Arte

Arte en residencia

Un nuevo modo de habitar el espacio

La Embajada de España en Asunción se convierte en escenario de una experiencia inédita: Arte en residencia, la propuesta impulsada con Fundación Texo que propone un nuevo modo de ocupar un sitio de representación institucional a nivel local.

Por Leticia Ferro Cartes. Fotografía: Fernando Franceschelli. Tratamiento de imagen: Beto Sanabria Britos.

¿Qué sucede cuando una colección artística abandona el sitio donde reside, diseñado para el silencio y la contemplación, y entra a un lugar pensado para habitarse? Arte en residencia, iniciativa impulsada por la Embajada de España y Fundación Texo para el Arte Contemporáneo, propone precisamente eso: sacar las obras de su resguardo habitual y ponerlas a convivir (y dialogar) con la cotidianeidad de la residencia de la representación española.

Así, más de 40 piezas de la colección Nasta, una de las más significativas del país, habitarán durante un año este edificio de arquitectura singular, donde se activan nuevas lecturas sobre el arte paraguayo.

Ubicada en una amplia zona cubierta de vegetación, la residencia de la Embajada de España en Asunción se impone con su audaz diseño y, al mismo tiempo, se retrae, cercada por un gran espacio verde. Estamos a tan solo unos metros de la avenida Mariscal López y, sin embargo, una asombrosa quietud custodia el lugar.

Fotografía: Fernando Franceschelli. Tratamiento de imagen: Beto Sanabria Britos.

Arquitectura en diálogo abierto

Construida tras una licitación pública, la residencia fue concebida a comienzos de los 90 y terminada en el 2000, tras una década de trabajo proyectual y constructivo. Su autor, el arquitecto español José Ignacio Linazasoro, buscó articular en ella dos dimensiones: la esfera doméstica de la vida cotidiana y la pública, del cuerpo diplomático. La casa combina la solidez del hormigón con la ligereza de los amplios espacios que dejan entrar el aire y la luz. Ciertamente, une dos aspectos de forma balanceada: la modernidad europea y las tipologías arquitectónicas locales.

Su estructura surge de una secuencia de acceso donde la luz cenital guía el recorrido a la parte posterior. La impresionante estructura de barandas-muro de madera lustrada conecta los niveles y conduce a las áreas superiores. Los brise-soleils (proyecciones del plano de fachada que se extienden y generan protección) de hormigón y madera que rodean la estructura protegen al edificio de las condiciones extremas del clima subtropical, mientras que el techo a dos aguas en diagonal introduce una torsión inesperada, una reinterpretación contemporánea de arquetipos locales tradicionales.

Fotografía: Fernando Franceschelli. Tratamiento de imagen: Beto Sanabria Britos.

En palabras del embajador de España en Paraguay Javier Parrondo Babarro, “aquí realmente, si uno retira los muebles, parece un museo. Es un gran cubo blanco. Y vi la posibilidad de darle un nuevo significado”. La residencia, explica, fue pensada para combinar elementos representativos con la vida doméstica, pero su espacialidad abierta y su austeridad formal la convierten en un contenedor ideal para el arte. “Yo creo que es un edificio ecléctico, pero entra dentro de la órbita del brutalismo: es sólido y con sus corredores trata de replicar la estructura de las casas tradicionales paraguayas, para que circule el aire. Cuenta con ese armazón que lo protege de las inclemencias del tiempo para que la construcción central no reciba lluvia o sol”, detalla.

La aproximación a la residencia se hace desde el jardín, dividido en dos: una parte abierta, pensada como lugar de recibimiento y encuentro, y otra más resguardada y verde, destinada a la intimidad. En ese equilibrio entre lo diplomático y lo cotidiano, se vuelve un ítem arquitectónico que se desdobla entre los usos de la función institucional y los que representan al día a día.

El edificio se inscribe así en un gesto de transición entre lo privado y lo formal, un umbral que hoy adquiere un nuevo sentido con la llegada del arte a sus espacios. Su apertura al público a través del proyecto Arte en residencia no solo transforma un espacio físico, sino también una idea: la de que una casa, incluso la de una embajada, pueda volverse un territorio compartido y un lugar de encuentro entre culturas.

Fotografía: Fernando Franceschelli. Tratamiento de imagen: Beto Sanabria Britos.

El arte como huésped

La idea de transformar la embajada en un espacio expositivo no surgió de un plan previo, sino, como señala el embajador, “de forma espontánea”. Su antecesora, Carmen Castilla, había organizado una muestra de esculturas al aire libre en los jardines. Ese antecedente encendió una idea en él: “¿Por qué no utilizar el interior y abrirlo al público paraguayo para que se interese no solo en el arte, sino también en la arquitectura contemporánea?”.

Esa chispa inicial se convirtió en Arte en residencia, una iniciativa que propone habitar la casa con la colección Nasta, parte del acervo de la Fundación Texo para el Arte Contemporáneo. Por primera vez, este conjunto abandona su espacio habitual de la Casa Texo en el centro de Asunción para exhibirse dentro de la embajada, en una convivencia inusual entre las obras, la arquitectura y la vida cotidiana.

