Una contemplación auténtica del impulso creador
Actor, director y docente, Rayam Mussi habita el teatro hace décadas como espacio de resistencia, verdad y encuentro. Su recorrido es testimonio de la expresión artística como forma de pensamiento y posicionamiento político en un país donde la precariedad obliga a crear desde la intuición y la autogestión. Esta entrevista repasa su trayectoria, su visión de la formación actoral, los desafíos de la escena nacional y el rol del arte en tiempos de urgencia.
Por Laura Ruiz Díaz. Producción: Manu Portillo. Fotografía: Fernando Franceschelli. Tratamiento digital: Beto Sanabria Britos.
Desde niño sintió una fascinación por lo escénico, que sin dudas fue el puntapié inicial para su formación en el Instituto Superior de Bellas Artes (ISBA) y su posterior trabajo como actor independiente. “Entendí que el teatro no era solo una pasión, sino un modo de habitar el mundo, tener voz y presencia para cuestionarlo, resignificarlo”, dice Mussi, y con esa frase inicia una entrevista que nos obliga a filosofar el arte.
Hablar con él es adentrarse en una exploración genuina —y profundamente consciente— de lo que significa crear desde las entrañas, interpelar desde la escena y entregarse, sin artificios, al vértigo de lo humano. No se trata solo de representar, sino de revelarse: ante el público, ante uno mismo y la realidad, siempre en disputa.
Rayam Mussi Mechetti nació en Asunción, inició su carrera actoral en Teatro del ISBA y realizó a la vez cursos de danza clásica y contemporánea. Como la mayoría de los artistas paraguayos, complementó su formación con el apoyo de otros maestros a nivel nacional. También buscó su camino fuera del país, pues pasó tiempo formándose y trabajando en Chile. Tras su experiencia del otro lado de los Andes, volvió al país y se volcó principalmente a la docencia, tanto a nivel universitario como en actividades de desarrollo comunitario. Fue actor en decenas de producciones teatrales, programas de televisión y cine nacional, así como también director.

Esta variedad de roles en la carrera transitada, para el maestro, tiene su encanto. “El cine te obliga a una precisión milimétrica, la televisión demanda inmediatez, y el teatro… el teatro es el arte mayor, presencia viva, instante único e irrepetible, riesgo constante. Todos son desafiantes, pero en el escenario me siento en mi hábitat. Ahí es donde soy más abierto, más vulnerable y más técnico”, sostiene. Y agrega: “Me gusta el vértigo y alcance de la televisión, pero el teatro me da algo único: la presencia viva del público, la comunicación cara a cara. La energía compartida con el elenco, el feedback instantáneo, su cariño y reconocimiento in situ alimentan el alma”.
Sobre las tablas también fue el espacio en donde más se exigió: “En lo corporal, el Dr. Eligio Ayala y Electra por la caracterización; Natalicio Talavera (El paso de la sed) y Edmund Tyrone (Largo viaje…) por el estado físico y emocional. Estudié y analicé las circunstancias y el mundo interno y externo de los personajes, sus distintas capas. Experimenté en soledad, luego en ensayos, me adapté a las reacciones de los compañeros o interlocutores, y las indicaciones de la dirección”.
“El teatro es un espejo y también un martillo: refleja y rompe. Cuestiona estructuras, visibiliza problemáticas silenciadas y genera empatía donde antes había indiferencia. En muchas situaciones vi cómo una escena abría un debate urgente”, reivindica.

Relación dialógica
Rayam es considerado uno de los grandes maestros del teatro en Paraguay, y a lo largo de su vida ha dirigido y actuado obras clásicas de la talla de Shakespeare y Lorca. En ese sentido, uno de los mayores desafíos es la traducción: “La clave está en la lectura crítica y respetuosa del texto. No se trata de traicionarlo, sino de adaptarlo, actualizar su resonancia. A veces basta con una forma escénica, una estética o un ritmo contemporáneo y orgánico para que el mensaje conecte. Los grandes clásicos seguirán vigentes, resignificándose sin que pierdan su esencia”, explica.
De la misma forma funciona cuando hay conflictos de género o poder, cuyo abordaje, plantea, se realiza “desde el análisis y la reflexión, la empatía y el reclamo. Fomento el debate, las decisiones conscientes. No podemos representar sin preguntarnos lo que decimos, cómo y por qué. Equilibro forma y contenido; y esto último es más valioso”.
Para Rayam, uno de los roles del arte es incomodar, provocar, generar pensamiento. “El límite, para mí, es ético: no caer en el panfleto ni la banalización del sufrimiento. La denuncia debe ir acompañada de profundidad conceptual y estética”, desarrolla.

