Cuando Vivaldi se vuelve nuestro espejo
¿Qué es reversionar un clásico hoy? ¿Cómo reinterpretar el canon cuando su característica muchas veces es la inmutabilidad? En esta nota te contamos sobre la propuesta de UNico’s Ballet y la Orquesta Sinfónica Nacional, acompañados por Nicolás Joaquín Moreno Cibils.
Por Laura Ruiz Díaz. Fotografía: Andrea Maldonado Von Lepel, gentileza de UNico’s Ballet.
Hay algo desafiante en tomar una obra con tres siglos de historia, que carga sobre sí el peso del canon musical europeo, y decidir transformarla en un espejo del presente. Eso es lo que propone Estaciones en movimiento, el espectáculo que une a UNico’s Ballet —dirigido por Nicolás Joaquín Moreno Cibils— y la Orquesta Sinfónica Nacional, bajo la dirección musical de Fabio Araújo.
La apuesta es ambiciosa: reimaginar Las cuatro estaciones de Vivaldi para el público del siglo XXI, con un montaje que promete ser inmersivo, sensorial y profundamente humano.

Moreno Cibils tiene varios escenarios recorridos. Se graduó en el Teatro Colón y la Ellison Ballet School de Nueva York. Fue solista en el Sarasota Ballet y formó parte de compañías en San Petersburgo y Buenos Aires, antes de regresar a Paraguay para fundar UNico’s Ballet en 2021. En apenas cuatro años, su compañía lleva ocho producciones originales, declaradas de Interés Cultural y Turístico. A esa trayectoria se suma ahora el reto de compartir escenario, literalmente, con la Orquesta Sinfónica Nacional. “La idea de unir estas dos fuerzas surgió con Fabio Araújo [violinista solista y cocreador de la propuesta], con quien venimos colaborando desde el inicio. Era el momento de apostar a un desafío mayor”, dice el coreógrafo.
El resultado no busca repetir la fórmula clásica de orquesta en el foso y ballet en escena. Aquí, músicos y bailarines comparten el mismo espacio, se mueven juntos, respiran la misma partitura. La promesa es romper con la división de lenguajes para generar una experiencia que, en palabras de Moreno, “traspase esa separación de artes y llegue al público desde otra perspectiva”.

Reimaginar un clásico
La palabra clave es reimaginación. No se trata solo de sumar danza, música y efectos especiales: el prisma conceptual pasa por traducir una pieza barroca al presente. “Modernizamos la obra al incorporar elementos tecnológicos y personajes actuales, pero sin traicionar su esencia. Lo que ponemos en juego es la conexión, la inclusión, la liberación. Eso también forma parte de nuestra coreografía”, explica el director.
La inmersión es un principio de trabajo. UNico’s Ballet tiene la obsesión de que el público no sea un consumidor pasivo, sino un cuerpo colectivo, una comunidad efímera. Por eso, además de las coreografías y la música, habrá intervenciones inesperadas entre los espectadores. El objetivo: que nadie salga del teatro como entró. “Lo ideal es asistir sin expectativas y dejarse sorprender”, invita.
En ese sentido, Estaciones en movimiento dialoga con nuestra época. Vivaldi tradujo la naturaleza en sonidos: el canto de los pájaros, el crujir de los árboles, el trueno de una tormenta. Tres siglos después, esa partitura todavía habla, pero el contexto cambia. “Nuestra primavera es colorida y llena de esperanza, pero con tormentas inesperadas; nuestro verano es duro y arrasante; nuestro otoño es cambiante, de mucha entrega; y, por último, nuestro extremo invierno, lleno de resiliencia y sabiduría”, resume el coreógrafo. El tempo emocional ya no es el de la Italia del siglo XVIII, es el de un Paraguay atravesado por crisis, ansiedad climática y transformaciones sociales.

Florecer en la memoria
La obra, sin embargo, no se agota en la metáfora política o ambiental. También es un acto íntimo, casi ritual. Hace un mes, la compañía perdió a un integrante. Esa ausencia se transformó en motor creativo: las flores de la primavera serán homenaje y memoria. “Cada una de nuestras puestas tiene un mensaje. En esta trabajamos la belleza a través del duelo. Rescatamos la idea de aceptar los cambios y abrazarlos con amor”, confiesa.
Vivir por y para el arte
El elenco es amplio: por un lado, los solistas Fabio Araújo, Gustavo Lara y Agustina Torres; por otro, un cuerpo de baile diverso y una orquesta que, bajo la dirección de Paz Díez Pérez, se entrega al desafío de bailar con sus instrumentos. La producción también es una suma de esfuerzos: técnicos, vestuaristas, iluminadores y diseñadores, todos en la misión de hacer de la expresión una forma de resistencia: “En tiempos de recortes, seguimos apostando a nuestros sueños. El arte es vida, y queremos seguir viviendo”.

Quizás ahí radica la fuerza de Estaciones en movimiento: no en la audacia de intervenir una obra canónica, pero sí en la decisión de que esa pieza nos hable hoy, en este lugar y tiempo. Las estaciones de Vivaldi, pensadas en Europa, pueden ser vividas desde nuestras tormentas, nuestros calores y nuestras pérdidas. El público, al salir, se llevará algo más que un momento de éxtasis estético: una semilla, una sensibilidad renovada que recuerda que incluso en el invierno más crudo hay un latido de resistencia, y que la primavera —aunque tarde— siempre encuentra la forma de florecer.

Sin Comentarios