El embajador lo explica así: “Este lugar fue concebido para la vida de una persona o familia, pero realmente admite visitas. Los dos planos, el íntimo y el público, coexisten y no ha habido en ningún momento ningún conflicto. Cuando les damos a estos espacios otro significado, nuestra visión sobre la residencia cambia, y vemos que puede tener muchas más funcionalidades de las que habíamos imaginado”.

Javier Parrondo Babarro, embajador de España en Paraguay. Fotografía: Fernando Franceschelli. Tratamiento de imagen: Beto Sanabria Britos.

La residencia, con su estructura de hormigón y sus corredores con sombras que se proyectan a juego, actúa como un cuerpo arquitectónico que respira junto a las obras. El diseño sobrio de sus siluetas, sus superficies amplias y la abundante luz natural que entra desde el jardín funcionan como un marco silencioso que permite que cada pieza encuentre un nuevo modo de existir. Los espacios generan una interacción con las obras, y algunas de ellas, como por ejemplo la de William Paats y sus Meninas, dialogan con la colección de la embajada.

En palabras de Fredi Casco, director artístico de Texo, la curaduría se diseñó con el embajador Javier Parrondo y la selección de piezas respondió, en muchos casos, al diálogo con el espacio interior. “Queríamos que se sintieran como obras que habitan una residencia, no como una exposición clásica de arte contemporáneo”, subraya.

La apertura de la residencia los fines de semana, con visitas guiadas y actividades complementarias, convierte al público en espectador de la experiencia y lo invita a recorrer un espacio normalmente inaccesible. Como resume el embajador: “Las ideas innovadoras surgen así, de manera espontánea”. En este caso, dio lugar a una de las experiencias más singulares: una nueva manera de entender el vínculo entre diplomacia y cultura, la embajada como casa abierta al arte local y, sobre todo, a la comunidad.

Fotografía: Fernando Franceschelli. Tratamiento de imagen: Beto Sanabria Britos.

Fronteras que se desdoblan

En los últimos años, la diplomacia ha comenzado a entenderse más allá de los límites del protocolo y la representación política. En ese desplazamiento, la cultura se vuelve lenguaje común y herramienta para el diálogo. Como explica el embajador, “ya no es solo un ejercicio de gobierno, sino que tiene muchas más vertientes, la académica, la cultural, la científica… son múltiples los actores que contribuyen”.

Desde esa mirada, Arte en residencia se inscribe en una forma contemporánea de diplomacia cultural, una que reconoce que los vínculos entre países no se tejen solo a través de acuerdos, sino también mediante el quehacer creativo y los proyectos que ponen a la cultura como centro. Abrir las puertas de una embajada para alojar una muestra de arte local implica, además, un gesto político y simbólico: dar un nuevo significado a un espacio tradicionalmente cerrado. “Supone, por encima de todo, abrirlo al público paraguayo”, dice el embajador.

La residencia, habitualmente concebida como ámbito privado y representativo, se transforma así en un lugar de encuentro, en una extensión de la ciudad y de su vida cultural. Ese desplazamiento espacial amplía el mapa de circulación del arte paraguayo y genera un espacio inédito de visibilidad. “Aquí conjugamos promoción cultural con cultura para el desarrollo, con la singularidad de que no estamos dando a conocer obras españolas, sino a creadores locales”, señala Parrondo.

Fotografía: Fernando Franceschelli. Tratamiento de imagen: Beto Sanabria Britos.

“De cierta forma, ofrecemos un espacio expositivo en Asunción, donde notamos un déficit de museos y lugares adecuados para esto. Me he dado cuenta enseguida de que, a pesar de lo aislado que ha estado Paraguay gran parte de su historia, hay mucho talento, artistas magníficos, tanto emergentes como ya consolidados, y por tanto, debemos ofrecerles lugares”, enfatiza el diplomático español.

Esto deja, además, un aprendizaje que trasciende lo institucional: la posibilidad de actuar fuera de los marcos habituales, crear nuevas formas de mediación y encuentro entre arte y ciudadanía. “Cuando vamos más allá de nuestra caja mental, surgen ideas innovadoras que le dan otro sentido a la labor diaria”, reflexiona Parrondo, como anticipo de que la residencia seguirá albergando otras colecciones y propuestas.

El embajador está muy satisfecho con la iniciativa y, sobre todo, muy agradecido con la apertura de la Fundación Texo para llevar la idea a cabo. La meta es abrir la residencia a otras muestras en el futuro: “Ya estamos en contacto con coleccionistas paraguayos para hacer lo mismo con otras colecciones a las que el público no accede fácilmente”.

Fotografía: Fernando Franceschelli. Tratamiento de imagen: Beto Sanabria Britos.

Para Fredi Casco, estas articulaciones son esenciales para fortalecer la escena local contemporánea: “El coleccionismo es un elemento clave para desarrollar una escena de creación. Buscamos desde hace casi una década compartir obras con un universo más amplio. En ese sentido, Arte en residencia es un paso más hacia ese objetivo”.

En ese cruce entre diplomacia, arquitectura y cultura, Arte en residencia deja una huella: propone repensar cómo y dónde habita el arte, y sugiere que los espacios de poder también pueden transformarse en lugares de apertura, diálogo e intercambio.

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