas comunidades, hablar de cáncer —y especialmente de salud masculina— continúa siendo un tabú. “El diálogo familiar es una herramienta poderosa. Si un miembro decide realizarse el control, inspira a otros a hacerlo a la vez. Prevenir es cuidar también a quienes nos rodean”, subraya Vázquez. Romper el miedo a la conversación médica es, en muchos casos, el primer paso para salvar una vida.
El profesional insiste en que la atención integral también debe contemplar el acompañamiento psicológico y emocional, un aspecto históricamente relegado en la política sanitaria. “El diagnóstico puede generar miedo, ansiedad o depresión. Contar con apoyo profesional, familiar y social mejora la adherencia al tratamiento y la calidad de vida del paciente”, señala. En el Incan y en varios hospitales regionales se promueven espacios de contención, grupos de apoyo y atención psico-oncológica, puesto que la salud mental es parte del proceso de recuperación.
Mientras tanto, la ciencia avanza hacia tratamientos más personalizados y menos invasivos. Terapias dirigidas, técnicas de radioterapia selectivas y medicina de precisión comienzan a transformar el panorama de este mal en la región. Pero el desafío inmediato es garantizar que esos progresos lleguen a todos los pacientes.

Cuidarse es de hombres
Para el médico, el mensaje debe llegar especialmente a los jóvenes: “La prevención empieza mucho antes. Cuidar la salud no tiene edad. Adoptar hábitos saludables, realizar chequeos regulares y hablar abiertamente de estos temas son acciones que salvan vidas”. Vázquez insiste en que no hay que esperar a enfermarse para actuar, cuidarse es un acto de responsabilidad con uno mismo, la familia y la sociedad.
Al reflexionar sobre el sentido de Noviembre Azul, el especialista lo define como “un momento de reflexión y compromiso”, no solo desde lo profesional, sino también desde lo ciudadano: “Cuidar la salud no es un acto individual, sino una muestra de compromiso con la familia, los amigos y la comunidad. Es un acto que se hereda”. Y agrega una idea que atraviesa toda la campaña: la prevención salva vidas y cada control realizado “es una oportunidad para seguir presentes para quienes queremos”.
“Más allá de los números, detrás de cada diagnóstico hay una historia, una familia y un proyecto de vida. La lucha contra el cáncer de próstata no se gana solo en los hospitales, sino también en la conciencia colectiva de que cuidarse es un acto de amor propio y de solidaridad con los demás”, concluye.
En tiempos en los que el bienestar físico masculino es un tema aún incómodo de tratar, su llamado apunta a transformar la prevención en un hábito cultural: “Noviembre Azul nos invita a mirar más allá del diagnóstico: a acompañar, escuchar y cuidar. Hablar de salud es hablar de vínculos, futuro y responsabilidad compartida. Todos podemos ser agentes de cambio si transformamos la prevención en parte de nuestra vida cotidiana, si la hacemos una tradición”.




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