La escena local
En un país donde la precariedad parece ser la norma y no la excepción, hacer teatro con mirada crítica se convierte en un acto profundamente político. Para este director y docente, el escenario es mucho más que un espacio de ficción: es un lugar donde se confrontan las ausencias del Estado, los mandatos sociales y las batallas internas.
«La falta de cultura, educación y pensamiento crítico individual nos pasa factura», afirma con claridad. A eso se suma una estructura artística sostenida, casi exclusivamente, por la autogestión. Producir en Paraguay, explica, exige entregar tiempo y energía que deberían estar destinados al proceso creativo. No se trata solo de falta de fondos, sino también de miedo a incomodar, de una censura que no siempre se anuncia, pero que opera en silencios y ausencias.
Intento formar no solo artistas hábiles, sino mejores seres humanos
Como docente, su apuesta va más allá de la técnica. La ética, la disciplina y la empatía son valores que transmite firmemente. «Intento formar no solo artistas hábiles, sino mejores seres humanos», dice. Frente a la precariedad, insiste en que el arte también es resistencia, pero sin caer en el romanticismo del sacrificio. Aconseja a las nuevas generaciones que se eduquen, busquen redes y nunca pierdan de vista sus motivaciones. Su método como director no escapa de esa misma lógica: trabaja con una estructura abierta, que se adapta y se nutre del encuentro con el elenco. «La escena se construye con otros», sostiene. Y aunque reconoce avances en la formación actoral del país, también subraya las deudas: falta una profesionalización estructural, continuidad académica y valoración institucional real.
Hacer teatro crítico en Paraguay es, para él, un gesto de amor terco y radical. Y como toda forma de amor auténtico, implica entrega, dudas, lucha y una profunda necesidad de no callarse. Las deudas siguen siendo gigantes: distribución, falta de políticas públicas, espacios seguros y un largo etcétera. “Tenemos creatividad y talento, pero sin un sistema que nos respalde, muchas historias quedan sin contar o sin visibilidad”, reclama. “Nunca me preguntaron cómo se sostiene la pasión después de tantos años. Y mi respuesta sería: me rodeo de verdaderos artistas, gente genuina y generosa; me redescubro en cada proceso y aprendo de cada experiencia; busco la satisfacción del trabajo honesto y, sobre todo, con amor hacia lo que hago”, finaliza.

Rayam en escena
Además de su labor como docente y director, Rayam Mussi continúa subiendo a las tablas con la misma pasión y compromiso que lo caracterizan desde sus inicios. Su presencia escénica, siempre atravesada por una búsqueda profunda y honesta, invita al espectador a una experiencia que va más allá del entretenimiento: interpela, emociona y provoca reflexión. A continuación, compartimos algunas de sus próximas presentaciones, una oportunidad para acercarse a su trabajo y ser parte de ese encuentro irrepetible que es el teatro en vivo.
Largo viaje de un día hacia la noche. Escrita por Eugene O’Neill entre 1941 y 1942, es considerada la obra maestra del dramaturgo estadounidense y una de las más destacadas del teatro realista del siglo XX. Está ambientada en 1912 y narra un día en la vida de una familia atravesada por problemas de adicción.
Se estrenó en Arlequín Teatro. La dirección y adaptación estuvo a cargo de Marcela Gilabert (Argentina), con un elenco compuesto por Gustavo Ilutovich, Carmen Briano, Rayam Mussi, Carlos Fernández y Tainá Lipinski. Las funciones seguirán por todo mayo los viernes y sábados a las 20.30, y los domingos a las 19.30. Las entradas generales tienen un costo de Gs. 100.000, con anticipadas a G. 80.000 (lunes a jueves). Las reservas se pueden realizar por transferencia bancaria al celular (0992) 442-152.
Les Misérables. El musical de origen francés se presentará los días 14 y 15 de julio en el Teatro Municipal de Asunción. “Estamos comenzando los ensayos de la parte musical, solistas, bajo la dirección del maestro Jesús Ayllón (España)”, cuenta Rayam. Y agrega: “Me toca interpretar al pícaro, codicioso y alegre Thénardier. Disfruto este personaje colorido, desbaratado y a la vez de dudosa moral, que da el toque histriónico y cómico a la obra”.
Una obra necesaria
Si Rayam Mussi tuviera que crear una obra sobre un problema urgente que identifica este territorio, sin dudas abordaría la falta de gestión emocional y salud mental. Es un tema urgente y poco valorado en nuestro medio. “Creo firmemente que de esa carencia deviene la mayoría de los conflictos internos y de relacionamiento interpersonal y social. Poner en escena lo que duele y no se dice, invitar a un diálogo colectivo sobre lo que significa estar bien y sentirse bien, saber pedir ayuda, contener al otro, autovalorarse y superarse”, sostiene.
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