El nombre de Osvaldo Salerno se destaca en la historia reciente del arte paraguayo. Además de arquitecto, artista visual y profesor, es un ocupado curador y director tanto del Museo del Barro como de Fábrica galería de arte.
Dos palabras que te describan: Pasión y rigor.
Un libro o una película que te haya marcado: Memorias de Adriano, la novela de Marguerite Yourcenar traducida por Julio Cortázar.
Tu disco preferido: Abbey Road, de The Beatles.
Una comida que te encanta: Vori vori.
El lugar al que siempre volvés: Museo del Barro.
Algún miedo inusual: Al aburrimiento.

¿Qué rol juega el arte en tu vida?
Todo, o casi todo.
¿Cuál es la disciplina en la que te sentís más cómodo?
Las artes visuales, desde la creación de las obras hasta la museografía.
¿Cuál es la tarea pendiente del arte paraguayo?
El apoyo comprometido del Estado.
¿Qué es lo más difícil de la gestión cultural en Paraguay?
La sostenibilidad.
Cuando te ponés los zapatos de curador, ¿cuál es tu principal objetivo?
Como curador, busco articular diálogos entre las obras, el concepto y el manejo del espacio, y concluir así en una sinfonía.
Tenés una larga trayectoria como creador. ¿Hay algún tema que todavía te quede por explorar?
La música.
¿Qué te gustaría dejar como legado a futuras generaciones de artistas?
Mi obra como artista visual y el Museo del Barro.
¿En qué momento te tomás una pausa?
A la siesta, pero vivo conectado.
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